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Literatura: Poema «Para que no me olvides», de Óscar Castro, musicalizado por Los cuatro de Chile

Dejamos a su disposición este interesante registro audiovisual de la canción «Oración para que no me olvides»,  correspondiente a la musicalización e interpretación, en versión bolero, del hermoso poema del mismo nombre, del escritor Óscar Castro (1910-1947),  en voz del conjunto «Los cuatro de Chile». Este trabajo musical se enmarca en su disco «Homenaje a Óscar Castro» editado en el año 1971en el cual destaca la versión de otros bellos poemas como es «Romance de Barco y junco» , «Responso a García Lorca» y » Por calle del Rey arriba», tributo a  Manuel Rodríguez.

http://www.youtube.com/watch?v=5Ip8GQfGLls

Entre las particularidades  de este trabajo se encuentra la participación de dos actores; Héctor y Humberto Duvauchelle, quiénes ya contaban con experiencia interpretando obras del autor rancagüino y en el relato de  la Cantata Santa María de Iquique, particularmente el primero de ellos.

La obra mencionada corresponde a una de las más exquisitas fusiones de música-poesía vistos en Chile, lo que le valió al conjunto ser vinculado y catalogado como exponentes del folclor-cultural, además del neo-folclor y la Nueva Canción chilena.

Respecto a Oscar Castro, tal como señala Sebastián Allende en su ensayo «La influencia anarquista en la literatura chilena (1900-1970)» (disponible en la biblioteca virtual de Konciencia Libertaria),  al igual que José Santos González Vera o Manuel Rojas, es representante de la literatura social chilena que se entronca desde el anarquismo.

Oscar Castro (1910-1947)

Sabemos que, por una parte, Rancagua tuvo una destacable presencia de anarquistas durante el siglo XX (representados, por ejemplo, en la cooperativa «Ergo económicos»),  y que, por otra, la generación literaria del ’38 tuvo un marcado enfoque social. Sigue leyendo

Inauguración de la nueva sección «Ciencias»: dos capítulos de «La ciencia moderna y el anarquismo», de Piotr Kropotkin

Con entusiasmo damos inicio a esta nueva sección que se dedicará al estudio de la relación entre el anarquismo y la ciencia.

Creemos que es fundamental  hacernos las mismas preguntas que Piotr Kropotkin realizó, por allá en el lejano siglo XIX y parte del siglo XX, con el objetivo de indagar en los acercamientos que pueden existir entre el pensamiento ácrata y el pensamiento científico, no desde un sentido de crear un anarquismo científico o una ciencia anarquista, en donde una se funda en la otra y viceversa, sino de estudiar y comprender las posibles conexiones y las retroalimentaciones que pueden existir entre estas dos categorías que están en constante renovación. Consideramos que es un campo bastante olvidado con respecto a otras áreas del pensamiento, como la historia o la filosofía, siendo que es un área de análisis fértil que puede ayudar en términos prácticos la realización del “proyecto anarquista” desde una perspectiva más concreta.

No tratamos de otorgar una categoría de importancia superior a la ciencia con respecto a las otras áreas del pensamiento. No obstante, sí abogamos por la integralidad del conocimiento: es menester no menospreciar y no caer en la crítica estéril. Tampoco se trata de caer en un tecnocratismo  o en un positivismo absoluto, si bien recogemos la esperanza de Piotr Kropotkin, en que la ciencia sea capaz de entregar mejores condiciones de vida a toda la humanidad, y la visión de Rafael Barret al considerar la determinación que imprime la ética humana en el objetivo científico. Reconocemos que también existen círculos viciosos, en los cuales se ha ido fomentando la idea de realizar ciencia siempre y cuando tenga una aplicación técnica,  además de la creciente proliferación de “sociedades de expertos”  en donde priman los beneficios particulares y el estancamiento del conocimiento. Fenómeno que se ve reflejado bastante bien en la inversión de la industria, en donde ésta, junto al Estado, ha canalizado y condicionado preocupantemente la creación científica.

Piotr Kropotkin estudiando con entusiasmo.

