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Economía: «Autogestión y Economía: notas para un debate», por Luciano Lanza

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A finales de los años ’70 se realizó el Congreso Internacional sobre Autogestión, organizado por el Centro de Estudios Pinelli, de Milán, Italia. Este encuentro contó con la participación de diversos personajes relacionados al movimiento libertario, tales como Amadeo Bertolo, Nico Berti, Rene Lourau, Frank Mintz, entre otros.

El trabajo que presentamos a continuación corresponde Luciano Lanza, redactor en ese entonces de la «Revista Anarchica». Se trata de una interesante indagación en las relaciones económicas de la sociedad actual y el modo en que éstas podrían transformarse y proyectarse en una sociedad libertaria futura. Trabajo complicado, sin duda, sobre todo cuando detrás del trabajo de Luciano Lanza existe toda una elaboración de un plan económico libertario, el cual no sólo recoge los aportes de autores clásicos como Piotr Kropotkin y Pierre Joseph Proudhon, sino que también, y siguiendo lecturas de la economía actual, reflexiona en torno al mercado, la moneda e, incluso, la banca en el contexto de una economía libertaria, conceptos que suelen ser apartados de las propuestas anarquistas, pero que, en este caso, se presentan como articulaciones interesantes para el debate.

Luciano Lanza

¿Qué sucedería con el mercado? ¿la moneda? ¿el sistema financiero? ¿la competencia? Interrogantes que no podemos responder a base de clichés. Por el contrario, necesitan ser analizadas y discutidas, de tal forma que nuestro discurso y práctica no se transforme en la repetición de viejas ideas.

Porque este texto, que en realidad no es tan extenso, no sólo ofrece elementos interesantes para un proyecto económico anarquista, sino que también aporta al debate y a la crítica, interpela a interesarnos por el campo de lo económico.

En fin, recordando con Luciano Lanza que la sociedad anarquista es la sociedad de la revolución continua, dejamos con ustedes el texto:

«Autogestión y Economía: notas para un debate», por Luciano Lanza[1]

I. Introducción

PRETENDER prefigurar la estructura económica post-revolucionaria y las relaciones que la constituirán puede parecer, a primera vista, una operación de pura fantasía, e incluso superflua, considerando que ya existen ejemplos literarios notables[2].

La operación se presenta menos fantástica si en lugar de pretender dar soluciones prefabricadas, se quiere contribuir a una profundización en la investigación analítica que, a partir del examen de las relaciones económicas, se dirija a desentrañar qué naturaleza deberán tener éstas para coordinarse coherentemente con los objetivos anarquistas de aquélla “sociedad en la que se realicen, al máximo, la libertad y la igualdad… es decir… la alternativa global al modelo social jerárquico”[3]. Por tanto, la investigación de los objetivos económicos es, en realidad, una investigación de los medios funcionales para el proyecto más general. Existe, por el contrario, la tendencia (aunque no generalizada), en el movimiento anarquista actual, de infravalorar o rechazar este tipo de investigación. Los motivos residen, a grosso modo, en la convicción de que el evento revolucionario liberará tantas energías y nuevas disponibilidades, que se modificará sustancialmente nuestro modo de ser y, por tanto, nuestras relaciones sociales y económicas. Y por tanto, todos los «modelos» resultarán absolutos y su preparación hoy hay que considerarla como pasatiempo más o menos intelectual.

Si es cierto que esta formulación contiene elementos correctos, también lo es que resulta necesario, para un movimiento revolucionario dotarse de conocimientos sobre los medios y los caminos a seguir para realizar los fines propuestos.

Por otra parte, la experiencia histórica nos enseña que a los éxitos revolucionarios ha seguido siempre el intento de la inmediata puesta en práctica de cuanto había elaborado el pensamiento libertario, y sus militantes habían divulgado antes del acontecimiento. España docet[4].

Por otra parte, en la producción «clásica» del pensamiento anarquista no faltan ejemplos de prefiguración de la sociedad libertaria[5], y es quizá la actual pobreza cultural la que nos impide salir de unos slogans hoy ya caducos. Resulta, de todas formas, evidente que todo lo que viene a continuación solamente quiere iniciar el debate y no pretende aportar soluciones. Sigue leyendo

Biblioteca: «Testigos del siglo XX: Clotario Blest», recopilado por Nicolás Cruz y Juan González

Hemos agregado un nuevo título a nuestra Biblioteca Virtual, espacio dedicado a la difusión de libros de poca difusión y que, por lo general, digitalizamos nosotros mismos. Tal es el caso de este nueva adquisición: «Testigos del Siglo XX: Clotario Blest», recopilado por Nicolás Cruz y Juan González, es parte de una colección dedicada a diversos personajes, entre los cuales destacamos al sindicalista local Clotario Blest Riffo.

Clotario Blest Riffo se definió a sí mismo como un hombre del siglo XIX. Nacido en el año 1899, fue testigo principal, más aún, protagonista de muchos de los acontecimientos que marcaron las luchas sociales y sindicales del Chile del siglo XX: desde la segunda década del siglo pasado, se envolvió en los problemas e hizo parte de los combates que dio la clase trabajadora que tanto amaba, integrándose en diversas agrupaciones gremiales, sindicales, culturales y de derechos humanos, dirigiendo algunas de estas, precisamente en los momentos más duros y terribles que marcaron a la sociedad de su tiempo. Por estas razones, decir que fue un hombre del siglo XIX o XX, queda corto.

