Archivo de la categoría: Biografías

Biografía: Paul Signac, el arte de la anarquía (1863-1935)

Durante los miércoles de abril, el Grupo de Estudios está organizando las Sesiones Ácratas, jornadas donde, además de charlas, lanzamientos y exhibiciones audivisuales, pueden encontrar una pequeña exposición titulada «Paul Signac: el arte de la anarquía». Por esta razón, hemos traducido esta breve biografía de Paul Signac, pintor francés neo-impresionista y anarquista que, trabajando junto a Georges Seurat, desarrolló el estilo puntillista. La biografía apareció originalmente en el periódico «Organise!» que edita la Anarchist Federation (UK).

Paul Signac (nacido el 11 de noviembre de 1863, Paris, Francia – muerto el 15 de agosto de 1935, Paris, Francia).

Paul Signac, al igual que sus compañeros franceses Camille Pisarro y Maximilien Luce, era a la vez un excepcional artista y un anarquista. Era un teórico de las nuevas técnicas de la pintura, un amante del mar  y la navegación, y un “descubridor” de St. Tropez.

Paul Signac en 1923

Paul Signac en 1923

Nacido en una familia burguesa, nunca tuvo problemas financieros y pudo pintar en buenas condiciones. Después de haber visto una exposición de pinturas de Monet en 1880, decidió terminar sus estudios y convertirse en un pintor impresionista. Sus primeras pinturas representan los muelles del Sena en Asnieres y en la costa.

En 1884, en el Salón de Artistas Independientes, se encuentra con Georges Seurat y adopta una nueva técnica de pintura: nace el neo-impresionismo. Los colores utilizados eran puros, aplicados en pequeños detalles para la máxima luminosidad y armonía. Signac usa teorías científicas del color en su trabajo. Él pensó que la ciencia podría tener en el arte un efecto revolucionario. Como Maximilien Luce, Signac quería poner en sus pinturas la vida de los trabajadores y campesinos: por esto una de sus pinturas incluye gasómetros en el borde del pueblo. También pintó interiores de casas burguesas donde las personas tienen un aire siniestro.

En 1887, pintó cuadros del puerto de Collioure, y al año siguiente del puerto Portrieux. Como amante del mar, visitó la costa del Mediterraneo en 1892 y descubrió St. Tropez. Sigue leyendo

Educación: «El papel de la pedagogía libertaria», por Lamberto Borghi

[Leer en PDF. Archivado en Educación]

Lamberto Borghi (1907-200o) fue un pedagogo italiano que realizó grandes aportes para comprender los principios de la pedagogía libertaria. A pesar de que tuvo que abandonar durante largos Italia, desarrollando gran parte de su carrera en varias universidades de Estados Unidos (incluyendo Harvard, Cornell y Boston), sus teorías pedagógicas influyeron hondamente en autores italiano, entre los cuales cabe destacar a Francesco Codello.

Lamberto Borghi (Bologna, 1991)

Además de su labor como académico, Lamberto Borghi fue director del proyecto educativo «La escuela y la ciudad», nombre que luego tomó el libro editado por Elèuthera (Milano, 2000), en el cual se reúnen sus trabajos más representativos.

El trabajo que presentamos a continuación estaba hace bastante tiempo en nuestro sitio web (desde el año 2009). Sin embargo, en esa ocasión, no destacamos la relevancia de este escrito para comprender el lugar de la pedagogía libertaria en el panorama actual. En efecto, en pocos párrafos, Lamberto Borghi demuestra tener una comprensión muy clara de los principios educativos que mueven al aprendizaje libertario, sobre todo cuando desarrolla «el problema del poder», tópico muy citado en las discusiones actuales y que nuestro autor plantea desde la visión anarquista: «En una visión, como la anarquista, que amplía la temática educativa a todos los aspectos de la vida social, la adquisición de la capacidad de autoregulación en la cual se apoyan los fundamentos de la educación libertaria, tiene, como contrapartida, la extinción de todas las formas de convivencia basadas en relaciones de poder».