Por esta razón, esta sección difundirá y compartirá el material que se vaya recopilando en las diversas divisiones en que estará constituida, y también tratará de abarcar este complejo escenario, indagando en la historia, en las propuestas y su desarrollo,  y a su vez, abarcándola desde este siglo XXI con el objetivo de actualizar y ver la vigencia del conocimiento científico y del anarquismo cuando han ido de la mano. Esto, justamente, porque una de las preguntas que deberíamos realizarnos y que resulta apremiante en este siglo XXI es ¿Cómo hacer una ciencia más humana en beneficio de toda la humanidad y distribuir el conocimiento cooperativamente en toda la sociedad?

Con el motivo de la inauguración de la sección de Ciencias tenemos el agrado de compartir el segundo y octavo capitulo del libro “La ciencia moderna y el anarquismo” de Piotr Kropotkin, cuya tercera edición, de la cual extrajimos los siguientes escritos, vio luz en España a través de la Editorial Sempere bajo la traducción, desde el ingles, de Ricardo Mella.

Kropotkin no quedó ajeno a los grandes cambios científicos que ocurrieron en el siglo XIX, por lo cual fue profundamente influenciado por el evolucionismo darwiniano y por las corrientes científicas que se desarrollaron en aquella época para interpretar los fenómenos humanos y naturales. Se preguntaba cuál debería ser la actitud del anarquismo frente a las diversas corrientes de pensamiento, tanto filosófico y científicas, y se mostraba a favor del método inductivo-deductivo, descartando tajantemente los métodos metafísicos y dialécticos, los cuales, para él, no habían entregado ningún tipo de respuesta objetiva. Por esta razón, para entender el  pensamiento de Kropotkin, esta obra es fundamental:

«La ciencia moderna y el anarquismo», por Piotr Kropotkin

Capítulo II: Movimiento intelectual del siglo XVIII 

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Si bien el anarquismo, como todas las manifestaciones revolucionarias, surgió entre el pueblo durante sus discordias y sus tumultos y no de los estudios de los hombres de ciencia, es importante, sin embargo, reconocer la posición que ocupa en las distintas corrientes del pensamiento científico y filosófico de nuestros tiempos. ¿Cuál es su actitud  con relación a esas diversas corrientes? ¿De qué método de investigación habrá de hacer uso para comprobar sus conclusiones? En otros términos, ¿a qué escuela filosófica pertenece la anarquía? ¿Con cuál de las tendencias de la ciencia moderna tiene mayor afinidad? Sigue leyendo

Editorial Eleuterio: «Por la anarquía», de Ricardo Mella Cea

La Editorial Eleuterio, proyecto de nuestro grupo de estudios, ha sumado un nuevo título a la Colección Breves . Se trata del texto «Por la anarquía», del anarquista español Ricardo Mella Cea (1863-1925).

El autor, cuya obra podemos equiparar con la de los grandes teóricos del anarquismo internacional, realiza un interesante ejercicio retórico, hablando lisa y llanamente de la anarquía, sin necesidad de adentrarse en enredos científicos o especulaciones filosóficas: «No discutamos palabras. Los hechos lo son todo.»

¿Cuál es el resultado de esto? La articulación de diversos cuestionamientos e ideas que, a pesar de los años que nos separan, nos resultan refrescantes para el pensamiento anarquista actual:

La anarquía no será un paraíso porque el paraíso no es realizable. La anarquía será siempre la vida libre, la vida cómoda y plena lo más posible; siempre más y más cómoda, siempre más y más plena, más y más libre. Sin ninguno de los obstáculos, de las tiranías y de las expoliaciones actuales, cada uno podrá desenvolverse a su placer por todos los órdenes de la existencia.

Se trata, en efecto, de un escrito dotado de una aguda reflexión libertaria, de una maravillosa entrada a las ideas anarquistas, de una destacable óptica.

03. Por la anarquía. Ricardo Mella.

«Por la anarquía», de Ricardo Mella.