De una moral y ética rigurosísima, de una claridad política que se adelantaba en mucho, de un incansable trabajo en pro de los pobres y del mejoramiento social y cultural del pueblo, de una tan anhelada “regeneración”, no por ello deja de ser una personalidad compleja que lo llevó a ser respetado e incluso admirado por sus adversarios, prueba de ello es este libro-testimonio, escrito por algunos que están muy, pero muy lejos de seguir los pasos de “Don Clota”. Aquel hombre de pelo cano y barba que se negó a afeitar hasta que en Chile hubiese democracia real, nos habla acerca de grandes personalidades que lo marcaron y de las cuales aprendió la honestidad y valentía, tan necesarias una y otra tanto ayer como hoy. Honestidad para decir lo que se piensa, manteniendo un camino de lucha autónoma y haciéndose cargo de sus aciertos y errores. Valentía para actuar en los tiempos en que la demagogia, la fuerza bruta y la criminalidad del Estado y del capitalismo se imponían bajo los gobiernos de Alessandri o las dictaduras de Ibáñez o Pinochet… pues se debe ser valiente para aguantar tanto palo y tanta “cana” y tanto atropello y tanto desprecio, incluso de aquellos que se hicieron llamar compañeros y militantes de la clase trabajadora. No siendo un ingenuo, muchas veces Clotario cayó en el error de una confianza extrema, absoluta, en quienes no lo merecían. Pero esa confianza en el pueblo, lo llevó a compartir con compañeros y compañeras de ideas tan distintas a las de él, pero que honestamente esperaban un mejoramiento social.

Clotario Blest con un pajarito muerto en sus manos

Clotario Blest con un pajarito muerto en sus manos.

Los anti-autoritarios, libertarios o anarquistas, o como quieran autonombrarse, le deben mucho a este hombre pequeño y delgado, formado en las filas del cristianismo social y del sindicalismo revolucionario, que practicando la autonomía política frente a los partidos y ante quienes quisieron cooptarlo, se convirtió en un Ácrata, con mayúscula. La lucha contra el poder es en todo momento y lugar, utilizando los medios más creativos que tenemos para propagar “La Idea”. Para nosotros, anarquistas, “Don Clota” es un ejemplo. Para “Don Clota”, los anarquistas de la generación de 1920 fueron un ejemplo:

Después del año 25, ahí en la Casa del Pueblo nos reuníamos mucho con los anarquistas porque en esa época los anarquistas tenían el control de la mayor parte de los sindicatos, los grandes sindicatos eran de los anarquistas. Bueno, en ésa época había anarquistas como Balofé, Triviño, Augusto Pinto, hombres íntegros, porque el anarquista cuando es anarquista, son abstemios, no comen carne, son tipos Mahatma Gandhi; tremendos, de una estrictez moral terrible. Por eso es que no hicieron partido grande, pues hombre, porque la gente se asustaba. 

Clotario Blest dejó la vara muy alta. El sindicalismo chileno le debe mucho y en momentos en que las banderas diagonales del rojo y negro vuelven a flamear en manos de muchachas y muchachos, algunos ahora viejos sindicalistas de la entonces CUT de 1953 tal vez se emocionen. Tenemos por seguro que “Don Clota” volvería a confiar, nuevamente lo veríamos en alguna plaza entregando un combativo discurso sobre la UNIDAD o siendo parte de las bibliotecas o archivos que hoy por hoy parecen renacer en Santiago de Chile y muchas otras ciudades de este país, al sur del mundo. Y es por eso que debemos aprender de los errores de este luchador social: no debemos estar ciegos, el Estado y el capitalismo hará lo que siempre ha hecho, debemos estar preparados… “Unidad, Unidad, Unidad … La Unidad de la Clase Trabajadora la hará invencible”. Salud y Libertad a Clotario Blest Riffo, al cristiano más ácrata, al hombre libre.

Un hombre libre, un luchador social a quien es necesario conocer. Por eso las y los invitamos a leer (ojear, por último) este libro, disponible para su descarga en nuestra Biblioteca Virtual, o bien haciendo click en su portada:

«Testigos del Siglo XX: Clotario Blest» [5,84 MB]

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: «Mi encuentro con Max Nettlau»

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Continuamos con nuestro dossier de Rudolf Rocker. El tercer artículo que presentamos lleva por título “Mi encuentro con Max Nettlau”, aparecido originalmente en el libro“En la borrasca (Años de exilio)” (Buenos Aires : Editorial Tupac, 1949), de Rudolf Rocker.

El escritor francés Marcel Schwob, en su libro “Vidas imaginarias”, nos dice que  las ideas de los grandes hombres son patrimonio común de la humanidad, pero que lo único que cada uno de ellos poseyó realmente fueron sus rarezas. Cuando Rudolf Rocker realiza la tarea de describir, lo hace mirando la labor, las ideas y al individuo mismo, dándonos aquella imagen que Schwob reclama, evitando también que la ciencia de la historia nos sume en la incertidumbre acerca de los individuos, como comenta el mismo escritor francés. Sin embargo, Rocker, en su labor como historiador, de cierta manera nos entrega muchas de estas extrañezas particulares y desconocidas, entremezclada con esa vida más notoria, sus ideas, sus pensamientos. Este rasgo, sin duda, lo adquirió gracias a Max Nettlau, tal como podemos leer en este escrito.

