Geografía: La Geografía Vivida, la Geografía Feminista de Flora de Tristán

[Por Maximiliano Astroza – León. Texto archivado en Geografía]

LA MADRETIERRA

Hace un tiempo se nos preguntaba por qué como Grupo de Estudios no hemos dado la discusión sobre el importantísimo rol que le cupo al feminismo en la configuración de las ideas socialistas. Respecto a ello y sin desear acotar el tema, muy por el contrario sino ampliarlo, densificarlo, sustanciarlo, es que hoy, en el marco de una aproximación geográfica a los estudios latinoamericanos, reconocemos el gran aporte femenino al desarrollo de los socialismos y de una necesaria mirada socioecológica al espacio que habitamos, pues no por nada, la Humanidad, desde tiempos antiguos se ha referido a nuestro planeta como una Madre acogedora, la “Mama Pacha”, LA MADRETIERRA.

Flora Tristán (1803-1844)

Flora Tristán (1803-1844)

CAMINOS HACIA LA LIBERTAD

En nuestros debates grupales, particularmente los referidos al espacio que habitamos, surgen las ideas de libertad y solidaridad como raíz, árbol y fruto de una presente y futura construcción espacial de la anarquía. Así mismo, estas ideas constituyen motivaciones para que seres humanos se lancen a la aventura de vivir. Sin ir más lejos, Eliseo Reclus dijo, respondiendo a aquellos que juzgaron su vida y obra con la mirada inquisitorial, a los que nada o poco entendieron de su manera de comprender el universo: “He recorrido el mundo como un hombre libre”. Aquella misma mirada y juicio recibió y sufrió Flora de Tristán, mujer nacida y casada en la Europa de la primera mitad del ochocientos, atada a las contingencias económicas, las costumbres religiosas, las murmuraciones de la sociedad burguesa, la tiranía del matrimonio y del falso amor. Entonces, nos preguntamos: ¿quién fue Flora de Tristán, compara por Carlos Rama con Manuel González Prada y José Carlos Mariátegui, “a los cuales no se comprendería sin antes considerar la visión de su precursora y hermana en el socialismo”? Ella, autoproclamándose “paria” de una sociedad mentirosa y enclaustradora; ella, la que al tiempo recorrió, observó, comprendió y nos dio a conocer en sus ardientes páginas  el mundo con mirada de mujer, enfrentándolo y derribándolo, viviéndolo como una mujer apasionada, cristiana y luchadora.

Flora de Tristán, hubo de verse recorrer el mundo que vivió como una esclava de los prejuicios y normas sociales con que la aristocracia, los burgueses o la religión amarran a la humanidad, contra los cuales nunca dejó de resistir. Llegó a titular uno de sus escritos más importantes como “Peregrinaciones de una paria”[También editado en Chile como “Mi vida”, por la Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, julio, 2003] nombre más que significativo y que nos deja entrever un discurso feminista, arraigado en una visión particular de la sociedad y del planeta, de la naturaleza humana y ecológica, manifiesta en su demoledor juicio: “Maldecía esta organización social que, opuesta a la providencia, sustituye con la cadena del prisionero el lazo del amor y divide la sociedad en siervos y amos”. En este mismo sentido, es interesante cómo reflejó la imagen del hombre y la mujer, adquiriendo su relato tintes antropológicos, describiendo y caracterizando a personas de los más disímiles lugares: Francia, Alemania, Inglaterra, Chile, Perú, etc. calibrando en las personalidades de aquellos la educación, la cultura, la sociedad de la cual provienen. En este contexto, es interesantísimo el modo en que asume una posición sobre temas tan delicados para  entonces como la servidumbre femenina, ya sea en el matrimonio o en la Iglesia Católica, a la vez que de los negros. Con respecto a lo primero, no podemos sino citar el excelente ejemplo de los monasterios visitados en su estadía en Perú, el Santa Rosa, verdadero ejemplo de cárcel institucional, social, política y espacialmente organizada, para reprimir los espíritus libres,  sometiendo incluso el paisaje y con ello el modo de configuración espacial: “Arequipa es una de las ciudades de Perú que alberga mayor número de conventos de hombres y mujeres […] Pero, ¡ay!, no es en los claustros en donde ese deseo de reposo que siente el corazón desengañado de las ilusiones del mundo puede quedar satisfecho. En el recinto de aquellos inmensos monumentos no se encuentran más que agitaciones febriles que la regla cautiva pero no ahoga.”, fusionando su juicio con la expresión de sus sentimientos hacia la naturaleza, tratando de encontrar una explicación a aquella tortura religiosa, estructurando un paisaje peculiar de la ciudad, pues “cuando al atardecer subía a lo alto de la casa para admirar los hermosos y melancólicos matices que los últimos rayos del sol esparcen sobre el valle de Arequipa, mis ojos se dirigían involuntariamente al convento de Santa Rosa.” [Tristán, Mi vida, pp. 215 – 216], el que ocupa un lugar central. En estos puntos, a veces fragmentarios, destellos de luz en la oscuridad, nos es permitido conectar una red en donde confluyen el pensamiento feminista de la peruana con atisbos de caracterizaciones espaciales, es decir, que esta red puede servir de punto de partida para hablar de una geografía feminista vivida.

Ahondando por ello en el análisis geográfico feminista, y a propósito de su texto “Peregrinaciones…”, ¿qué significado le dio en su momento, Flora de Tristán, a su viaje? Nos da una pequeña luz cuando dice que “Nunca he llegado a un país desconocido sin sentir una agitación más o menos viva. Mi atención, casi a pesar mío, se dirige hacia todo lo que me rodea y mi alma, ávida por conocer y comparar, se interesa por todo” [Tristán, Mi Vida, p. 269], pero que se comprende mucho mejor si tenemos presente que el viaje desde Europa a Perú no sólo fue de interés económico, sino también de descubrimiento de sí, de los hombres, sociedades y lugares en los cuales vivió y recorrió. Señala: “En 1833 me hallaba todavía muy lejos de tener las ideas que después se han desarrollado en mi espíritu. En aquella época era muy exclusivista. Mi país ocupaba en mi pensamiento más sitio que todo el resto del mundo. Era según las opiniones y los usos de mi patria que juzgaba las opiniones y los usos de los demás. El nombre de Francia y todo lo que se vinculaba con ella producían sobre mí efectos casi mágicos. Entonces consideraba a un inglés, un alemán o un italiano como extranjeros. No veía que todos los hombres son hermanos y que el mundo es su patria común. Estaba todavía muy lejos de reconocer la solidaridad de las naciones entre sí, de donde resulta que toda la humanidad experimenta el bien y el mal de cada una de ellas. Pero relato mis impresiones tal como las sentí a la vista de nuestra superioridad sobre los individuos de las otras naciones que se encontraban en Praia.” [Tristán, “Mi Vida”, p. 36. También se puede citar el análisis y edición que hace Carlos Rama en su texto  “Utopismo Socialista (1830 – 1893)” Editorial Ayacucho, p. XXIII. No podemos de hacer notar que una idea parecida con respecto a la fraternidad anacionalista nos muestra Pedro Kropotkin cuando menciona los objetivos que debe desarrollar el estudio geográfico, es decir, demostrar la hermandad de los seres humanos]. A esto, podríamos añadir otros puntos que configuran un planteamiento que desborda la crónica de viaje, el diario personal, la historia amor, la memoria o el texto histórico, configurando en ciertos momentos una novel geografía social, sobrecogedora a momentos, de los pueblos europeos y americanos que conoce, apreciaciones geográficas que no han sido valoradas en su justa medida, especialmente por parte de quienes se dedican a los estudios espaciales. Siguiendo a Carlos Rama, nos hacemos parte de algunas ideas, en especial cuando se refiere en los siguientes términos a las observaciones de la viajera: “junto a la denuncia, la pintura implacable del reverso de la sociedad de los poderosos, hay la evocación de la naturaleza, de las costumbres hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XIX y de los graves problemas económicos y políticos que afrontaba la débil república peruana” [Rama, Utopismo …, p. XXV]. Por lo tanto, partiendo de un feminismo autónomo, singular y propio, Flora de Tristán nos revela, devela y descubre el espacio que va describiendo. Desde una perspectiva contemporánea, podemos agregar que su visión corre el velo a la dominación social a que ha sido sometida gran parte de la Humanidad, especialmente las mujeres; y debido a esto, es que su mirada femenina nos es tan necesaria para comprender la relación íntima y natural entre la naturaleza, la mujer y el espacio.

TEXTOS RECOMENDADOS

TRISTÁN, Flora de. Mi vida. Editorial Cuarto Propio. Santiago de Chile, 2003.

RAMA, Carlos. Utopismos Socialistas (1830 – 1893). 2da. Ed. Editorial Ayacucho. Venezuela, 1987.