El cuadernillo es de 32 páginas y lo pueden adquirir a un módico precio (Breves es una colección económica) en Sarri-Sarri Distro & Records, ubicado en «La Galería” (San Ignacio # 75, Local 31, Entre Metro Moneda y Los Héroes).

Geografía: «La ciudad anárquica», por Colin Ward

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«Anarquía: libre cooperación». Así decía Ricardo Mella en su escrito «Por la anarquía» y que nos recuerda al teórico, escritor e historiador británico Colin Ward (1923-2010), quien realizó grandes aportes al anarquismo de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Escasamente traducido al español, pero con una amplia bibliografía donde destaca el problema de las ciudades y el modo en que el anarquismo podría enfrentar y cambiar sus formas, Colin Ward nos expone en este breve texto (aparecido en el número 19 de la revista Bicicleta) las distintas propuestas que autores libertarios han elaborado respecto al urbanismo.

Colin Ward (1923-2010)

Colin Ward (1923-2010)

Destaca la influencia de Piotr Kropotkin, así como las actuales propuestas de Murray Bookchin y el cuestionamiento acerca del mito de la vida rural. Este artículo es una excelente introducción para pensar en la geografía de las ciudades desde el anarquismo. Y también una invitación a indagar en Colin Ward, animarse a traducirlo y, con ello, incentivar al pensamiento anárquico en una ciudad donde se ha inaugurado «la torre más grande de América Latina» como símbolo del progreso económico.

«La ciudad anárquica», por Colin Ward[1]

El anarquismo —filosofía política de una sociedad sin gobierno formada por comunidades autónomas—, aparentemente, no tiene nada que ver con los problemas de la ciudad. Sin embargo, existe también en este campo una corriente de pensamiento anarquista que, en lo que se refiere a los aspectos históricos del problema, va de Kropotkin a Murray Bookchin, y en los ideológicos abarca de John Turner a los situacionistas. Lo mismo que muchos otros, cuya contribución a la elaboración de una filosofía anarquista del urbanismo podría ser inestimable, no se plantearán nunca emprender el trabajo porque al menos en espíritu, y muy a menudo en la práctica, han abandonado la ciudad.

La sede natural de cada gobierno es la ciudad. ¿Ha visto alguien una nación gobernada desde un pueblo? A menudo, si la ciudad no existe, se construye a propósito: Nueva Delhi, Camberra, Ottawa, Washington, Chandigar y Brasilia, son algunos ejemplos. ¿Y no resulta sintomático que el turista, si quiere ver lo que es realmente la vida de un país, se vea obligado a escapar lejos de las ciudades de los burócratas y tecnócratas? En Brasilia, por ejemplo, debe alejarse alrededor de quince kilómetros y llegar a Cidade Libre, donde viven los trabajadores de la construcción. Ellos edificaron la «Ciudad del 2000», pero son demasiado pobres para vivir en ella; en la ciudad que se han construido «se ha desarrollado una forma de vida espontánea, de pueblo de barracas del West, que contrasta con la formalidad de la gran ciudad, y es demasiado hermoso para dejar que se destruya».

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Hito Urbano III: «La Plaza González Vera», por Maximiliano Astroza-León

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Siguiendo con la serie sobre “Hitos Urbanos”, referente a lugares y hechos que marcan el espacio citadino, nos encontramos con uno muy especial, que homenajea como pocas veces se hace a un escritor libertario y hombre sencillo, muy querido no sólo por sus amigos, sino por el hombre y mujer común que, leyéndolo, se reencontró consigo mismo; de alguien que no habló desde lejos ni de alto: José Santos González Vera, el humorista.

Plaza González Vera

Plaza González Vera, en Av. Salvador c/ Av. Francisco Bilbao

Entonces, nos damos cuenta que por una parte la geografía sirve para conocer y redescubrir estos pedazos de historias que vuelven a la vida a quienes físicamente ya no están con nosotros, pero que siguen conversando con sus palabras, grabadas esta vez en piedra. Y por otra, que en esta pequeña “ciudad jardín”, todavía subsisten espacios, como una plaza, que resguarda un poco de Libertad bajo la sombra de los árboles ante tanto autoritarismo del actual Alcalde…

Hito Urbano III: “La Plaza González Vera”, por Maxiliano Astroza-León

Así, por esto o por lo otro, y aunque el universo de caiga a pedazos, al término de la jornada escolar de uno de los tantos liceos cercanos, una jovencita en flor y un muchacho con las ganas de componer un mundo nuevo se encuentran en la tibieza de un beso, recostados sobre el pasto que fecunda la tierra, en esta pequeña Plaza llamada “González Vera”.