No hay duda que Max Nettlau fue un gran hombre, y también un gran difusor de la cultura anarquista. Siendo muy joven, a los 23 años, realiza su doctorado en filología con una tesis sobre la gramática de los idiomas celtas,  y en sus trabajos posteriores terminó estudiando al anarquismo y, sobre todo, la vida y la militancia de Bakunin, llegando a formar una obra monumental. Algo que para él mismo resultaba totalmente irónico, debido a su tendencia de preocuparle las cosas “impopulares”. Pese a eso, su labor fue magistral, su seriedad, rigurosidad y constancia es ejemplo a seguir. No por nada, Rocker lo llamará el Heródoto de la anarquía, recordando al padre de la historia, y reconozca que él mismo lo haya incitado a su actividad literaria.

Max Nettlau, última fotografía.

Pero pocos se imaginan a Nettlau como un hombre tímido y algo retraído. A lo más, deben verlo como un orador poderoso e imponente, como podría proyectar su gran envergadura. Resulta bastante  grafico cuando, en el marco del congreso de la C.N.T, al cual había asistido de oyente, sin que él supiera, es llamado a decir algunas palabras al público presente, pero que luego de articular, literalmente, tres palabras, abandona velozmente para desaparecer entre el publico.

Fue, como nos comenta Rocker, un enemigo de todos los dogmas y de todas las trabas que obstaculizan el pensamiento independiente. Reacio a aceptar las interpretaciones históricas forzosas y convenientes. El mismo Nettlau afirma que una iniciativa nueva vale mucho más que un sinfín de teorías que ya no sirven de nada, y que recurrir a estas ideas viejas, sólo son síntoma de la pereza de pensamiento. Es más, se declaraba anarquista, pero de ninguna escuela, y era bastante lucido al comprender que los sistemas económicos debían ser probados, necesariamente, en la realidad, ya que las ideas preconcebidas suelen chocar con resistencias insospechadas.

Nettlau, por un lado, sin duda alguna, fue un propagador del anarquismo que no llegó a militar en grandes organizaciones ni participar en muchas. Era un hombre que aborrecía los dogmas, los absolutismos, la estrechez de pensamiento y para quien la libertad no era una abstracción, sino algo posible en el diario vivir. Creador de una obra monumental y de importancia infinita para estudiar y comprender al anarquismo, y sobre todo para practicarlo. Y por otro lado, un hombre tímido, que no poseía vanidad alguna, que llegó a vivir en condiciones muy precarias y miserables, y que aborrecía los minutos de fama o “publicidad de su persona”. Que fue reconocido y aplaudido por las y los compañeros anarquistas, no porque haya pedido tribuna, homenaje, ni  crédito alguno, sino por el sólo hecho de crear un trabajo constante, riguroso y serio, que incluso al mismo Eliseo Reclus le sorprendió, reconociendo que antes de él no había sabido “cuan ricos eran” como movimiento anarquista, le valió el merito que merecía.

Un texto de mucho valor para conocer los espíritus inquietos que la anarquía ha ido configurando en su derrotero. Una enseñanza, también, para aquellos que quieran comprender el modo en que se comprende la historia desde la óptica libertaria:

«Mi encuentro con Max Nettlau», por Rudolf Rocker. [1]

Fué en la época del congreso de Londres cuando me encontré por pri­mera vez personalmente con Max Nettlau, el gran historiador del socialismo libertario. Era entonces conocido por muy pocos, aunque se había ocupado desde hacía años de vastos estudios preparatorios para sus futuros trabajos históricos. Sólo un pequeño número de viejos compañeros como James Guillaume, Víctor Dave, Eliseo Reclus, Errico Malatesta, Pedro Kropotkin y otros más tenían conocimiento de sus estudios. Incluso para los compañeros ale­manes era casi enteramente desconocido en aquella época. Sus primeros tra­bajos históricos valiosos, que habían aparecido a comienzos del decenio en la Freiheit de Most, fueron impresos sin mención del autor. También los pocos artículos que había escrito para el Sozialist de Landauer en Berlín, habían sido firmados con las iniciales de su nombre; igualmente la mayor parte de sus contribuciones de entonces a Freedom, La Révolte y otros perió­dicos. Como Nettlau no era orador y no participaba tampoco públicamente en el movimiento, la mayor parte de los compañeros apenas tenían noticia de su existencia.

Nettlau solía ir todos los años por unos meses a Londres y se dedicaba a sus estudios en la rica biblioteca del Museo Británico. Con los compañeros alemanes de Londres mantenía muy poco trato. La causa de ese retraimiento eran las continuas luchas en el viejo movimiento, que había vivido en parte personalmente. Era un amigo íntimo de Víctor Dave, con el que estuvo ligado toda la vida, y como los partidarios de Peukert combatían del modo más furioso a Dave entonces, no podía menos de ocurrir que también Nettlau les fuese poco grato, aunque él nunca tuvo participación personal en aquellas disidencias internas. El recuerdo de aquellos tiempos había dejado en él notoriamente impresiones que no le incitaron tampoco ulteriormente a reanu­dar las relaciones interrumpidas con los camaradas alemanes de Londres. Sólo con Bernhard Kampffmeyer y Wilhelm Werner estaba en estrechas relaciones y por ambos le conocí también más de cerca luego. En cambio eran tanto más vivas sus relaciones entonces con Malatesta y su círculo y con los compañeros del Freedom Gruppe, el único círculo que 1e contó como miembro. Con una cierta restricción: a incitación de Víctor Dave se había adherido a fines de la década 1880-90 por un tiempo a la Socialist League fundada por William Morris y otros, pero luego entró en el pequeño círculo del Freedom Gruppe, al que se sintió ligado hasta la muerte de Tom Keell. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «De las clases a las ideas», por Marqués de Cabinza (Periódico El Sembrador)

