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Editorial Eleuterio: Cuadernillo «Los Anarquistas», de José Santos González Vera

El 1° de Mayo pasado salió un nuevo título de nuestra Editorial Eleuterio: «Los Anarquistas», del escritor chileno y premio nacional de Literatura de 1950 José Santos González Vera.

«Los Anarquistas», publicado originalmente el año 1949 en la revista Babel, es una interesante narración de los anarquistas que recorrían las calles de Santiago durante los años ’20, reviviendo discusiones, impresiones, rincones y, sobre todo, a personajes de diversa índole, entre los cuales destacan los zapateros, representados por el Viejo Silva o el filósofo Alcides, y los españoles, como el conocido Universo Flores. Se retratan, además, lugares a los cuales concurrían, como el Centro Francisco Ferrer (donde González Vera habría conocido a Manuel Rojas), y escurridizos anarquistas, como Julio Rebosio.

Se trata, sin duda, de un rico ejercicio literario que queda plasmado de un modo formidable por la pluma de González Vera, el Chejov del Mapocho, quien siempre recalcó sus filiaciones anarquistas, recordando que sus primeros escritos fueron artículos para la prensa libertaria (véase la entrevista de Zig-Zag en nuestro Archivo Histórico).

"Los Anarquistas", por J. S. González Vera.

«Los Anarquistas», por J. S. González Vera.

Este escrito, de 32 páginas y un largo de 16,5 cm, abre una nueva colección en nuestra aún pequeña editorial: «Cuadernillos Literarios». Esta económica colección pretende editar textos de escritores anarquistas o de una marcada sensibilidad libertaria: el caso chileno nos presenta a autores como Francisco Pezoa Véliz, Oscar Castro, Manuel Rojas, José Domingo Gómez Rojas, Antonio Acevedo Hernández, Baldomero Lillo, entre otros, o, a nivel de América Latina, Rodolfo González Pacheco y Florencio Sánchez en Argentina, los poemas de Manuel González Prada en Perú, los escritos de Fabio Luz en tierras brasileras, los cuentos de Ricardo Flores Magón en regiones mexicanas, los ensayos de Rafael Barret en el Paraguay, por nombrar tan sólo algunos.

En fin, una colección para presentar las formas en que el anarquismo se expresa y, con ello, insiste a través de los tiempos en el trabajo de la reflexión y construcción del ideal libertario.

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: «Mi encuentro con Max Nettlau»

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Continuamos con nuestro dossier de Rudolf Rocker. El tercer artículo que presentamos lleva por título “Mi encuentro con Max Nettlau”, aparecido originalmente en el libro“En la borrasca (Años de exilio)” (Buenos Aires : Editorial Tupac, 1949), de Rudolf Rocker.

El escritor francés Marcel Schwob, en su libro “Vidas imaginarias”, nos dice que  las ideas de los grandes hombres son patrimonio común de la humanidad, pero que lo único que cada uno de ellos poseyó realmente fueron sus rarezas. Cuando Rudolf Rocker realiza la tarea de describir, lo hace mirando la labor, las ideas y al individuo mismo, dándonos aquella imagen que Schwob reclama, evitando también que la ciencia de la historia nos sume en la incertidumbre acerca de los individuos, como comenta el mismo escritor francés. Sin embargo, Rocker, en su labor como historiador, de cierta manera nos entrega muchas de estas extrañezas particulares y desconocidas, entremezclada con esa vida más notoria, sus ideas, sus pensamientos. Este rasgo, sin duda, lo adquirió gracias a Max Nettlau, tal como podemos leer en este escrito.

No hay duda que Max Nettlau fue un gran hombre, y también un gran difusor de la cultura anarquista. Siendo muy joven, a los 23 años, realiza su doctorado en filología con una tesis sobre la gramática de los idiomas celtas,  y en sus trabajos posteriores terminó estudiando al anarquismo y, sobre todo, la vida y la militancia de Bakunin, llegando a formar una obra monumental. Algo que para él mismo resultaba totalmente irónico, debido a su tendencia de preocuparle las cosas “impopulares”. Pese a eso, su labor fue magistral, su seriedad, rigurosidad y constancia es ejemplo a seguir. No por nada, Rocker lo llamará el Heródoto de la anarquía, recordando al padre de la historia, y reconozca que él mismo lo haya incitado a su actividad literaria.

Max Nettlau, última fotografía.