En un lugar de la comuna de Providencia, una de las más ricas y poderosas de Santiago, y de Chile, está situada la Plaza González Vera. Esta comuna es una de las más importantes por la cantidad de recursos económicos que obtiene de los impuestos y patentes municipales aplicados a los negocios, comercios, grandes tiendas o malls que han florecido a los largo de las décadas pasada y presente. Además, Providencia ha sido históricamente considerada como el sitio donde la burguesía y clases acomodadas se asientan, pues está separada y conectada a la vez con el centro de la ciudad por grandes vías de circulación (la misma Avenida Providencia es la continuación de la Alameda, principal vía de Santiago) a la vez que su estructura arquitectónica le da un cierto aire a capitales extranjeras, diferenciándola de las otras comunas. Providencia, desde el siglo XIX, fue el lugar escogido por quienes constituyeron su guetto urbano, caracterizado por el poder, la riqueza, la religiosidad católica, la comodidad espacial. Sigue leyendo

Economía: «La autogestión como inmediatez», por Emmánuel Lizcano

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¿Seguimos insistiendo con la economía desde el anarquismo? La respuesta es sí, sobre todo para dejar de lado los clichés y pensar en los ideales libertarios en el siglo XXI. El pensamiento anarquista posee una actualidad que es capaz de entregar proyecciones y prácticas hoy por hoy, lejos de las contradictorias posturas de los denominados «anarcocapitalistas» y de las nomenclaturas con el marxismo.

El desafío lo adoptamos y tratamos de abarcarlos desde diversas lecturas sobre la autogestión, aunque todo esto nos parezca demasiado poco (nuestra inquietud, claro está, es saber llevar a cabo las prácticas autegestionarias con lucidez a la vida cotidiana). De momento, el texto que presentamos a continuación es de Emmánuel Lizcano, profesor de Sociología del Conocimiento en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, en Madrid, España), licenciado en Ciencias Exactas y doctorado en Filosofía de las Ciencias.

Emmánuel Lizcano (1950-Madrid)

Emmánuel Lizcano (1950-Madrid)

El siguiente artículo, a pesar de ser breve (una página y media), nos entrega varias preguntas y observaciones en torno al carácter de la autogestión. Entre ellas, destacamos el enfoque que da el autor a la relación entre no-mediadores (o inmediatez) y la autogestión, y  la visión respecto a que la apropiación de los medios de producción por los trabajadores no determina en sí ninguna liberación. La autogestión, por tanto, ha de plantearse a un nivel más general:

«La autogestión como inmediatez», por Emmánuel Lizcano[1]

Seguimos hablando de autogestión en unos términos que, en el mejor de los casos, corresponden a la sociedad que Marx analizó en parte y que dicen que así fue hace ya más de un siglo. Pero ni la sociedad actual tiene en lo fundamental nada que ver con aquella ni podemos por más tiempo seguir prescindiendo de cuantos modos de análisis y crítica han visto nacer estos últimos cien años.

Para una sociedad que se supone dividida en base a la propiedad o extrañeza de los medios de producción, podría ser válida la aspiración a la propiedad autogestionada de tales medios. Pero en las sociedades «modernas» (y mucho me temo que también en las de antes) la escisión principal no pasa por ahí ni de lejos. Como tantas veces ha podido comprobarse, la apropiación de los medios de producción por los trabajadores no determina en sí ninguna liberación; y es que los mecanismos de dominación van por otros lados. La tecnoburocracia, como moderna clase dominante, lo que hace es monopolizar las redes de circulación (de bienes, de palabras, de hombres, de átomos…), substituyendo la arbitrariedad por una racionalidad que la hace «necesaria»: allí donde el patrón era visto como un parásito prescindible, ella se presenta como la imprescindible razón ordenadora. Son los profesionales del saber y de la organización (política, empresarial, sindical, académica…), que cada vez más son los mismos: los expertos en mediaciones. Sigue leyendo

Economía: «Autogestión y División del Trabajo», por Roberto Guidicci

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«(…) sin distribución igualitaria del trabajo no podrá haber auténtica autogestión». Roberto Guidicci.