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Finalizamos nuestras lecturas con este último texto (lo que está errado, pues recién hoy comienza la huelga que desembocó, meses más tarde, en el ejecución de los mártires de Chicago). Hemos recorrido Argentina, Alemania, España y Perú mediante diversos autores y militantes anarquistas que dedicaron su vida tanto a la reflexión en torno al anarquismo como a la lucha por los y las trabajadoras. Hoy citamos un texto escrito en Chile.

El autor de nuestro artículo utiliza un pseudónimo, «Marqués de Cabinza», aludiendo a cierto pez del norte de Chile. Esta figura, en efecto, no nos es extraña, ya que los párrafos que citamos a continuación aparecieron originalmente en el semanario anarquista «El Sembrador», originario de Iquique y que editó sus últimos números en Valparaíso.

Enero, 1926. El Sembrador y Kropotkin.

«El Sembrador» fue, sin duda, una de las publicaciones más memorables del anarquismo chileno. Este texto es de 1924 y la lucidez y actualidad de sus palabras son sencillamente sorprendentes. Insisten (lo hemos repetido acá) en el carácter crítico del anarquismo, su desconfianza en los dogmas y en las verdades absolutas. Un recuerdo, a su vez, del carácter heterogéneo del hombre y, con ello, la relatividad de cualquier concepto que pretenda encasillar los aconteceres de la vida humana. De ahí, justamente, la crítica al escueto análisis de la «lucha de clases» y todo lo que ello implica. Algo presente, lo hemos leído acá, en varios autores anarquistas.

Los invitamos a leer este breve artículo, a discutir en torno a él y, por qué no, a estudiar a estos anónimos autores que llevaban en sí, siendo trabajadores y todo, el germen inquieto del conocimiento y la libertad.

«De las clases a las ideas», por Marqués de Cabinza.

La humanidad se compone de seres humanos heterogéneos entre sí, estando el concepto de la división en clases, sinceramente hablando, fuera de toda realidad. Y lo está, puesto que en lo mismo que llaman clases, existe también la heterogeneidad.

            No hay hombre homogéneo, tanto en lo moral, físico o ideal, a otro hombre; pero sí concuerdan en aspiraciones. Cada hombre es un mundo propio y sería para mi difícil encontrar en todas sus manifestaciones un hombre homogéneo a otro.

            Actualmente se dice que la humanidad está dividida en clases: clase baja, media, alta, etc., etc.; propiciando con más tenacidad la lucha de clases los residuos del régimen capitalista o sea los marxistas calumniadores.

            No hay clases en la vida actual, y no la hay, porque la humanidad está dividida en esta forma; dominados y explotados por la una y, por la otra, dominadores y explotadores. Ahora bien; los capitalistas y dominadores, en tanto que viven de la explotación y dominación de otros hombres, se podría en hipótesis decir que forman una clase. Los dominados y explotados, en tanto que viven de un salario desde el peon hasta el futrecillo que viste traje de smoke, también en hipótesis se podría decir que forman la otra clase. Pero en realidad, ¿forman dos clases distintas y existe la lucha entre ellos? Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «La Fiesta Universal» (y otros escritos), por Manuel Gonzáles Prada

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Seguimos con las lecturas cosmopolitas y libertarias en torno al primero de mayo: proponemos, en esta ocasión, leer algunos artículos de Manuel Gonzáles Prada. A pesar del generalizado olvido de este autor, Gonzáles Prada es uno de los teóricos más interesantes de América Latina y, sin duda, el personaje más influyente del anarquismo peruano hasta nuestros días.

Nacido en la ciudad de Lima, Perú, en1844, se interesó prematuramente por la química y por lecturas de autores positivistas, sobre todo de Augusto Comte. Atento al acontecer peruano, al problema indígena y a las relaciones con Chile, tras la Guerra del Pacífico, Manuel Gonzáles Prada decide viajar a Europa. Allí asiste a clases del reconocido autor Ernesto Renan (quien sentía una gran apreciación por Gonzáles Prada) y se hace amigo de Francisco Pi y Margall, aquel pensador español que leyó y tradujo a P. J. Proudhon.

Manuel Gonzáles Prada (1844-1918)

Interesando por las ideas anarquistas, a finales del siglo XX y de vuelta en Perú, nuestro autor se convierte en un reconocido expositor y propagandista del pensamiento ácrata. Desde entonces, Gonzales Prada escribió lustrosos libros de poesías, así como ensayos y artículos donde criticaba fuertemente al Estado peruano, así como exponía destacadas reflexiones sobre el anarquismo.

El texto que citamos a continuación, titulado “La Fiesta Universal”, apareció originalmente en el periódico Los Parias, en el cual, según cuenta Luis Alberto Sánchez, publicaba anónimamente. Estos ensayos fueron compilamos tras su muerte en un libro titulado Anarquía, el cual se editó acá, en Chile, por la casa Editorial Ercilla.