Lo cierto es que esta es, quizás, una de las lecturas más interesantes para introducirse en la pedagogía libertaria. Apareció originalmente en la brillante Revista de Comunicaciones Libertaria «Bicicleta»:

«El papel de la pedagogía libertaria», por Lamberto Borghi [*]

El principio que hace del pensamiento anarquista un fundamento de teoría pedagógica es el de la autoregulación del hombre, bien como ser singular, bien en su convivencia social. Aprendizaje y comportamientos que se poseen realmente son aquellos que crea el propio sujeto cognoscente. La idea del saber, como proceso auto-iniciado y auto-motivado por parte del individuo, sea niño o adulto, está profundamente inserta en la teoría contemporánea de la educación. La noción de que conocemos efectivamente sólo lo que sabemos «mandare ad efetto», es la trama que nos permite encontrar el carácter unitario de la filosofía y de la pedagogía desde Vico hasta nuestros días. Con Dewey se convierte en la regla del movimiento de la educación activa. Las ideas simplemente transmitidas son «cosas»; les falta la naturaleza del pensamiento. Para ser ideas, deben surgir de las experiencias del sujeto. Este aspecto central de la educación por el conocimiento, tiene una importante aplicación práctica, y comporta una forma particular de concebir y realizar la escuela y las relaciones interpersonales en todas las formas en que se explica la actividad educativa, es decir, y resumiendo, en toda la vida social. Sigue leyendo

Dossier «Viajes y encuentro de Rudolf Rocker»: «La ejecución de Francisco Ferrer»

[Leer en PDF. Archivado en Dossier]

Hace unos días se cumplieron 103 años de los sucesos acontecidos en el castillo de Montjuich que concluyeron con el fusilamiento del pedagogo Francisco Ferrer i Guardia.

Su crimen fue educar sin obedecer las ideas clericales ni los principios de la monarquía española. Siguió, en cambio, una educación racionalista e integral, señalando principalmente que «importa principalmente desarrollar seres enteros y no únicamente fragmentos». Se le acusó injustamente en dos ocasiones, terminando la segunda en una apresurada condena a muerte. A pesar de las protestas que ocurrieron desde Lisboa a Brusales, extendiéndose hasta París y Buenos Aires, y del apoyo de reconocidos autores como Anatole France o Máximo Gorki, Francisco Ferrer fue fusilado. Pese a esto, su proyecto educativo continuó. No sólo en Barcelona se fundaron Escuelas Modernas, sino también en diversas regiones, como Estados Unidos o Brasil (este año serán 100 años de la Escuela Moderna de Sao Paulo).

En este texto, Rudolf Rocker, quien compartió en varias ocasiones con Ferrer, nos narra desde su vida cómo sucedió el proceso que llevó al triste desenlace, adhiriendo a esta interesante narración las instancias en que se encontraron junto a otros anarquistas, como Errico Malatesta, Alexander Schapiro o Lorenzo Portet, quien fue el encargado de continuar la obra de la Escuela Moderna, o las anécdotas de otros personajes olvidados, como el joven judío Morris Shutz o el español Pedro Vallina.

Asimismo, Rudolf Rocker, admitiendo su enorme interés por la historia del anarquismo español, reseña a otras dos personalidades de gran importancia en la región ibérica, dos anarquistas ingenieros que realizaron grandes aportes: Jose Prat y Fernando Tarrida del Mármol. Ambas reseñas son recomendables, sobre todo por Tarrida del Mármol, autor poco recordado en la actualidad, pero que, sin embargo, aun posee ideas muy claras para el desarrollo de la anarquía hoy en día.

En fin. Esta narración, aparecida en el segundo tomo de las memorias de Rudolf Rocker, es una crónica sobre Ferrer i Guardia y, también, una reseña del anarquismo español.