Estudiar la economía desde la óptica libertaria es enfrentarse a diversas problemáticas que, generalmente, no abarcamos por simple comodidad o desinterés. Algo errado, sin duda, dado que al momento de articular nuestras ideas tanto en prácticas cotidianas como, más aún, en relación a proyectos sociales más amplios, sindicales o barriales por ejemplo, es necesario comprender ciertos aspectos de la economía actual, sus principios y formas de operar en los individuos y en la comunidad. No basta con reconocer qué grupos o familias tienen el poder económico, ni tampoco con parafrasear consignas acerca de la «lucha de clases». Menos con formar microeconomías para el sustento propio. Es necesario hacerle el juego al capitalismo, conformar, como diría Murray Bookchin, núcleos activos que actúen de otra forma, radicalmente distinta. Ardua tarea, sin duda. Se necesita creatividad, crítica y entusiasmo para pensar en estas tareas.

El caso de este trabajo abarca un problema en particular: la división del trabajo. Ya Piotr Kropotkin desarrolla este asunto en su breve texto «El Salariado», donde, apelando a que nadie nunca ha calculado los gastos de producción de la fuerza de trabajo, señala:

No se nos hable, pues, de gastos de producción de la fuerza de trabajo; no se nos diga que un estudiante que pasó alegremente su juventud de universidad en universidad tiene derecho a un salario diez veces mayor que el hijo del minero, sepultado en la mina desde la edad de once años. Tanto valdría decir que un comerciante que pasara viente años de «aprendizaje» en una casa de comercio tiene derecho a ganar cien francos diarios y a no pagar sino cinco a cada uno de sus trabajadores. (Las prisiones – El salariado – La moral anarquista, F. Sempere y Ca. Editores, página 91).

Ciertamente, han pasado muchos años desde la redacción de este escrito. No obstante, la discusión no se agota (aunque mucho de Kropotkin podemos aplicar). De ahí el interés por el texto que citamos a continuación: se trata de un trabajo presentado, al igual que el  de Luciano Lanza, en el Congreso Internacional sobre Autogestión celebrado en Italia en los años a finales de los ’70. Su autor, Roberto Guidicci (1923-1998), sociólogo y escritor italiano, aborda de un modo muy claro el problema de la división del trabajo.

A la derecha de la foto, con lentes, Roberto Guidicci.

La pregunta expuesta acá es clara: ¿Cuál será el origen de la división del trabajo? ¿Será la propiedad privada? No, dirá nuestro autor. Justamente el error de aquellos que quisieron abolir la propiedad privada (pensando desde Rousseau a Karl Marx) es que sostenían que la división del trabajo se originaba en la propiedad privada, siendo que, al contrario, ha sido la división social y técnica del trabajo la que ha sostenido y legitimado la propiedad privada. El problema sería, entonces, el de una sociedad basada en la división social y técnica del trabajo.

La cuestión sería política, sería social, antes que económica. En fin, dejamos con ustedes el trabajo de Guidicci.

«Autogestión y División del Trabajo», por Roberto Guidicci[1]

El muro contra el cual se han estrellado la revolución inglesa de 1600 y la francesa de 1700 no ha sido ni la restauración monárquica en Londres, ni la caída de la cabeza de Robespierre de París, sino la permanencia de la propiedad privada a pesar de las declaraciones igualitarias. El muro contra el cual se interrumpió la revolución de octubre en la URSS y está a punto de deshacerse la revolución china, no han sido ni el estalinismo, ni la muerte de Mao, sino la permanencia de la división social y técnica del trabajo y de los deberes, a pesar de la abolición de la propiedad privada y del objetivo general igualitario.