Como podrán ver en nuestra sección dedicada al primero de Mayo, hemos agregado varios escritos de Manuel Gonzáles Prada, todos muy breves (una o dos páginas) y redactados para las conmemoración anuales del día del trabajo. Adherimos estos textos no sólo por su brillante pluma, sino también por la sinceridad de sus pensamientos y la lucidez de su crítica: en ellos se trata de desmitificar aquel idealismo en que se ha situado al trabajador (aquello que Malatesta definió como “obrerismo”), para entender la lucha contra el capitalismo y, con ello, comprender que el problema es más amplio aún y que l@s anarquistas luchamos no por una clase, sino por toda la humanidad:

Si consideramos el 1º de mayo como una fiesta mundial, anhelemos que ese día, en vez de sólo pregonar la lucha de clases, se predique la revolución humana o para todos.

Recomendamos leer los demás escritos que colocamos en la sección, sobre todo “Primero de Mayo (1908)”, el cual nos habla de la huelga de Iquique de diciembre de 1907.

«La Fiesta Universal», por Manuel Gonzáles Prada [1]

El 1º de mayo tiende a ser para la Humanidad lo que el 25 de diciembre para el mundo cristiano: una fecha de alegría, de esperanza, de regeneración.

Los cristianos celebran el nacimiento de un hombre que, sin tenerse por Dios, dice lo suficiente para que le juzguen divino: titulándose hijo de un padre que probablemente no existe, viene a redimirnos de una culpa que seguramente no hemos cometido. Según la historia o la leyenda, ese hombre se hace crucificar por nosotros; pero el sacrificio no sirve de mucho, dado que hoy la mayoría de la Humanidad se condena por no conocer el Syllabus [2] ni el catón cristiano. Un redentor que nos hubiera redimido del hambre, dándonos una simple fórmula para transformar los guijarros en pan y el agua en leche, habría hecho más que Jesucristo con todos los sermones y milagrerías del Evangelio. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «Sociedad y Clase», por Rudolf Rocker

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Continuamos con nuestras lecturas por el día de las y los trabajadores.  En esta ocasión presentamos un escrito de Rudolf Rocker, reconocido teórico del anarquismo (sólo es menester recordar su memorable «Nacionalismo y Cultura») y constante luchador por la causa sindical. Cercano a anarquistas como Gustav Landauer, Agustín Souchy y Max Nettlau, Rudolf Rocker cumplió un papel fundamental en la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en 1922, experiencia de la cual existe un destacable registro filmográfico del Congreso Extraordinario del AIT celebrado en 1931 en Madrid donde aparece nuestro autor interviniendo con sus palabras ante 600.000 obreros de distintas delegaciones:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=uSb1Ghd6_MI]

Admirador de Nestor Makhno y personaje influyente en el movimiento obrero judío de Alemania, Rocker, según cuenta en su autobiografía, conoció en su agitada vida de luchador social a Elíseo Reclus, Piotr Kropotkin y Louise Michel, entre otros.

Johann Rudolf Rocker (1873-1958)

Johann Rudolf Rocker (1873-1958), ante los trabajadores.

La lectura que citamos hoy, que lleva por título «Sociedad y Clase» y que apareció originalmente en el libro «La segunda guerra mundial : Interprestaciones y ensayos de un hombre libre» (Buenos Aires . Editorial Americalee, 1943), nos entrega una visión crítica del concepto de «clase», desprendiendo de esto la permanente sospecha ante los «esencialismos», las «verdades absolutas» y los dogmas muertos. En este sentido, es que Rocker señalará los defectos de los conceptos colectivos y de las generalizaciones, sosteniendo que

(…) el pensamiento y la acción del hombre no son sólo un resultado de su incorporación a una clase. Está sometido a todas las influencias sociales imaginables y, sin duda, también depende, en parte, de ciertas disposiciones innatas que encuentran la expresión más variada bajo la acción del ambiente social circundante.

Una interesante lectura para avivar las miradas críticas del anarquismo y comprender, con ello, la amplitud de su ideario.

«Sociedad y Clase», por Rudolf Rocker.

El período iniciado después de la pasada guerra mundial, y que hoy ha conducido a una nueva catástrofe de incalculable alcance, no solamente ha echado por la borda una cantidad de instituciones políticas y sociales, sino que ha dado también una nueva dirección al pensamiento y lleva hoy a la conciencia de muchos lo que algunos habían reconocido hace tiempo. No sólo se ha producido una modificación en el pensamiento de las capas burguesas de la sociedad; el mismo cambio se advierte también en el campo del socialismo. La gran mayoría de los socialistas que han creído con Marx en la misión histórica del proletariado y sostuvieron con el marxismo que “de todas las clases que se encuentran hoy frente a la burguesía, sólo el proletariado es una clase realmente revolucionaria”, se encuentran ahora ante fenómenos que no se puede explicar con argumentos puramente económicos. Era muy cómodo ver en el proletariado al heredero de la sociedad burguesa y creer que eso obedecía a férreas leyes históricas, tan inflexibles como las leyes que rigen al universo.