«La ejecución de Francisco Ferrer», por Rudolf Rocker [1]

El 9 de octubre de 1909 un consejo de guerra en Barcelona condenó a muerte a Francisco Ferrer, el fundador de la Escuela moderna, como su­puesto promotor de la rebelión de julio en Cataluña. Aunque los pormenores de ese repugnante crimen judicial sólo eran conocidos parcialmente en el extranjero entonces, todo el que no estaba desesperadamente deslumbrado por las ideas clericales, sintió que la monarquía española había planeado en este caso un asesinato judicial a sangre fría y quiso aprovechar la ocasión favorable para destruir la labor cultural de Ferrer, que era como una espina en los ojos para la iglesia y la reacción social desde hacía tiempo. Si se hu­biese tenido realmente pruebas palpables de la culpabilidad de Ferrer, no se le habría llevado a un consejo de guerra y no se le habría imposibilitado toda defensa efectiva. El hecho de querer ejecutar la sentencia a toda prisa, dos días antes de la apertura de las Cortes, pues se temía con razón grandes demostraciones contra el asesinato proyectado, mostró claramente que el gobierno conservador de Maura tuvo desde el comienzo el firme propósito de poner a la representación popular ante un hecho consumado. Sigue leyendo

Documento: Figuras del anarquismo chileno «José Domingo Gómez Rojas», por Federico Cortés [Grupo Anarquista Libertad, 1959]

[Leer en PDF. Archivado en Literatura]

Entre las numerosas fuentes históricas que nos hablan de las y los anarquistas en Chile, el nombre de José Domingo Gómez Rojas salta una y otra vez a la vista. Y no es extraño: la vida de este joven poeta, asesinado por el Estado una fría mañana del 29 de septiembre de 1920, estuvo marcada por la solidaridad con los desposeídos, trabajadores, pobres.

Su vida, no del todo estudiada y menos aún comprendida, ha sido y es ejemplo para generaciones de anarquistas que levantan propuestas, especialmente desde el ámbito de la cultura, al que el muchacho estuvo ligado por medio de las escuelas nocturnas, la FECh, las sociedades de resistencias y, sobretodo, por medio de sus compañeros literatos de los años ‘20: Antonio Acevedo Hernández, Manuel Rojas, “Pancho” Pessoa Véliz, J. S. González Vera; pero también de camaradas, especialmente obreros y zapateros, como el viejo Silva, que comprendiendo el valor de la educación y la autoformación, participaron de aquellos cuadros dramáticos y de la veladas culturales. Por eso, no es extraño que desde acaecido su asesinato, en cada década jóvenes y no tanto, se agrupen en torno al nombre de Gómez Rojas para continuar un camino propuesto por una generación no del todo recordada, pero jamás olvidada.

El siguiente documento fue publicado en 1959 dentro del folleto «Presencia Anarquista», editado por el Grupo Anarquista «Libertad» en La Calera, comuna de la provincia de Quillota, Región de Valparaíso.

¡A tu Salud Joven Poeta! ¡Que la tierra te sea leve!

«Figuras del anarquismo chileno: José Domingo Gómez Rojas», por Federico Cortés

Fue una revelación anarquista del año ’20. Martirizado atrozmente por los esbirros del Estado y del Capitalismo, en las mazmorras de Santiago, se le arrojaron baldes de agua en la cabeza hasta enloquecerlo.

Gran poeta chileno que puede colocarse al lado de los grandes del mundo, tales como Guerra Junquiero, Homero, Béquer, Tagore, Alberto Chiraldo (sic) García Lorca, Walt Whitman, y tantos otros.

A los 16 años escribió su primer poema de “Rebeldías Líricas”. Escribía en la revista literaria “Letra Lírica” (sic), bajo el seudónimo de Daniel Vásquez. Sigue leyendo

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: «Mi encuentro con Max Nettlau»

[Leer en PDF]

Continuamos con nuestro dossier de Rudolf Rocker. El tercer artículo que presentamos lleva por título “Mi encuentro con Max Nettlau”, aparecido originalmente en el libro“En la borrasca (Años de exilio)” (Buenos Aires : Editorial Tupac, 1949), de Rudolf Rocker.

El escritor francés Marcel Schwob, en su libro “Vidas imaginarias”, nos dice que  las ideas de los grandes hombres son patrimonio común de la humanidad, pero que lo único que cada uno de ellos poseyó realmente fueron sus rarezas. Cuando Rudolf Rocker realiza la tarea de describir, lo hace mirando la labor, las ideas y al individuo mismo, dándonos aquella imagen que Schwob reclama, evitando también que la ciencia de la historia nos sume en la incertidumbre acerca de los individuos, como comenta el mismo escritor francés. Sin embargo, Rocker, en su labor como historiador, de cierta manera nos entrega muchas de estas extrañezas particulares y desconocidas, entremezclada con esa vida más notoria, sus ideas, sus pensamientos. Este rasgo, sin duda, lo adquirió gracias a Max Nettlau, tal como podemos leer en este escrito.

