Entre los documentos que utilizamos durante las semanas de estudio del anarquismo español –motivados bajo del excusa del 75° aniversario de la Revolución Social en España –, hemos ocupado la digitalización de esta conferencia de Federica Montseny, pronunciada en el Cine Coliseum de Barcelona el 3 de enero de 1937. La adherimos, ahora, a nuestra Biblioteca Virtual, pues hay varios aspectos que nos han llamado la atención.
Y quizás ahora, en los momentos que se están viviendo en Chile y que muchos tienden a idealizar, no estaría demás aprender un poco de la España de los años ’30, sin caer en anacronismos y sin perder de vista la alteridad de cada realidad. Ante todo, trataríamos de pensar desde el anarquismo y el pensamiento radical que éste significa, idea que Montseny expresaría como:
Fue necesaria la locura, por así decirlo, de los anarquistas, para que se desgastase la vieja democracia llegada con un siglo de retraso a España.
La locura ¿No se refiere, acaso, a un pensamiento más radical? «El imposible», al que se refería Mijail Bakunin. Un pensamiento que Federica nos enseña a través de dos principios, mediante los cuales se articularía la revolución social de los libertarios: uno moral y otro físico.
El principio moral, que antes que todo nos refiere a una moral del sacrificio por el otro, que impone a todos la honradez y la austeridad máxima, y que significa, también, el sentido de responsabilidad colectivo, la integración de todos y cada uno en la confección de una gran obra, que entre todos hemos de hacer.
¿Será, ésta, otra tarea, otro problema? ¿»Una tarea de todos», sin necesidad de que todos sean anarquistas? Gastón Leval es bastante claro cuando nos dice que no todas las colectividades de España fueron obra de anarquistas y Federica Montseny nos dice en esta conferencia:
Sin que el ideal dejara de ser el mismo, sin que la idea anarquista hubiera sido retirada ante la experiencia formidable, ante la situación histórica y el movimiento español, hemos sabido adaptarnos.
«Adaptarse» sin perder lo fundamental del anarquismo, sin necesidad de repetir conceptos e ideas de otras corrientes políticas. Esto último lo observamos entre variados grupos libertarios que hablan de “Poder Popular”, concepto parafraseado en décadas pasadas por militantes de tendencias muy distintas al anarquismo. A lo cual Federica Montseny habría respondido, en esta conferencia, que los anarquistas y el anarquismo se plantea no como movimiento de masas, sino de conciencias y de individualidades. De ahí que se considere que la célula social es el hombre, no la clase social [léase “Sociedad y Clase” de Rudolf Rocker (PDF)] . Pero antes que eso, habría declarado lo importante que es plantearnos desde nuestros pensadores y luchadores, que significan avances para la idea y que no podemos perder de vista –aunque no comulguemos con ellos:
Nosotros, los anarquistas, como individualidades responsables, hemos de dedicarnos a defender nuestros puntos de vista, colocándonos colectiva e individualmente, de modo que otras fuerzas antifascistas sepan a qué atenerse, y podemos, de una manera franca y noble, buscar la misma unidad para mañana, que mantenemos hoy.
Esto se une al segundo principio: el físico. Este principio versaría esa postura que los anarquistas mantenemos siempre, nuestra idea para luchar contra la autoridad y sus imposiciones. En la conferencia, Montseny explica este principio, citando a Fernando Tarrida del Mármol, del siguiente modo:
La autoridad es algo de lo que vamos restando constantemente cantidades, y de la cual queda siempre un residuo que hemos de tender a hacer cada día más pequeño.
La importancia de la educación como erosión del Poder. Lo que era antes La Escuela Nocturna en los sindicatos o de La Escuela Moderna o Paideia entre los más jóvenes, ideas que se fundaban en sustituir el principio de autoridad por el de libertad responsable. Pero en términos cotidianos, Federica Montseny lo explica así:
Hay ejemplos prácticos en la vida que pueden ayudar a los hombres a ir restando sumas a la autoridad: no necesitar que nadie le mande nada para cumplir con su deber en todos los terrenos. (…) Hemos se cumplir con nuestro deber, sin necesidad de Mesías que nos dé las garantías del premio con la gloria.
Estas ideas, estas enseñanzas, junto a muchas más, podemos adquirir en las lecturas de una revolucionaria como Federica Montseny, atenta a la realidad española y al ideal anarquista. Repasa, entonces, en que no debemos perder de vista ninguna de las dos concepciones, la idea y la práctica. Esto nos permitirá hacer ensayos, proponer las ideas anarquistas sin necesidad de conceptos ajenos ni de dogmas muertos (insistimos, léase el texto de Rocker).
Las últimas dos páginas son muy lindas, hablan del sacrificio, de la lucha y de la responsabilidad. Recomendamos, entonces, la lectura de estas 17 páginas, a ver si nos devuelven aquella locura de los anarquistas y nos dejamos de pedir sólo reformas… y comenzamos a vivir la utopía, aunque tome tantos años: