Economía: «Grupos de consumo: guía práctica»

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Hoy es 24 de diciembre, víspera de navidad. Alrededor de todo el mundo, en algunos lados más, en otros menos, el flujo de dinero ha sido más intenso de lo normal: la festividad mundial invita al consumo desmedido y a la necesidad inventada de dar regalos, sean útiles o no, sean en beneficio de algo o no.

¿Qué hacer? ¿Cómo contrarrestar la intensidad del consumismo, que es permanente, pero que se agudiza en época navideña? Algunos optan por quemar los árboles y festejar dichas hazañas, otros por lanzar consignas anti-navideñas. Nada que, en verdad, pueda aportar a pensar la forma en que consumimos y, más aún, a cambiar la forma en que el mercado se ha inmiscuido en nuestras vidas.Betarragas

Por esta razón, hoy más que nunca es la ocasión para pensar no sólo en el problema del consumismo, sino en la forma en que consumimos, en el modo en que nos relaciones con los productores y la manera en que accedemos a los diversos bienes para el quehacer cotidiano.

De esta forma, presentamos a continuación una guía acerca de los denominados «grupos de consumo», experiencia que consiste en la reunión de un grupo de personas que mancomunan sus fuerzas y se organizan para comprar alimentos (hortalizas, legumbres, lácteos, carnes, etcétera) directo con el productor, sin necesidad de intermediarios ni con el afán de la competencia.

Se trata, en efecto, de una propuesta práctica, muy viable en la actualidad si así lo queremos y nos esforzamos por realizarla. Una propuesta que lleva el ritmo de la autogestión y el principio de hacernos responsables de nuestras acciones, participando activamente en nuestras comunidades y demostrando que es posible organizarse sin necesidad de la autoridad.

Esta guía práctica se publicó en el pasado número del periódico anarquista Tierra y Libertad, editado en Madrid por la Federación Anarquista Ibérica. Por ende, sus referencias son a la sociedad española. Nuestra tarea, por lo tanto, será pensar en estos principios según nuestro contexto y posibilidad, pues, como señala Mandarina Ácida, su autor(a), «hay una infinita variedad de grupos de consumo, y no ‘un único modelo válido, o mejor'».

«Grupos de Consumo: guía práctica», por Mandarina Ácida [1]

Para formar un grupo de consumo, existen unas pautas básicas, aunque cada contexto y cada grupo van a tener sus particularidades. Hay más guías, esta no es absoluta ni contiene todo. Pero es un intento más de fomentar la aparición de esta nueva forma de consumo, más justa con los productores. Pero no olvidemos que el objetivo es que también sea más justa con los consumidores.

Empecemos por el principio… ¿Qué es? el concepto es muy sencillo: unas cuantas personas se reúne y se ponen en contacto directo con productores para comprar sus productos sin tener que pasar por el canal de distribución normal (Alcampo, Mercadona, Carrefour, etcétera). Vais a hacer un pedido grande, que os saldrá a mejor precio, y además el productor recibirá una justa remuneración por sus productos.

Esto de los grupos de consumo en un principio ha surgido como forma de consumo ecológico. y si bien es mi motivación, es posible realizarlo sin tener en cuenta el tipo de agricultura. ¿Por qué comprar a través de un grupo de consumo?

Fundamentalmente: Porque sale más barato (en el caso del consumo ecológico, hay que compararlo con cuánto nos sale consumir ecológico en los canales habituales y verás que te sale mucho más barato a través de un grupo de consumo). Y además, apoyas al agricultor, dejas de darle dinero a grandes distribuidoras que acaban cargándose la economía del sector primario, lo cual nos arruina a todos y reactivas la economía local y el mundo rural. Si formamos un grupo de consumo ecológico, además fomentaremos otras cosas (protección de la biodiversidad, variedades locales, mejora de ecosistemas, conservación de nuestros suelos, etcétera). Pero si no consumes ecológico, al menos busca pequeños productores, o acabaremos enriqueciendo a los caciques de toda la vida.

En fin, para poder llevar a cabo esto de una forma efectiva, te doy unos consejillos:

Primer paso.

Reunid un grupo de gente. ¿Cuánta? Pues la suficiente como para que sea rentable hacer el pedido conjuntamente; pero a su vez, no tanta como para que dificulte la gestión, no podáis abasteceros, etcétera. Hay un intervalo que normalmente va de unas 8 unidades familiares a unas 24 o 30. Pero en realidad es más práctico tener 2 grupos de consumo con 15 unidades familiares, que uno con 30. No sois “la competencia”, sois “grupos hermanos”.

Segundo paso.

Acordad la forma del grupo: ¿Cada cuánto haréis la compra? ¿Cómo vais a organizar el reparto para cada unidad? Existen básicamente tres modelos:

Cesta cerrada: es la más sencilla para la preparación del pedido y el reparto. Simplemente, el productor crea unas cestas variadas de unos tantos kilos con ciertos productos y cada unidad familiar recibe la suya y paga el precio pactado por la cesta. Ventajas: simplicidad. Inconvenientes: demasiado homogénea, ¿no? Mi unidad familiar no tiene por qué ser igual que la tuya y mis preferencias tampoco. Aunque también hay quien dice que así se acostumbra a comer otras cosas. En definitiva, si es la que mejor os va, ¡adelante!