No hay duda que Max Nettlau fue un gran hombre, y también un gran difusor de la cultura anarquista. Siendo muy joven, a los 23 años, realiza su doctorado en filología con una tesis sobre la gramática de los idiomas celtas,  y en sus trabajos posteriores terminó estudiando al anarquismo y, sobre todo, la vida y la militancia de Bakunin, llegando a formar una obra monumental. Algo que para él mismo resultaba totalmente irónico, debido a su tendencia de preocuparle las cosas “impopulares”. Pese a eso, su labor fue magistral, su seriedad, rigurosidad y constancia es ejemplo a seguir. No por nada, Rocker lo llamará el Heródoto de la anarquía, recordando al padre de la historia, y reconozca que él mismo lo haya incitado a su actividad literaria.

Max Nettlau, última fotografía.

Pero pocos se imaginan a Nettlau como un hombre tímido y algo retraído. A lo más, deben verlo como un orador poderoso e imponente, como podría proyectar su gran envergadura. Resulta bastante  grafico cuando, en el marco del congreso de la C.N.T, al cual había asistido de oyente, sin que él supiera, es llamado a decir algunas palabras al público presente, pero que luego de articular, literalmente, tres palabras, abandona velozmente para desaparecer entre el publico.

Fue, como nos comenta Rocker, un enemigo de todos los dogmas y de todas las trabas que obstaculizan el pensamiento independiente. Reacio a aceptar las interpretaciones históricas forzosas y convenientes. El mismo Nettlau afirma que una iniciativa nueva vale mucho más que un sinfín de teorías que ya no sirven de nada, y que recurrir a estas ideas viejas, sólo son síntoma de la pereza de pensamiento. Es más, se declaraba anarquista, pero de ninguna escuela, y era bastante lucido al comprender que los sistemas económicos debían ser probados, necesariamente, en la realidad, ya que las ideas preconcebidas suelen chocar con resistencias insospechadas.

Nettlau, por un lado, sin duda alguna, fue un propagador del anarquismo que no llegó a militar en grandes organizaciones ni participar en muchas. Era un hombre que aborrecía los dogmas, los absolutismos, la estrechez de pensamiento y para quien la libertad no era una abstracción, sino algo posible en el diario vivir. Creador de una obra monumental y de importancia infinita para estudiar y comprender al anarquismo, y sobre todo para practicarlo. Y por otro lado, un hombre tímido, que no poseía vanidad alguna, que llegó a vivir en condiciones muy precarias y miserables, y que aborrecía los minutos de fama o “publicidad de su persona”. Que fue reconocido y aplaudido por las y los compañeros anarquistas, no porque haya pedido tribuna, homenaje, ni  crédito alguno, sino por el sólo hecho de crear un trabajo constante, riguroso y serio, que incluso al mismo Eliseo Reclus le sorprendió, reconociendo que antes de él no había sabido “cuan ricos eran” como movimiento anarquista, le valió el merito que merecía.

Un texto de mucho valor para conocer los espíritus inquietos que la anarquía ha ido configurando en su derrotero. Una enseñanza, también, para aquellos que quieran comprender el modo en que se comprende la historia desde la óptica libertaria:

«Mi encuentro con Max Nettlau», por Rudolf Rocker. [1]

Fué en la época del congreso de Londres cuando me encontré por pri­mera vez personalmente con Max Nettlau, el gran historiador del socialismo libertario. Era entonces conocido por muy pocos, aunque se había ocupado desde hacía años de vastos estudios preparatorios para sus futuros trabajos históricos. Sólo un pequeño número de viejos compañeros como James Guillaume, Víctor Dave, Eliseo Reclus, Errico Malatesta, Pedro Kropotkin y otros más tenían conocimiento de sus estudios. Incluso para los compañeros ale­manes era casi enteramente desconocido en aquella época. Sus primeros tra­bajos históricos valiosos, que habían aparecido a comienzos del decenio en la Freiheit de Most, fueron impresos sin mención del autor. También los pocos artículos que había escrito para el Sozialist de Landauer en Berlín, habían sido firmados con las iniciales de su nombre; igualmente la mayor parte de sus contribuciones de entonces a Freedom, La Révolte y otros perió­dicos. Como Nettlau no era orador y no participaba tampoco públicamente en el movimiento, la mayor parte de los compañeros apenas tenían noticia de su existencia.