            Este es el defecto inevitable de todos los conceptos colectivos y de las generalizaciones arbitrarias. Pero el pensamiento y la acción del hombre no son sólo un resultado de su incorporación a una clase. Está sometido a todas las influencias sociales imaginables y, sin duda, también depende, en parte, de ciertas disposiciones innatas que encuentran la expresión más variada bajo la acción del ambiente social circundante. Seis hijos engendrados por el mismo padre proletario, dados a luz por la misma madre proletaria y crecidos en el mismo ambiente proletario, siguen, en el desarrollo de su vida ulterior, los caminos más divergentes y son atraídos por toda suerte de aspiraciones sociales, o son reacios a todo sentimiento social. Uno llega al campo hitleriano, el otro se vuelve comunista, socialista, reaccionario, revolucionario, librepensador o sectario religioso. ¿Por qué ocurre eso? No lo sabemos, y tampoco los mejores ensayos de explicación son capaces de descubrirnos absolutamente el desenvolvimiento del individuo. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «La Resistencia al Capitalismo», por Emilio López Arango

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Este Primero de Mayo se conmemora un nuevo aniversario por los Mártires de Chicago. También, nuestro grupo de estudios cumple tres años. Es por esto que desde hoy hasta el primero de mayo estaremos presentando algunos textos relacionados a las y los trabajadores y al anarquismo. Nos enfocaremos en autores que hayan tenido una connotada actividad sindical, para proyectar desde ellos las visiones críticas que surgen desde el pensamiento anarquista hacia conceptos como luchas de clases o clasismo, comprendiendo que detrás de estas críticas hay una visión mucho más amplia acerca de las problemáticas humanas, tanto a nivel de individuo como de sociedad, tanto en lo cotidiano como en el trabajo.

Partiremos con Emilio López Arango  (1894-1929), anarquista español radicado en Argentina, quien realizó un importante papel en el movimiento obrera trasandino, sobre todo en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Cercano a compañeros como Diego Abad de Santillán y Teodoro Antilli, desde 1919 Emilio López Arango trabajó como redactor del periódico ácrata «La Protesta». Falleció, víctima de un confuso atentado, en octubre de 1929.

Emilio López Arango

Emilio López Arango

Escogimos este texto porque ofrece una interesante visión del problema de la lucha de clases dentro del ámbito sindical, deduciendo que, ante todo, es necesario situarse más allá de ésta. Esto no sólo evidencia una crítica al marxismo, sino también nos introduce a una interesante noción de «espíritu», ya presente en autores como Pierre Joseph Proudhon o Gustav Landauer. En efecto, López Arango concluye este escrito de la siguiente forma:

La lucha por el pan no basta. Hay que plasmar en la conciencia del hombre los valores de su perdida individualidad, determinando así una resistencia moral a las monstruosas construcciones del capitalismo y oponiendo a la realidad material una realidad de espíritu.

Se trata de una fructífera visión del anarquismo, dada tanto a la discusión como al florecimiento de ideas, dos nociones importantes a introducir en esta fechas.

«La Resistencia al Capitalismo», por Emilio López Arango*.

EL MOVIMIENTO OBRERO está determinado por el conjunto de factores morales y materiales que forman y dan vida y realidad al sistema social y que encadenan, en el proceso de la civilización capitalista, al hombre al imperio de las necesidades. Pero el proletariado, si se ve impulsado a luchar por el pan, no por eso limita sus aspiraciones a la conquista de un mayor salario; aspira también a romper el yugo de la explotación económica y a libertarse del dominio de las castas privilegiadas en la esfera política: en la lucha contra el Estado.

Si para los anarquistas toda solución inmediata es relativa, porque está limitada por la  ley del equilibrio capitalista, no puede en consecuencia ser el sindicalismo una teoría de futuro. No quiere esto decir que el anarquismo oponga su finalidad revolucionaria, como expresión de lo absoluto, a la realidad contingente. Por el contrario, es sobre los hechos y sobre las experiencias que las teorías libertarias deben crear una base de realizaciones, buscando en las masas obreras los elementos necesarios para impulsar el avance de la historia y determinar el progreso social contra las corrientes reaccionarias. Sigue leyendo

Filosofía: «La utopía anarquista», por Christian Ferrer

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El pasado viernes 20 de abril, se publicó en la Revista de Cultura Ñ, un artículo del sociólogo Christian Ferrer titulado «La utopía anarquista». El autor de «Cabezas de Tormenta» nos presenta en este breve texto una visión muy amplia del ideario ácrata, de sus principios éticos y de sus proyecciones sociales. Quizás sólo agregar que “La anarquía es la más alta expresión del orden” es una frase Elíseo Reclus, no de Piotr Kropotkin.

 La Utopía Anarquista, por Christian Ferrer

Partidarios del “poliamor”, hace 100 años los anarquistas postulaban un futuro sin jerarquías ni prisiones ni patrones, ni políticos ni maridos ni policías. Un porvenir en las antípodas del presente. 

En los libros de texto de las escuelas anarquistas de principios del siglo XX se les planteaba a los alumnos, típicamente, problemas como el siguiente: “Dado que un obrero confecciona tres sombreros por jornada, siendo remunerado con 1 peseta cada uno, y dado que el patrón de la fábrica los vende a 10 pesetas, ¿cuánto dinero le robó el patrón al obrero?”. Se las llamaba escuelas “racionalistas”, y su creador, el catalán Francesc Ferrer i Guárdia, que fomentaba el librepensamiento, fue puesto frente a un pelotón de fusilamiento en 1909. En sus escuelas no se practicaba la disección en vivo de animales. Se llevaba a los párvulos de excursión para que intimaran, por la calle, en el cielo, bajo una baldosa, con el reino animal. Tampoco se daba mucho calce a las diferencias de rango entre maestros y alumnos. Todos aprendían. Y aprendían que en el mundo del futuro no habría jerarquías, ni prisiones, ni patrones, ni policías, ni políticos, ni dioses, ni ejércitos, ni maridos, ni tan siquiera arreo de ganado hacia las carnicerías. Simple y contundente, aunque inconcebible. En todo caso, su futuro era el revés de nuestra actualidad. Su antípoda.