Se ha pretendido, de Spencer a Durkheim, que la división social del trabajo haría la sociedad más orgánica, u orgánica sin más. Antes habría existido una sociedad con relaciones mecánicas en la cual cada uno era independiente o relativamente autosuficiente y, por tanto, indiferente a las relaciones con los otros. Sigue leyendo

La epopeya trájica por José Domingo Gómez Rojas

El Grupo de Estudios lleva por apelativo “José Domingo Gómez Rojas”, en concordancia a los valores de una generación que consideramos no sólo importante, sino que influyente en los diferentes aspectos de la vida, intentado revalidar aquella moralidad, acción y pensamiento. Sin embargo, la vida personal Imagendel poeta es siempre llamativa y sobre todo aleccionadora, si es que puede caracterizarse de esta forma. José Domingo o Domingo Gómez Rojas, “Chumingo” como le llaman algunos de sus amigos, el “Cristo de los poetas” como le dicen otros, es un hombre complejo, un radical en muchos aspectos de su vida: un cristiano que reflexionó sobre el amor de Dios y de los hombres, combatiendo la iglesia católica y su ritualismo sin sentido; un poeta que no concibe estudiar el arte sin conocer al hombre en él, por lo cual viajó a la Argentina, buscándolos, aun siendo muy joven. Anarquista, se asoció a los compañeros trabajadores de la IWW; como estudiante y profesor en la Escuela Nocturna, se relacionó con los obreros, siendo partícipe en las jornadas y veladas organizadas por la “Casa del Pueblo” o el “Centro Social Francisco Ferrer”, en donde leía sus poesías y (se) convencía. Como difusor y propagandista de la Idea, escribió para variados periódicos libertarios, siendo sus trabajos literarios publicados en jornales desde Santiago a Punta Arenas.

El “Poeta Cohete”, irónico a la vez que sensible, en tanto poeta, anarquista, arengador, organizador, no deja de ser por ello un ser humano: joven, delgado, moreno… y es de éste de quien deseamos dejar un poema publicado en “La Batalla. Periódico anarquista”, firmado con su nombre. Salud y Libertad!

La epopeya trájica (fragmentos)

José Domingo Gómez Rojas

Desde mi edad primera forjó mi fantasía
un himno de victoria pleno de poesia,
un salmo formidable cuajado de lirismo,
una epopeya altiva, mas que el orgullo mismo.

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Economía: «Autogestión y Economía: notas para un debate», por Luciano Lanza

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A finales de los años ’70 se realizó el Congreso Internacional sobre Autogestión, organizado por el Centro de Estudios Pinelli, de Milán, Italia. Este encuentro contó con la participación de diversos personajes relacionados al movimiento libertario, tales como Amadeo Bertolo, Nico Berti, Rene Lourau, Frank Mintz, entre otros.

El trabajo que presentamos a continuación corresponde Luciano Lanza, redactor en ese entonces de la «Revista Anarchica». Se trata de una interesante indagación en las relaciones económicas de la sociedad actual y el modo en que éstas podrían transformarse y proyectarse en una sociedad libertaria futura. Trabajo complicado, sin duda, sobre todo cuando detrás del trabajo de Luciano Lanza existe toda una elaboración de un plan económico libertario, el cual no sólo recoge los aportes de autores clásicos como Piotr Kropotkin y Pierre Joseph Proudhon, sino que también, y siguiendo lecturas de la economía actual, reflexiona en torno al mercado, la moneda e, incluso, la banca en el contexto de una economía libertaria, conceptos que suelen ser apartados de las propuestas anarquistas, pero que, en este caso, se presentan como articulaciones interesantes para el debate.

Luciano Lanza

¿Qué sucedería con el mercado? ¿la moneda? ¿el sistema financiero? ¿la competencia? Interrogantes que no podemos responder a base de clichés. Por el contrario, necesitan ser analizadas y discutidas, de tal forma que nuestro discurso y práctica no se transforme en la repetición de viejas ideas.