Nettlau solía ir todos los años por unos meses a Londres y se dedicaba a sus estudios en la rica biblioteca del Museo Británico. Con los compañeros alemanes de Londres mantenía muy poco trato. La causa de ese retraimiento eran las continuas luchas en el viejo movimiento, que había vivido en parte personalmente. Era un amigo íntimo de Víctor Dave, con el que estuvo ligado toda la vida, y como los partidarios de Peukert combatían del modo más furioso a Dave entonces, no podía menos de ocurrir que también Nettlau les fuese poco grato, aunque él nunca tuvo participación personal en aquellas disidencias internas. El recuerdo de aquellos tiempos había dejado en él notoriamente impresiones que no le incitaron tampoco ulteriormente a reanu­dar las relaciones interrumpidas con los camaradas alemanes de Londres. Sólo con Bernhard Kampffmeyer y Wilhelm Werner estaba en estrechas relaciones y por ambos le conocí también más de cerca luego. En cambio eran tanto más vivas sus relaciones entonces con Malatesta y su círculo y con los compañeros del Freedom Gruppe, el único círculo que 1e contó como miembro. Con una cierta restricción: a incitación de Víctor Dave se había adherido a fines de la década 1880-90 por un tiempo a la Socialist League fundada por William Morris y otros, pero luego entró en el pequeño círculo del Freedom Gruppe, al que se sintió ligado hasta la muerte de Tom Keell. Sigue leyendo

«De armonías musicales y de luchas sociales», por Maxi Astroza-León

En 1952 llega a Chile el músico Dámaso Pérez Prado para una gira de conciertos y presentaciones en Chile. Para la sociedad de entonces, esa tan esperada visita, según el director de la orquesta “Rumberos del 900” significó el inicio de un movimiento musical que abarcó a esa generación, provocando un despegue de la música tropical en sus expresiones de orquestas y sonoras al ritmo del mambo, chachachá, bolero, cumbia. Las radios comienzan a transmitir esas armonías tan pegajosas, interpretadas por la “Huambaly”, en canciones que hacían mover los pies, caderas y hombros, juntando cuerpos y alegrando a la sociedad. Fue en esta misma década de 1950, que Chile vio surgir de entre la clase trabajadora, la unión tanto esperada y anhelada por tantas y tantos que creían que una real alternativa al capitalismo era una clase trabajadora organizada, luchadora, autónoma. Así, en 1953, nació la Central Única de Trabajadores (C. U. T.), de la implacable perseverancia de sindicalistas como “Don Clota” y otros. Por aquellos años, la lucha sindical se hizo constante en la medida que las condiciones de vida y trabajo no mejoraban. Las ideas sobre cómo debía ser y los objetivos de “la” revolución eran discutidos y defendidos de forma vehemente por unos y otros, discutidos en la política de salones por algunos “representantes burgueses” del pueblo, y defendidos en la calle y aulas obreras, por intermedio de folletines y cartillas de formación que se distribuían para la concientización, así como también por intermedio del mejor y más práctico, humano y sencillo “cara a cara”. Aquellos años de mitad del siglo recién pasado, que algunos historiadores han venido a ver como tiempos de fantasmas libertarios, espectros anarquistas reflejos de una política propia de las décadas de 1920 ó 1930 –imágenes de los cuentos de Manuel Rojas o J. S. González Vera-,  o el final del decaimiento del movimiento libertario, fue a la vez de un desarrollo musical esplendoroso tanto para los artistas como bohemios de las ciudades principales del país, como de una influencia implícita de los valores libertarios en el mundo del trabajo. En este sentido, ¿qué tiene que ver la música y la lucha social? Sigue leyendo

