A Julieta, esperanza del presente.
A la niña rebelde, anarquista de las tierras fértiles.
Hace un par de días, ha nacido en la ciudad de Santiago de Chile, una pequeñita llamada Julieta, a quien he conocido unos instantes atrás por medio de unas fotos, donde en brazos de su padre y con gestos de la más radiante vida, parece remecer al mundo con la fortaleza de la plena vida. Se suponía que, según los médicos y especialitas, Julieta nacería hacia la tercera semana de Diciembre, mas nos queda claro que la naturaleza, en la cual verificamos evoluciones y revoluciones a diario, en cada instante, es siempre libre y no obedece a nuestra decisión, sino a su propia iniciativa, su libertad. Qué revolución es aquélla en la cual un ser se ha liberado del vientre materno para vivir y desarrollarse en plena autonomía! Una revolución, una revolución verdadera!
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En los patios de la Facultad de Historia y Geografía de la Universidad de São Paulo, crecen enormes, gigantescas y fuertes varas de bambú de unos 10 ó 12 metros, formando un pequeño bosque que más de alguno debe haber querido o intentado cortar, mas se mantiene porfiadamente en pie, saludando al Sol, protegiendo y resguardando a estudiantes y enamorados. Y tal como los últimos días, en esta ciudad babilónica, una continua lluvia se deja caer, haciendo que la luz ilumine los troncos del bosquecillo de bambús, brillando, resplandeciendo gracias a la energía de la tarde, son escaleras al cielo, reto a la vida, hermosas criaturas terrestres. Los has visto, compañera? Te has detenido a ver esos bambús que desafían a los dioses, queriendo alcanzar los cielos divinos, compañero?
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Escribo estas líneas en los instantes finales del Coloquio Internacional Reclus y las Geografias del Nuevo Mundo. Excepcional es un concepto que se puede aplicar bastante bien y que responde a una característica general de las investigaciones realizadas y presentadas en este gran encuentro de geografia y anarquismo, trabajos que, seriamente, han mostrado y contribuído al desarrollo del pensamento reclusiano.
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Y vos me preguntas, qué tiene que ver el nacimiento de una pequeña a cientos de miles de kilómetros de distancia, los bambús brillantes y un Coloquio de geografia? Pues mucho. Nos llenan de alegrías, la sangre parece circular más rápido y la vida fluye, naturalmente.
Y replicas: esto es todo? Recorrer miles de kilómetros al Brasil para enterarte a la lejanía del nacimiento de una niña, observar unos troncos que más bien pudieron cortarlos y un Coloquio del cual no quedarán más que algunas hojas, que nadie leerá, en bibliotecas que nadie visita, perdidas en el pasado?
Me río de tu ingenuidad, de tu maldad. Por supuesto que hay más, mucho más. Te diré:
Al segundo día de mi llegada, visité una hermosa casa en las cercanías de São Paulo, la cual solo había conocido por medio de espejos tecnológicos. Y en ella, los cuartos atiborrados de mensajes, imágenes, organización … Una bellísima y libertaria biblioteca. En la parte posterior, un jardín que nada debe envidiarle al Paraíso, más bien es un pedacito de un éden ácrata, hecho por manos humanas, las mismas que aman, odian y trabajan. Este jardín, que una niña rebelde me mostró, es más que ecología de las águas que reutilizan o proyectos de energías renovables que pretenden implementar para vivir mejor para resolver los cotidianos problemas de alimentación y tantos otros.
Bah!, dices, en qué planeta vives?, molesta com mis respuestas, colocando una de esas caras que sueles poner cuando te enojas.
En la Tierra!, te respondo, e hinchando el pecho y con voz profunda, Poblada de explotados. Y escuchando a Federico Ferretti, el geógrafo anarquista, me pregunto por la exterminación de los Pueblos indoamericanos. Mas, ya han pasado siglos desde que comenzó esta matanza, esta cruel realidad y los métodos se han ido adaptando al cambio tecnológico. Insistimos: desde hace siglos exterminan a los pueblos indígenas. Hoy nos exterminan a nosotros: las deudas nos vuelven locos, nos encarcelan en prisiones sin los aparentes barrotes, pero mucho más reales de lo que pudiésemos pensar. Nos ahogan la falta de tiempo, pues ya no hay flores, no hay lugar para la naturaleza y su belleza.
Y ahora, yo te pregunto: hace cuanto tiempo que un pétalo no toca vuestra piel y sus colores no se transforman en universos y estrellas en vuestras pupilas?
Así, en un pequeño jardín cercano a São Paulo, probé un pequeño fruto rojo y negro, el más Dulce fruto de la Naturaleza: La Libertad.
Hermoso, fresco.
Linnndo!!!!! Sin palabras para decir como me encantó lo que escribió!!! 🙂
Hermoso relato compa, a menudo perdemos el sentido de la Libertad buscándola desenfrenadamente en espacios donde sólo se le confunde con el libertinaje liberal, en circunstancias que sólo nos debiera vastar con comprender los procesos de la naturaleza para sentirnos próximos a ella.
Saludos anarquistas