Porque este texto, que en realidad no es tan extenso, no sólo ofrece elementos interesantes para un proyecto económico anarquista, sino que también aporta al debate y a la crítica, interpela a interesarnos por el campo de lo económico.

En fin, recordando con Luciano Lanza que la sociedad anarquista es la sociedad de la revolución continua, dejamos con ustedes el texto:

«Autogestión y Economía: notas para un debate», por Luciano Lanza[1]

I. Introducción

PRETENDER prefigurar la estructura económica post-revolucionaria y las relaciones que la constituirán puede parecer, a primera vista, una operación de pura fantasía, e incluso superflua, considerando que ya existen ejemplos literarios notables[2].

La operación se presenta menos fantástica si en lugar de pretender dar soluciones prefabricadas, se quiere contribuir a una profundización en la investigación analítica que, a partir del examen de las relaciones económicas, se dirija a desentrañar qué naturaleza deberán tener éstas para coordinarse coherentemente con los objetivos anarquistas de aquélla “sociedad en la que se realicen, al máximo, la libertad y la igualdad… es decir… la alternativa global al modelo social jerárquico”[3]. Por tanto, la investigación de los objetivos económicos es, en realidad, una investigación de los medios funcionales para el proyecto más general. Existe, por el contrario, la tendencia (aunque no generalizada), en el movimiento anarquista actual, de infravalorar o rechazar este tipo de investigación. Los motivos residen, a grosso modo, en la convicción de que el evento revolucionario liberará tantas energías y nuevas disponibilidades, que se modificará sustancialmente nuestro modo de ser y, por tanto, nuestras relaciones sociales y económicas. Y por tanto, todos los «modelos» resultarán absolutos y su preparación hoy hay que considerarla como pasatiempo más o menos intelectual.

Si es cierto que esta formulación contiene elementos correctos, también lo es que resulta necesario, para un movimiento revolucionario dotarse de conocimientos sobre los medios y los caminos a seguir para realizar los fines propuestos.

Por otra parte, la experiencia histórica nos enseña que a los éxitos revolucionarios ha seguido siempre el intento de la inmediata puesta en práctica de cuanto había elaborado el pensamiento libertario, y sus militantes habían divulgado antes del acontecimiento. España docet[4].

Por otra parte, en la producción «clásica» del pensamiento anarquista no faltan ejemplos de prefiguración de la sociedad libertaria[5], y es quizá la actual pobreza cultural la que nos impide salir de unos slogans hoy ya caducos. Resulta, de todas formas, evidente que todo lo que viene a continuación solamente quiere iniciar el debate y no pretende aportar soluciones. Sigue leyendo

Biblioteca: «Testigos del siglo XX: Clotario Blest», recopilado por Nicolás Cruz y Juan González

Hemos agregado un nuevo título a nuestra Biblioteca Virtual, espacio dedicado a la difusión de libros de poca difusión y que, por lo general, digitalizamos nosotros mismos. Tal es el caso de este nueva adquisición: «Testigos del Siglo XX: Clotario Blest», recopilado por Nicolás Cruz y Juan González, es parte de una colección dedicada a diversos personajes, entre los cuales destacamos al sindicalista local Clotario Blest Riffo.

Clotario Blest Riffo se definió a sí mismo como un hombre del siglo XIX. Nacido en el año 1899, fue testigo principal, más aún, protagonista de muchos de los acontecimientos que marcaron las luchas sociales y sindicales del Chile del siglo XX: desde la segunda década del siglo pasado, se envolvió en los problemas e hizo parte de los combates que dio la clase trabajadora que tanto amaba, integrándose en diversas agrupaciones gremiales, sindicales, culturales y de derechos humanos, dirigiendo algunas de estas, precisamente en los momentos más duros y terribles que marcaron a la sociedad de su tiempo. Por estas razones, decir que fue un hombre del siglo XIX o XX, queda corto.

