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Ya compartimos con ustedes la ponencia de Ana María Tejo en el debate abierto «Ciencia y Anarquismo» durante las jornadas «Anarquisme: Exposició internacional», celebradas en septiembre y octubre de 1993 en Barcelona, España. A continuación, presentamos la continuación de este ponencia, también inscrita en la temática de ciencia, técnica y anarquismo, a cargo de Antonio López Campillo (1925), quien estudió Ciencias Químicas en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Ciencias Físicas por la Universidad de la Sorbona en París, Francia, país donde residió durante la dictadura franquista.
Investigó durante más de 30 años en el CNRS francés y participó en diversos programas de televisión, dentro de los cuales destacamos sus intervenciones en el debate sobre ateísmo emitido en la Televisión Española el 2 de julio de 1997 (para ver el debate, hacer click aquí).
Esta ponencia es una excelente introducción al pensar anarquista sobre la ciencia. López Campillo nos señala la nomenclatura entre moral y ciencias que se articularía desde el pensamiento libertario, explicando de esta forma sus distinciones respecto a las corrientes políticas de afán científico (como el marxismo) y del quehacer científico basado solamente en la técnica. Así, en efecto, recalca:
El anarquismo nunca ha inventado una doctrina del cosmos, siendo más pobres nos hemos limitado a inventar modos de vida que nos permitan vivir con nuestros semejantes en paz y gozando de ellos. Luego la ciencia sirve a la anarquía, al pensamiento anárquico, a esa filosofía que es de hecho una moral como se ha insistido, una moral muy fuerte. Pero la ciencia y la técnica de hoy requiere también un pensamiento y una moral fuerte que puede proporcionarlos la anarquía, un pensamiento anárquico de critica constante de las cosas, de no aceptar nada como verdad, que es lo típico del pensamiento científico.
¿Será necesario parar la técnica y retroceder? ¿Por qué el saber científico es capaz de meter en la cárcel a quienes no encajen en sus análisis? López Campillo trata de responder algunas de estas cosas, teniendo claro que el anarquismo no es una doctrina del mundo:
Ciencia y Anarquismo: Ponencia de Antonio López Campillo (*)
Sobre la ciencia, la Técnica y el Anarquismo, lo que se ha dicho estoy completamente de acuerdo, de forma que si estoy aquí es para unas bobadas por cuenta mía
Se ha hablado de la técnica, ustedes recordarán que en la época de Marx hubo un hombre, un sacerdote que se llamaba Malthus que decía que el crecimiento de la población iba a conducir al hambre y que había que limitar la población. Las doctrinas de Malthus las atacó Carlos Marx, pero el que demostró que las teorías eran falsas no fue él, fue un invento técnico que se llama preservativo. El problema de la técnica es casi una costumbre en los medios marginales que, por desgracia, es donde nos encontramos: marginados de la sociedad, los anarquistas hacen un ataque constante al horror de la técnica y de la ciencia por los productos que hacen. Esta posición de crítica que es sana en principio tiene un pequeño defecto y es que se atribuye a la técnica los males, eliminando la responsabilidad de los hombres. Los que hablan contra, la técnica normalmente se refiere a ella cómo algo que hubieran traído los marcianos un día por la tarde y nos lo hubieran impuesto. Si nos dedicamos a estudiar cómo ha funcionado el ser humano desde que pasó de homínido a antropoide ya más inteligente y un poquito más hasta lo que somos nosotros, nos damos cuenta que lo que caracteriza, lo que va a llevarse la humanización del hombre, es que éste no tiene nicho ecológico propio. Se llama nicho ecológico (en la ecología como ciencia no como ideología) a aquel medio donde una especie animal encuentra la máxima satisfacción. Este ser que podemos llamar neurótico, enfermo, feo, pequeñajo, alto, rubio, moreno, como ustedes quieran, que se llama hombre, se caracteriza por no poseer un nicho ecológico propio natural, lo que le obliga desde el principio a fabricarse instrumentos que le permitan subsistir en el medio, y eso se llama técnica.
Cuando se descubre un montón de huesos en cualquier sitio de África o del mundo, para ver si esos huesos son de un ser humano o muy próximo al hombre o simplemente de un animal, la anatomía comparada no sirve, el único recurso que se tiene es ver si se encuentra algo que los técnicos y cursis llaman una industria lítica, es decir, un instrumento técnico hecho por el animal cuyos huesos estamos estudiando y en ese caso se le atribuye un cierto carácter humano. Lo que caracteriza al ser humano, eso se sabe por lo que se sabe del mundo, es la técnica.