Literatura: Sobre Antonio Acevedo Hernández

[Artículo archivado en Literatura]

¿Quién fue Antonio Acevedo Hernández? Algunos han llegado a decir de éste que fue el Padre del Teatro Social Obrero, cuyos textos resonaron en los Centros Sociales, Sindicatos, Bibliotecas, en la “Casa del Pueblo”, aplaudidas por los zapateros anarquistas y los obreros de los barrios cercanos a Av. Matta con San Diego, en el centro de la cuidad de Santiago; otros, en tanto, se refirieron a él en cuanto no era más que un carpintero seudoletrado, que más que escribir, “aserruchaba” las ideas, clavando luego las palabras que consideraba propicias, construyendo, si es que contaba con cierta habilidad de carpintero –de lo cual también se dudaba-, un mueble apenas utilitario.

Acevedo Hernandez

Antonio Acevedo Hernández (8 de marzo de 1886 - 1 de diciembre de 1962)

Así, Antonio Acevedo Hernández, una noche de hambre y pobreza y dolores del alma, como otras tantas y tantas hubo de vivir, conoció en el banco de una plaza a un joven José Domingo, amigo de obreros, anarquistas, poetas, estudiantes, sindicalistas. El poeta “cohete” le exigió ver los papeles que tenía. Y he allí, ¡eureka!, lo que muchas y muchos andaban buscando: el dramaturgo popular.

“… Tres famosos bandidos comarcanos lo prohijaron. Bajo su tutela aprendió a manejar diestramente la baraja, a empuñar con seguridad y certeza aquella escalofriante y fría amenaza que es el corvo, arma favorita del lanchero, del estibador, del minero, el guaso y el roto de las pampas. Conoció la desesperante y nerviosa inquietud de las emboscadas, las persecuciones a través del campo, las frenéticas huidas hacia la cordillera blanca e insensible, pero misericordiosa con el fugitivo. Sin embargo, su corazón lo llevaba hacia otros y muy distintos derroteros. Tenía sed y apetencia de nuevos horizontes; quería trajinar, alegre y despreocupadamente el mundo entero. Arrastrado por este singular prurito, abandona pronto a sus novelescos protectores, y abraza uno de los oficios de su padre: el de carrilano o peón ferroviario.

Empieza para él la soñada y fantástica sentimentalidad de los viajes: las salidas nocturnas de los trenes, como en un sopor de pesadilla; el lamentable aspecto de las estaciones desoladas y tristes; el espectáculo de los potreros convertidos en oro de buena ley y bajo la caricia sensual y jubilosa del sol … Este fue el impulso inicial, y posiblemente el más impresionante, que recibió su imaginación de púber rebelde y desarraigado. Principiaba ya a germinar en él la letra, inexorable y tácita semilla de la finalidad artística. Sigue leyendo

A 100 años de la muerte de Tolstoi: La relación de Kropotkin con Tolstoi

Ya que hablamos de literatura rusa, no está de más analizar la relación de Kropotkin con Tolstoi, que aunque indirecta, pues jamás llegaron a verse, se caracterizó por un fuerte respeto mutuo. Sus ideas tenían mucho en común. Ambos odiaban al Estado y a cualquier género de institución que obstaculizarse la libertad de conciencia y de acción del individuo, ambos atacaban la propiedad, ambos creían que el sentido moral innato del hombre bastaría para impedir todos los males por cuya cura los gobiernos intentan convencernos de que aceptemos los males aún mayores de la policía y los ejércitos, las leyes y los castigos. Pero diferían en dos cuestiones importantes. En primer lugar, Tolstoi condenaba sin reservas la violencia en cualquier circunstancia, mientras que Kropotkin, a despecho de profundos sentimientos personales, estaba dispuesto a admitir su necesidad en determinadas condiciones extremas. En segundo, Tolstoi sostenía que el cambio social debía producirse como consecuencia de un cambio moral del individuo cuando éste comprendiese que “el reino de Dios está dentro”, lo que a su vez influiría en las acciones de los hombre y alteraría la norma moral y todas las relaciones sociales. Este elemento ocupaba sin duda su lugar en las enseñanzas de Kropotkin y muchos otros anarquistas, pero tendía a quedar oscurecido por una doctrina de lucha social, que Tolstoi consideraba mera perpetuación del viejo mal. En vez de una contraviolencia propugnada prescindir de la cooperación del Estado y sus instituciones subsidiarias y negarse por completo a obedecer.