De una moral y ética rigurosísima, de una claridad política que se adelantaba en mucho, de un incansable trabajo en pro de los pobres y del mejoramiento social y cultural del pueblo, de una tan anhelada “regeneración”, no por ello deja de ser una personalidad compleja que lo llevó a ser respetado e incluso admirado por sus adversarios, prueba de ello es este libro-testimonio, escrito por algunos que están muy, pero muy lejos de seguir los pasos de “Don Clota”. Aquel hombre de pelo cano y barba que se negó a afeitar hasta que en Chile hubiese democracia real, nos habla acerca de grandes personalidades que lo marcaron y de las cuales aprendió la honestidad y valentía, tan necesarias una y otra tanto ayer como hoy. Honestidad para decir lo que se piensa, manteniendo un camino de lucha autónoma y haciéndose cargo de sus aciertos y errores. Valentía para actuar en los tiempos en que la demagogia, la fuerza bruta y la criminalidad del Estado y del capitalismo se imponían bajo los gobiernos de Alessandri o las dictaduras de Ibáñez o Pinochet… pues se debe ser valiente para aguantar tanto palo y tanta “cana” y tanto atropello y tanto desprecio, incluso de aquellos que se hicieron llamar compañeros y militantes de la clase trabajadora. No siendo un ingenuo, muchas veces Clotario cayó en el error de una confianza extrema, absoluta, en quienes no lo merecían. Pero esa confianza en el pueblo, lo llevó a compartir con compañeros y compañeras de ideas tan distintas a las de él, pero que honestamente esperaban un mejoramiento social.

Clotario Blest con un pajarito muerto en sus manos

Clotario Blest con un pajarito muerto en sus manos.

Los anti-autoritarios, libertarios o anarquistas, o como quieran autonombrarse, le deben mucho a este hombre pequeño y delgado, formado en las filas del cristianismo social y del sindicalismo revolucionario, que practicando la autonomía política frente a los partidos y ante quienes quisieron cooptarlo, se convirtió en un Ácrata, con mayúscula. La lucha contra el poder es en todo momento y lugar, utilizando los medios más creativos que tenemos para propagar “La Idea”. Para nosotros, anarquistas, “Don Clota” es un ejemplo. Para “Don Clota”, los anarquistas de la generación de 1920 fueron un ejemplo:

Después del año 25, ahí en la Casa del Pueblo nos reuníamos mucho con los anarquistas porque en esa época los anarquistas tenían el control de la mayor parte de los sindicatos, los grandes sindicatos eran de los anarquistas. Bueno, en ésa época había anarquistas como Balofé, Triviño, Augusto Pinto, hombres íntegros, porque el anarquista cuando es anarquista, son abstemios, no comen carne, son tipos Mahatma Gandhi; tremendos, de una estrictez moral terrible. Por eso es que no hicieron partido grande, pues hombre, porque la gente se asustaba. 

Clotario Blest dejó la vara muy alta. El sindicalismo chileno le debe mucho y en momentos en que las banderas diagonales del rojo y negro vuelven a flamear en manos de muchachas y muchachos, algunos ahora viejos sindicalistas de la entonces CUT de 1953 tal vez se emocionen. Tenemos por seguro que “Don Clota” volvería a confiar, nuevamente lo veríamos en alguna plaza entregando un combativo discurso sobre la UNIDAD o siendo parte de las bibliotecas o archivos que hoy por hoy parecen renacer en Santiago de Chile y muchas otras ciudades de este país, al sur del mundo. Y es por eso que debemos aprender de los errores de este luchador social: no debemos estar ciegos, el Estado y el capitalismo hará lo que siempre ha hecho, debemos estar preparados… “Unidad, Unidad, Unidad … La Unidad de la Clase Trabajadora la hará invencible”. Salud y Libertad a Clotario Blest Riffo, al cristiano más ácrata, al hombre libre.

Un hombre libre, un luchador social a quien es necesario conocer. Por eso las y los invitamos a leer (ojear, por último) este libro, disponible para su descarga en nuestra Biblioteca Virtual, o bien haciendo click en su portada:

«Testigos del Siglo XX: Clotario Blest» [5,84 MB]