Por lo tanto podría decirse que el nicho ecológico del ser humano es la técnica, se lo fabrica. Y ahora paramos un momento.
El saber científico, derivado de la técnica y en parte de la filosofía, como nos ha expuesto nuestra compañera hace un momento de una manera magistral y además muy sintetizada, el saber científico es el saber que tenemos del mundo. La ciencia no son sólo las ecuaciones de Maxwell, no son las de Einstein ni de otros: la ciencia es el saber ordenado de cómo funciona el mundo. Intentamos saberlo y ese saber crece, crece porque sabemos cada vez más cómo funciona el mundo y eso es bueno y malo. La gran revolución de la humanidad, la primera, se produjo hace aproximadamente unos 10 – 12.000 años. Es llamada la revolución neolítica, donde el hombre empieza por plantar, por criar animales y domesticarlos, es hacerlos familiares de su casa, de su entorno, de su “domus”; a esos animales los va a elegir, los va a seleccionar y así tenemos ahora y teníamos hace mucho años y hace siglos animales más gordos que los de la naturaleza porque han sido seleccionados, plantas que tienen mayor rendimiento que las de la naturaleza porque han sido seleccionadas; así al azar contrastando, tardando años, un poco empíricamente, es decir, experimentalmente, hoy el saber científico permite hacer lo mismo que hacían nuestros antepasados ya hace 12.000 años sabiendo por qué, y eso es el peligro. El peligro para la humanidad y para el mundo y para este planeta pequeñísimo en el que vivimos, este planeta azul, el saber del mundo nos permite saber cómo funcionan todos los organismos: podemos estropearlos, pueden crearse organismos nuevos, artificiales, bacterias, cosas horrendas, pero es el saber del mundo. Decir que la ciencia, es decir el saber del mundo, de cómo funciona el mundo, es un peligro es una cosa totalmente normal, pero deducir de ello que hay que parar la investigación científica o el estudio del mundo es una necedad. Decir que la técnica produce efectos malignos, púes vean ustedes, les voy a citar Chernovil, las mareas negras, el bióxido de carbono en la atmósfera, la destrucción de prácticamente todo el planeta por efecto de la técnica, gracias a la técnica se está destruyendo el planeta. Podemos hacer dos cosas, paralizar la técnica y volver atrás, que es lo que propone mucha gente, gente de izquierda: paremos la técnica, que no avance más, vamos hacia atrás. No se dan cuenta que yendo hacia atrás nos ponemos en situaciones que fueron las que dieron lugar a la situación actual, porque yendo hacia atrás, hacia atrás, hacia atrás, nos encontramos que ya no fabricamos armas ni fusiles ni flechas ni nada, pero tenemos la piedra bien cascada por el hombre capaz de matar a otro, un instrumento que se llama hacha y entonces podemos retroceder más hasta que no hagamos ni un sólo instrumento y entonces ya no somos hombres. Y eso, el no saber que eso es así, el no saber una cosa que se debería saber se llama necedad. El problema es: si hay unos peligros tan enormes en la técnica, si hay unos peligros tan enormes en la ciencia, ¿qué hacer? Pues yo digo que los peligros no están ni en la técnica ni en la ciencia, lo que pasa es que la ciencia y la técnica potencian el carácter de hijos del mal bicho que somos todos, que somos capaces por un interés personal de vender a padre, madre, hijo y sobrinos y entonces ¿por qué no vamos a destruir el planeta y matar a todos los animales vivos que nos estorban? Cada vez que alguien dice: ¡qué horror la técnica!, no coja el tren de alta velocidad porque ¡broomm! El medio ambiente. Es verdad, no coja el tren en vez de decir: oiga piense que si quiere ir más deprisa hay un precio que hay que pagar y exija a los demás que non hagan esas cosas que le parecen que están mal, pero hágalo, la responsabilidad es de los hombres, de nosotros, no son los que hacen ciencia, los que hacen la técnica, de los que la consumimos y pagamos para que se haga porque nos hace falta que se haga. El problema y aquí entro en el tema, es que, la relación entre ciencia y anarquía es doble; generalmente los marxistas y los otros, los liberales, dicen: pero vosotros, los anarquistas, cada 50 años cambiáis de