Kropotkin y Tolstoi

Tolstoi respetaba a Kropotkin considerándole hombre de integridad que había sacrificado mucho en su oposición al zarismo. Kropotkin consideraba a Tolstoi un gran escritor que había consagrado su vida y su prestigio a la causa de los oprimidos, y que había arriesgado mucho en sus valerosos ataques a la política zarista desde dentro incluso de Rusia.

Su primer contacto se produjo al parecer con la llegada a Inglaterra del principal discípulo de Tolstoi, Vladimir Chertkov. Este tolstoiano exiliado era, por extraña coincidencia, oficial de servicios en el Hospital Militar de San Petersburgo cuando Kropotkin se fugó. Se hicieron íntimos amigos, y Cherkov fue visitante regular de la casa de Kropotkin en Bromley. Poco después de conocerse, Kropotkin pidió a Chertkov que transmitiese a Tolstoi un mensaje expresándole su cordial admiración. Parece ser que hizo alguna referencia a su diferencia de opiniones en la cuestión de la violencia, pues Tolstoi escribía poco después a Chertkov:

“La carta de Kropotkin me ha complacido mucho. No me parece que sus argumentos en favor de la violencia expresen sus opiniones, sino únicamente fidelidad a la bandera bajo la que ha servido honradamente toda su vida. No me cabe duda de que tiene que darse cuenta de que la protesta contra la violencia, para ser fuerte, debe tener un fundamento sólido. Pero una protesta por la violencia no tiene fundamento y por esta misma razón, está destinada al fracaso.”

Chertkov leyó estas palabras de Kropotkin, que se alteró mucho por lo que consideró una mala interpretación de su actitud pues contestó: “Para comprender hasta que punto simpatizo con las ideas de Tolstoi, baste decir que he escrito todo un volumen (se refiere a El Apoyo Mutuo) para demostrar que la vida se crea no por la lucha por la existencia, sino por el apoyo mutuo».

Sigue leyendo

Biografías: Escritos Personales de Gómez Rojas

Los escritos personales siempre son una fuente importantísima y muchas veces invaluable en la comprensión de la vida y de las obras artísticas de escritores en general, más aún de los poetas.
El poeta, cuando fluye su energía, no lo hace pensando en cuanto de ello podrá servir más tarde en la elaboración de una “historia” o “narración”, resultando de esto cierta ininteligibilidad cuando se desea ir más allá del análisis literario. De allí que los textos que les presentamos a continuación, extractos tomados de los manuscritos de José Domingo Gómez Rojas -conocidos como su “Diario Íntimo”- los consideramos fundamentales. Lamentablemente, hasta el momento, sólo hemos tenido acceso a algunas de las páginas del Diario Personal, aunque no perdemos las esperanzas de encontrar los restantes fragmentos, así también las partes faltantes de sus obras poéticas, teatrales y de crítica literaria, a las cuales dedicó parte de su tiempo, según hemos podido leer. Estos manuscritos contribuyen a figurar de la manera más completa y compleja a Gómez, ya sea en términos personales, intelectuales, artísticos y políticos, ya sea dándonos la oportunidad de encontrar lazos entre el hombre, la época y las corrientes literario-artísticas de las cuales rescata ideas y valores. Sinceramente creemos que este es un valioso aporte al conocimiento, comprensión y valoración de las obras del poeta y de la trascendencia que debería tener para la vida literaria chilena. (Seguir Leyendo)

Rebeldias Líricas, de Gómez Rojas

Rebeldias Líricas, de Gómez Rojas

Otras entradas relacionadas:

» Biografía: Rebeldía y Libertad. Sobre J.D. Gómez Rojas / por Maximiliano Astroza-León

» Voces para un retrato de Baldomero Lillo / de Diario El Mercurio

» Manuel Rojas, precursor del boom latinoamericano / de Diario El Mercurio