Christian Ferrer, autor de "Cabezas de Tormentas".

Christian Ferrer, autor de "Cabezas de Tormentas".

Cuesta recuperar hoy el asombro que en su día suscitaron lemas anarquistas como “La propiedad es un robo”, de Pierre-Joseph Proudhon, o “La anarquía es la más alta expresión del orden”, del príncipe Piotr Kropotkin, o “La pasión por la destrucción es también una pasión creadora”, de Mijail Bakunin, o la más anónima y generalizada “Ni Dios ni Amo”. Era gente que no pretendía “mejorar” la sociedad sino trastornarla y recomponerla sobre fundamentos desjerarquizados y amistosos. Nada mal, y sin embargo concitaron el pánico de los burgueses y el desdén de los superados y de los que gustan mandar, porque no apelaban a un mañana mejor, como hacen los políticos de todas las épocas, sino a un porvenir otro. En la iconografía ácrata de antaño se destacan las repetidas figuras de obreros hercúleos a punto de descargar un mazazo sobre fábricas humeantes. No es el capitalista –no únicamente– el objeto de la inminente demolición, sino la sociedad industrial entera. Cuando imaginaban el futuro, no era entre cintas de montaje, sino con sol, en escenarios que aunaban bucolismo y sensualidad, como si en arcadia, o en edén, en una tierra indolora y fructífera. Es la gloria de los castigados de siempre, un lugar donde ya no se sufre, o donde se pueda sufrir en paz. Sigue leyendo

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: “Pedro Kropotkin”

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Continuamos con nuestro dossier de Rudolf Rocker. El segundo artículo que presentamos lleva por título “Pedro Kropotkin” y corresponde a un capítulo del libro “En la borrasca (Años de exilio)” (Buenos Aires : Editorial Tupac, 1949), de Rudolf Rocker.

Lo interesante de acercarnos al pensamiento anarquista desde el anecdotario de un reconocido exponente, es que podemos conocer aspectos muy cotidianos, como la personalidad o los espacios cotidianos donde vivían, a nociones fundamentales del ideario ácrata. Este texto, de hecho, es un buen ejemplo de lo que queremos decir.

En el primer encuentro con Kropotkin –que es el comienzo de una sincera amistad–, Rudolf Rocker describe el lugar de estudios de pensador y revolucionario ruso:

Después de un ligero bocadillo nos fuimos al cuarto de trabajo de Kropotkin. Las paredes de la habitación sencilla pero cómoda estaban cubiertas hasta el techo de libros, mientras la gran mesa de trabajo estaba ocupada con papeles y periódicos.

Similar a los mapas de Eliseo Reclus, Kropotkin era un asiduo lector. Este detalle nos da pistas del modo en que Piotr pudo plasmar tantos conocimientos en su obra póstuma Ética, origen y evolución de la moral, viviendo en la pequeña aldea de Dimitrov sin los títulos de su biblioteca a mano.

1921. El entierro de Piotr Kropotkin.

1921. El entierro de Piotr Kropotkin.

Y aún insistiendo en las particularidades de la personalidad de Kropotkin, en este escrito Rudolf Rocker hace referencias a diversas obras del autor ruso, explicando, con ello, aspectos fundamentales para comprender su pensamiento, de los cuales recomendamos poner especial atención a la visión que tenía acerca de la Historia.

Se trata, en efecto,  de una buena entrada para conocer a Kropotkin. Quizás por este mismo motivo es que también se utilizó como prólogo del libro “Memorias de un revolucionario”, traducido al español por Fermín Salvochea (Buenos Aires : Ed. Americalee, 1943). Por eso no está demás recordar las palabras que Oscar Wilde plasmó en De Profundis:  «A las vidas humanas más perfectas que he tenido ocasión de observar, pertenecen las de Verlaine y el príncipe Kropotkin».

«Pedro Kropotkin», por Rudolf Rocker

A causa de mi actividad en el movimiento obrero judío tuve ocasión también de reunirme con Kropotkin más a menudo de lo que había ocurrido hasta allí, pues el viejo mantenía siempre estrechas relaciones con los compañeros de la parte oriental. Lo había visto y oído hablar varias veces en reuniones internacionales, poco después de mi llegada a Londres, pero un conocimiento personal suyo lo hice tan sólo en la época del Congreso Socialista Internacional de julio de 1896, en aquel club italiano donde los compañeros se reunían todos los días durante la semana del congreso. Kropotkin, que en aquel tiempo no estaba muy bien de salud, apareció allí algunas veces. En esa ocasión fui presentado por Bernhard Kampffmeyer y cuando nos despedimos me invitó amablemente a visitarle en Bromley. En agosto o septiembre del mismo año hice uso de la invitación y le visité junto a Kampffmeyer y Wilhelm Werner. La mujer de Kropotkin nos abrió la puerta de la casita amable que habitaba entonces la familia, y nos dirigió, después de una acogida cordial, a una habitación sencilla donde pronto apareció Kropotkin mismo y nos saludó en su estilo cautivante. Era precisamente la hora del té y Sacha, la hija vivaz de Kropotkin, estaba poniendo la mesa. Después de un ligero bocadillo nos fuimos al cuarto de trabajo de Kropotkin. Las paredes de la habitación sencilla pero cómoda estaban cubiertas hasta el techo de libros, mientras la gran mesa de trabajo estaba ocupada con papeles y periódicos. Sigue leyendo