Cesta abierta: antes de realizar el pedido recibís una lista con los productos disponibles. Cada unidad familiar decide qué compra y qué no: Pepita quiere 2 kilos de tomates, 1 de calabacines, 2 lechugas… pero no quiere acelgas ni pimientos, así que no los pide. a Jaimito en cambio le pirran los pimientos, así que pide 3 kilos, otros tantos de patatas y 1 lechuga. Luego, tendréis tantas listas de pedido como unidades familiares. Hay que totalizar ese pedido (en nuestro caso simplificado, 2kg de tomate, 1 kg calabacín, 3 lechugas (2+1), 3 kg de pimientos y 3 kg de patatas), y enviárselo al productor. Nos llegará el pedido conjunto y a su vez, debemos separarlo, coger cada uno lo que ha pedido y pagarlo. Ventajas: es más personalizable. Inconvenientes: algo más complejo, pero también puedes cogerle rápido el tranquillo.

Cooperativa Unitaria: se paga una cuota fija al mes, y cada semana la producción se reparte entre las cestas. Es una forma de compartir los riesgos de la producción con el productor, al convertirnos en sus socios. Ventajas: también es un modelo sencillo en organización y logística, y le das estabilidad al productor. Inconvenientes: relacionados con esa estabilidad económica que le das, lo cierto es que asumes con él los riesgos de las cosechas. Como todo: ¡valóralo!

Más preguntas: ¿Cómo realizaréis el pago? ¿Quién se encarga de contactar con los productores? ¿Quién de reunir los pedidos de cada unidad familiar y totalizarlos? ¿Quién de hacer el reparto? ¿Es rotativo? ¿Cada persona se dedica a una tarea? O ¿cualquiera de las infinitas formas intermedias de funcionar? Otras cuestiones, como legalizar o no el grupo de consumo, en forma de asociación, para tener un CiF de cara a facturas y demás, en principio no es necesario. Como todo, evaluad pros y contras y lo que más os convenga.

Si consumís ecológico, ¿necesitáis que esté certificado? ¿Os basta con que las prácticas agrícolas sean ecológicas? a mi modo de ver, el ecosello merece un apartado especial, porque no es una herramienta del todo bien diseñada. Por un lado, puede esconder prácticas no tan ecológicas, como por ejemplo productores con grandes hectáreas que dedican una parte a producción ecológica con sellito y otra parte a producción industrial con petroquímicos, jugando a dos bandas y utilizando el concepto ecológico como simple “marca diferenciadora de consumo”. Y no es lo que quieres si buscas ecológico, me figuro. En cualquier caso, no lo eres si estás leyendo esta publicación. Pero aún hay más, debido a la complejidad para conseguirlo e incluso lo caro que puede salir, deja fuera a muchos pequeños productores que en la práctica cultivan de forma ecológica. Es decir, que precisamente aquellas producciones más respetuosas con el medio: pequeña escala, integradas en el paisaje, que sustentan pequeñas economías, favorecen un mejor reparto de riquezas, y un larguísimo etcétera, son las que no optan por el sello ecológico. De todas formas, esto no significa que si tiene el sello ecológico es que sea un mamón como el del primer ejemplo.

Existen pequeños productores que evalúan aun así sus opciones, y deciden seguir manteniendo el sello, porque les facilita la venta y da más valor en el merado a sus productos.

Tercer paso.

Buscad productores por vuestra zona. Como cada producción tiene sus particularidades, esto va a provocar que algunas respuestas que teníais en el paso 2, cambien. Sed flexibles. Es una tarea algo más difícil dependiendo de la localidad donde vivas, pero puedes empezar por aquí: http://www.arcocoag.org/

Pregunta entre grupos ecologistas de la zona… investiga. Por cierto, normalmente pensamos en hortalizas, frutas y verduras. Pero también puedes encontrar legumbres, cereales, miel y otros productos apícolas, frutos secos, productos lácteos, cárnicos, etcétera.

Cuarto paso.

Buscad un lugar donde podáis recibir los alimentos. Tened en cuenta varias cosas:

El espacio, no es necesario que sea enorme, sobre todo si “escalonáis vuestra recogida”. Pero sobre todo debe ser un lugar limpio, seco, y donde podáis disponer de al menos una mesa, y poder dejar unas calculadoras, papel, algunas bolsas, hule para la mesa. Yo diría que mínimo un espacio de unos 2 x 3 m. Pensad además en: accesibilidad de la furgoneta de reparto; horarios de reparto, debe haber alguien disponible para abrir el local; que no añada costes o si lo hace, que no sean muchos, etc.

Por eso, antes de alquilar un local (con lo que va a encarecerse enormemente nuestro consumo), buscad otras alternativas: ¿sois del AMPA[2]? Igual alguna escuela o instituto podrían cederos un aula para el reparto; ¿Hay alguna asociación en el barrio con la que tengáis buen rollo? ¿Algún sindicato? He oído hasta de parroquias cediendo su espacio, pero obviamente esto no nos hace a todos sentirnos cómodos.

Para acabar, me gustaría dejar claro que un grupo de consumo debería ser algo que te aportase soluciones más que problemas, aunque los comienzos siempre son difíciles. Pero además, pensemos que es un modelo que queremos extender, que queremos que la gente lo acoja, para lo cual, debe ser práctico y no sostenerse en base a mero voluntarismo. Debe cubrir necesidades reales, de personas reales: con y sin cargas familiares, con diversidad de dietas, etcétera. Quizá en un lugar lo consigan de una forma y en otro, de otra. Manteneos orgullosos de vuestro grupo de consumo, pues hay una infinita variedad de grupos de consumo, y no “un único modelo válido, o mejor”. Un buen grupo de consumo es aquel que cumple su función: conseguir comida a un precio justo para productores y consumidores. Puede cumplir otras, pero ten en cuenta, por favor, que no se trata de competir, sino de compartir para crear algo mejor.

Mandarina Ácida


[1] Texto aparecido originalmente en el periódico anarquista “Tierra y Libertad”, n°292, Noviembre de 2012 (Madrid, España).

[2] Asociación de Madres, Padres y Alumnos.