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Entre las numerosas fuentes históricas que nos hablan de las y los anarquistas en Chile, el nombre de José Domingo Gómez Rojas salta una y otra vez a la vista. Y no es extraño: la vida de este joven poeta, asesinado por el Estado una fría mañana del 29 de septiembre de 1920, estuvo marcada por la solidaridad con los desposeídos, trabajadores, pobres.
Su vida, no del todo estudiada y menos aún comprendida, ha sido y es ejemplo para generaciones de anarquistas que levantan propuestas, especialmente desde el ámbito de la cultura, al que el muchacho estuvo ligado por medio de las escuelas nocturnas, la FECh, las sociedades de resistencias y, sobretodo, por medio de sus compañeros literatos de los años ‘20: Antonio Acevedo Hernández, Manuel Rojas, “Pancho” Pessoa Véliz, J. S. González Vera; pero también de camaradas, especialmente obreros y zapateros, como el viejo Silva, que comprendiendo el valor de la educación y la autoformación, participaron de aquellos cuadros dramáticos y de la veladas culturales. Por eso, no es extraño que desde acaecido su asesinato, en cada década jóvenes y no tanto, se agrupen en torno al nombre de Gómez Rojas para continuar un camino propuesto por una generación no del todo recordada, pero jamás olvidada.
El siguiente documento fue publicado en 1959 dentro del folleto «Presencia Anarquista», editado por el Grupo Anarquista «Libertad» en La Calera, comuna de la provincia de Quillota, Región de Valparaíso.
¡A tu Salud Joven Poeta! ¡Que la tierra te sea leve!
«Figuras del anarquismo chileno: José Domingo Gómez Rojas», por Federico Cortés
Fue una revelación anarquista del año ’20. Martirizado atrozmente por los esbirros del Estado y del Capitalismo, en las mazmorras de Santiago, se le arrojaron baldes de agua en la cabeza hasta enloquecerlo.
Gran poeta chileno que puede colocarse al lado de los grandes del mundo, tales como Guerra Junquiero, Homero, Béquer, Tagore, Alberto Chiraldo (sic) García Lorca, Walt Whitman, y tantos otros.
A los 16 años escribió su primer poema de “Rebeldías Líricas”. Escribía en la revista literaria “Letra Lírica” (sic), bajo el seudónimo de Daniel Vásquez.
Gómez Rojas era además un elocuente orador popular; sabía exaltar a las multitudes como el que más. Se cuenta de él que una vez habló ante 40.000 personas durante más de una hora y media, subido en un poste de la corriente eléctrica. La policía le ordenaba que se bajase y él no hacía caso. Así, hasta que terminó su discurso.
Fue miembro afiliado a los Y.W.W. (sic) (Trabajadores Industriales del Mundo), organización orientada por los anarcosindicalistas y que tuvo gran auge en las primeras décadas del presente siglo.
Uno de sus más famosos poemas es el ¡MISERERE! Gómez Rojas decía: “no he de morir en vano”. Y su profecía resultó cierta, pues cuantos sabemos apreciar su labor, no desperdiciamos la ocasión para hacerla revivir constantemente. Con su nombre han sido formados varios centros de Estudios Sociales, de orientación anarquista, en Santiago, en Valdivia y en Iquique un Cuadro Dramático Popular.
Alguien dijo que su entierro valió por una revolución. Y lo cierto es que Gómez Rojas estará por siempre en la vanguardia del pensamiento revolucionario en Chile.
Saludos desde México. Gran hombre José Domingo
maravilloso correo enviado por el grupo