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: «Una visita a Elíseo Reclus»

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Desde hoy damos comienzo a un dossier en el que hemos trabajado durante las últimas semanas: “Viajes y encuentros de Rudolf Rocker”. Las motivaciones y propósitos de este conjunto de artículos están expuestos en la sección que hemos habilitado. Por el momento, nos referiremos a este primer escrito: “Una visita a Eliseo Reclus”, extraído del libro La juventud de un rebelde, de Rudolf Rocker.

¿Porqué comenzar con esto? Quizás, también, por las vísperas del Coloquio Internacional Eliseo Reclus que se celebrará en Sao Paulo, Brasil, dentro de unos días, donde nuestro Grupo de Estudios estará presente.

Sin embargo, lo cierto es que, de todos modos, este relato es sin duda interesante. Y no sólo eso: a nosotros nos ha causado ciertos enigmas. En estos párrafos aparece un compañero anarquista llamado Paul Anhäuser. Él, dice Rocker, ha creado un invento óptico, revolucionario al parecer, que, incluso, podrá financiar proyectos libertarios. Reconocidos científicos, como María Goldsmith o Elíseo Reclus, se muestran muy interesados y asombrados por los mapas de este invento. No obstante, nunca se aclara qué es, qué hizo, qué sucedió con ese invento óptico. Y nosotros, por más que hemos indagado, no hemos dado con ninguna pista ni respuesta (esperamos sus teorías al respecto).

Elíseo Reclus, 14 años antes del invento de Paul Anhäuser.

Elíseo Reclus, 14 años antes del invento de Paul Anhäuser.

Pero más allá de esta curiosidad, la descripción que da Rocker del espíritu y de la vida de Reclus –de 63 años– es genial. Sin ir más lejos, el lugar donde vivía ya nos revela la pasión con que realizaba su labor de geógrafo:

En medio de la habitación había un gran globo terráqueo. Las paredes estaban cubiertas de mapas geográficos. Junto a ellos se levantaban estantes recargados de libros. Las dos mesas de trabajo estaban cubiertas de dibujos, instrumentos de medida y útiles de escribir. Se sentía uno a gusto en ese local, que irradiaba un calor acogedor.

Luego de conversar acerca del invento óptico de Anhäuser, establecen una discusión en torno al periódico Freiheit, diálogo al cual hay que ponerle particular atención, tanto para entender problemas del lenguaje como de la posición de los anarquistas frente al doctrinarismo.

La conversación acaba con un hermoso obsequio de Reclus y otras breves notas de la vida y obra del gran geógrafo francés. El texto, recomendado como siempre, lo dejamos a continuación:

“Una visita a Eliseo Reclus”, por Rudolf Rocker

Hacia fines de abril de 1893 tuve por primera vez ocasión de conocer personalmente a Eliseo Reclus. Uno de los jóvenes compañeros alemanes, Paul Anhäuser, había inventado un pequeño instrumento óptico del que esperaba mucho para el porvenir. Como no tenía propósito de vender su invento a algún financiero, quería instalar un pequeño taller cooperativo y dedicar la ganancia de la empresa al movimiento. Para ellos hacia falta ante todo un pequeño capital inicial  de al menos ochocientos a mil francos que no sabia donde reunir. Habló del asunto repetidamente con el padre Meyer y conmigo, pero tampoco sabíamos qué hacer.

Por medio del amigo Rodinson había conocido hacia un tiempo a la compañera rusa María Goldsmith, una mujer extraordinariamente dotada que se dedicaba al estudio de las ciencias naturales y vivía con su anciana madre. María tenía estrecha amistada con Kropotkin y otros conocidos compañeros rusos y ha entregado una serie de artículos notables durante muchos años, con el pseudónimo de Korn, a los periódicos anarquistas rusos, franceses y un libro muy bien recibido sobre la historia de las adversas teorías de la evolución, que fue traducido también al alemán y a otros idiomas. Su madre era también una antigua compañera que vivió mucho tiempo de su juventud en Suiza y conoció allí personalmente a Miguel Bakunin. Para mi era por tanto un gran placer pasar un par de horas en la compañía alentadora de esas dos mujeres. Muy a menudo iban a visitarlas también otros compañeros y la conversación se volvía entonces muy animada y provechosa.

Al visitar una noche a María y su madre, se habló casualmente de mi joven amigo y de su invento. María, que tomó interés por el asunto, al parecer, me rogó que la próxima vez llevase a Anhäuser para que pudiese darle mayores detalles. Así la visitamos juntos un día. Después de haberle presentado Anhäuser sus planos y de haberle dado las necesarias explicaciones, dijo María que quizás Reclus podría hacer algo. Se ofreció ella misma a escribirle para recabar su opinión. Anhäuser, que se había esforzado sin éxito en torno a su asunto, quedó satisfecho y le dio cordialmente las gracias por su mediación. Sigue leyendo