doctrina, sois, habéis sido de todo; empezasteis con Bakunin y antes con Godwin y antes teníais otras referencias que se encontraban en otros filósofos, en otros pensadores, después ha venido Kropotkin, después ha venido el anarcosindicalismo, un montón de cosas, Stirner , todo, tenemos todo eso. Entonces, dicen, vosotros realmente no tenéis doctrina permanente y es verdad, nosotros no tenemos una doctrina permanente, pero la ausencia de doctrina permanente no significa que permanentemente no tengamos doctrina. En cada época hemos tenido una y se ahonda un poco en lo que se ha dicho y oído, resulta que esos hombres, esos compañeros, llamémoslos así, correligionarios de la anarquía, lo que hicieron fue adaptar el saber del mundo, es decir, de la ciencia y la técnica a la necesidad de luchar por la libertad. La anarquía no es una doctrina del mundo como intentó ser el marxismo, el Materialismo Dialectico Científico. Ese saber científico es el que metió en la cárcel y exterminio a buena parte de los biólogos geneticistas rusos, son los que prohibieron la distribución y la enseñanza de la mecánica cuántica y que llamaron aun pobre hombre que se llamaba Morgan que perdió los ojos mirando como cambiaban los ojos de una mosca determinada, le llamaban gangster, a un hombre que murió prácticamente en la miseria. Bueno, en esas doctrinas tenía que ser así, porque era una doctrina del cosmos inventada por los marxistas y sus seguidores. El anarquismo nunca ha inventado una doctrina del cosmos, siendo más pobres nos hemos limitado a inventar modos de vida que nos permitan vivir con nuestros semejantes en paz y gozando de ellos. Luego la ciencia sirve a la anarquía, al pensamiento anárquico, a esa filosofía que es de hecho una moral como se ha insistido, una moral muy fuerte. Pero la ciencia y la técnica de hoy requiere también un pensamiento y una moral fuerte que puede proporcionarlos la anarquía, un pensamiento anárquico de critica constante de las cosas, de no aceptar nada como verdad, que es lo típico del pensamiento científico. También, sin un pensamiento crítico constante sin una referencia constante al hombre que somos y que queremos ser, sin una defensa constante del medio en que vivimos con esa moral que proporciona el anarquismo, la ciencia y la técnica en manos de otras morales, pueden conducir a catástrofes. Por lo tanto, digamos: la ciencia y la técnica si existen cómo entes sólo existen en los libros y en las cabezas de los hombres pero si existieran como entes necesitarían a la anarquía. Lo que quiero decir es que el pensamiento anarquista hoy y ahora, es una crítica que quiero hacer, se caracteriza por estar abandonando la noción de moral como tal y querer transformarse desde hace ya bastante tiempo en una doctrina de un marxismo de vía estrecha, en una doctrina del mundo. Hoy hemos oído, esta tarde al comentar el libro de un compañero, Abel Paz, que después de la doble catástrofe, como ha dicho uno de los presentes, de perder la guerra y haber sido machacados por los compañeros que estaban luchando con nosotros, los hombres en el exilio en situaciones horribles de campos de concentración en Francia mantuvieron una moral mucho más elevada que en la sociedad en libertad y es que la anarquía sabe hacer frente a las catástrofes y se basa en su propia entereza de seres humanos. Ciencia y anarquía: la relación está en cada uno de nosotros, sí tomamos conciencia de que lo que tenemos que hacer, es saber cada vez cómo funciona mejor el mundo para saber cuáles son los límites de lo que podemos hacer con la técnica de la que disponemos.
(*) El siguiente texto corresponde a una ponencia realizada en el encuentro “Anarquisme: Exposició Internacional”, desarrollado durante los meses de septiembre y octubre de 1993, en Barcelona. La ponencia se sitúa en el contexto de los “debates abiertos” bajo el titulo de “Ciencias y anarquismo”. La referencia bibliográfica, desde la cual hemos extraído estos párrafos es: Anarquisme: exposició internacional: septiembre-octubre 1993. Barcelona: debate internacional. Barcelona [España]: Fundació d’estudis llibertaris i anarcosindacalistes, 1994. Págs. 240 – 243. (Nota del Grupo de Estudios)