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En primer lugar agradecemos a las muchas personas que nos escriben, saludan y felicitan a diario. En segundo término, deseamos destacar la colaboración enviada por Rodrigo Quesada, historiador y Premio Nacional de Historia y Geografía de Costa Rica (ver curriculum y foto) quien nos presenta una introducción a un trabajo mayor titulado “La Libertad”. Es una interesante obra panorámica que ayuda a situar el pensamiento anarquista en su contexto:
«La Libertad», por Rodrigo Quesada Monje
Resulta bastante complejo, para cualquier escritor de temas políticos y sociales, por más habilidoso que sea, el abordaje de un asunto que es, al mismo tiempo, sumamente abstracto y concreto. En el primer caso, en el nivel de la abstracción, la lógica formal indica que la densidad de la misma estaría en relación directa con el hecho de si, pretendemos representarnos la libertad en el ámbito espiritual y racional, o lo hacemos únicamente en la esfera del lenguaje, de la pura retórica. En el segundo caso, esto es, en el nivel de las concreciones, la libertad se nos configura como un entramado, un utillaje con el cual buscamos instrumentalizar instituciones, organismos sociales, comunidades y grupos organizados.

Étienne de La Boétie (1530 – 1563)
Sería conveniente elaborar una aproximación al problema en la cual los dos ámbitos anteriores pudieran estar presentes, operar y ofrecer respuestas articuladas en conjunto. Es decir que, el analista que se proponga reflexionar sobre la libertad pueda moverse entre los dos niveles con absoluta flexibilidad, sin rigidez, ni mecanicismos invasivos a la hora de que su enfoque adquiera la estatura de una propuesta factible, viable, asequible para todos.
Son pocos los autores que logran la competencia descrita en los dos párrafos anteriores. Uno de ellos fue Isaiah Berlin (1909-1997), cuya obra, en su totalidad, giró, de uno u otro modo, en torno al problema del ejercicio abstracto y concreto de la libertad. Pero este autor fue uno de los principales teóricos del liberalismo, ese conjunto de ideas y de prácticas que ha tenido una enorme influencia en el desarrollo de la historia política y social del Occidente burgués, durante los últimos tres siglos. Resulta que la libertad que propone el liberalismo, no es la misma que aquella fomentada, sistematizada y vivida por los anarquistas, durante el mismo período.
Para los anarquistas, felizmente, la libertad no es solo un asunto que deba ser discutido en el plano abstracto o físico, sino que es, antes que cualquier otra cosa, una vivencia. Nadie podría ser más claro en ese sentido que Esteban de La Boétie (1530-1563), el precoz y genial pensador francés, para quien la libertad era simplemente un hecho natural (Seguir leyendo).




Es por ello que la sexualidad debe ser historizada, es decir, analizada y contemplada desde una perspectiva histórica y sociocultural.Como construcción sociocultural e histórica, la sexualidad no se encuentra aislada del ámbito político, sino que constituye en sí misma una cuestión política, siendo el sistema sexual parte esencial del sistema social. Desde esta perspectiva es especialmente interesante el análisis del discurso anarquista con respecto a la sexualidad. Esto es así por dos razones fundamentalmente: en primer lugar, el anarquismo conectó abiertamente las esferas política y sexual, al considerar que el proceso de cambio social debía darse de forma paralela en el ámbito personal y en el político; en segundo lugar, en consecuencia puso en circulación discursos alternativos y contra-hegemónicos con respecto a los discursos dominantes sobre la sexualidad, de forma coherente con su concepción de lo que debía ser una organización social antiautoritaria.