Pero pocos se imaginan a Nettlau como un hombre tímido y algo retraído. A lo más, deben verlo como un orador poderoso e imponente, como podría proyectar su gran envergadura. Resulta bastante  grafico cuando, en el marco del congreso de la C.N.T, al cual había asistido de oyente, sin que él supiera, es llamado a decir algunas palabras al público presente, pero que luego de articular, literalmente, tres palabras, abandona velozmente para desaparecer entre el publico.

Fue, como nos comenta Rocker, un enemigo de todos los dogmas y de todas las trabas que obstaculizan el pensamiento independiente. Reacio a aceptar las interpretaciones históricas forzosas y convenientes. El mismo Nettlau afirma que una iniciativa nueva vale mucho más que un sinfín de teorías que ya no sirven de nada, y que recurrir a estas ideas viejas, sólo son síntoma de la pereza de pensamiento. Es más, se declaraba anarquista, pero de ninguna escuela, y era bastante lucido al comprender que los sistemas económicos debían ser probados, necesariamente, en la realidad, ya que las ideas preconcebidas suelen chocar con resistencias insospechadas.

Nettlau, por un lado, sin duda alguna, fue un propagador del anarquismo que no llegó a militar en grandes organizaciones ni participar en muchas. Era un hombre que aborrecía los dogmas, los absolutismos, la estrechez de pensamiento y para quien la libertad no era una abstracción, sino algo posible en el diario vivir. Creador de una obra monumental y de importancia infinita para estudiar y comprender al anarquismo, y sobre todo para practicarlo. Y por otro lado, un hombre tímido, que no poseía vanidad alguna, que llegó a vivir en condiciones muy precarias y miserables, y que aborrecía los minutos de fama o “publicidad de su persona”. Que fue reconocido y aplaudido por las y los compañeros anarquistas, no porque haya pedido tribuna, homenaje, ni  crédito alguno, sino por el sólo hecho de crear un trabajo constante, riguroso y serio, que incluso al mismo Eliseo Reclus le sorprendió, reconociendo que antes de él no había sabido “cuan ricos eran” como movimiento anarquista, le valió el merito que merecía.

Un texto de mucho valor para conocer los espíritus inquietos que la anarquía ha ido configurando en su derrotero. Una enseñanza, también, para aquellos que quieran comprender el modo en que se comprende la historia desde la óptica libertaria:

«Mi encuentro con Max Nettlau», por Rudolf Rocker. [1]

Fué en la época del congreso de Londres cuando me encontré por pri­mera vez personalmente con Max Nettlau, el gran historiador del socialismo libertario. Era entonces conocido por muy pocos, aunque se había ocupado desde hacía años de vastos estudios preparatorios para sus futuros trabajos históricos. Sólo un pequeño número de viejos compañeros como James Guillaume, Víctor Dave, Eliseo Reclus, Errico Malatesta, Pedro Kropotkin y otros más tenían conocimiento de sus estudios. Incluso para los compañeros ale­manes era casi enteramente desconocido en aquella época. Sus primeros tra­bajos históricos valiosos, que habían aparecido a comienzos del decenio en la Freiheit de Most, fueron impresos sin mención del autor. También los pocos artículos que había escrito para el Sozialist de Landauer en Berlín, habían sido firmados con las iniciales de su nombre; igualmente la mayor parte de sus contribuciones de entonces a Freedom, La Révolte y otros perió­dicos. Como Nettlau no era orador y no participaba tampoco públicamente en el movimiento, la mayor parte de los compañeros apenas tenían noticia de su existencia.

Nettlau solía ir todos los años por unos meses a Londres y se dedicaba a sus estudios en la rica biblioteca del Museo Británico. Con los compañeros alemanes de Londres mantenía muy poco trato. La causa de ese retraimiento eran las continuas luchas en el viejo movimiento, que había vivido en parte personalmente. Era un amigo íntimo de Víctor Dave, con el que estuvo ligado toda la vida, y como los partidarios de Peukert combatían del modo más furioso a Dave entonces, no podía menos de ocurrir que también Nettlau les fuese poco grato, aunque él nunca tuvo participación personal en aquellas disidencias internas. El recuerdo de aquellos tiempos había dejado en él notoriamente impresiones que no le incitaron tampoco ulteriormente a reanu­dar las relaciones interrumpidas con los camaradas alemanes de Londres. Sólo con Bernhard Kampffmeyer y Wilhelm Werner estaba en estrechas relaciones y por ambos le conocí también más de cerca luego. En cambio eran tanto más vivas sus relaciones entonces con Malatesta y su círculo y con los compañeros del Freedom Gruppe, el único círculo que 1e contó como miembro. Con una cierta restricción: a incitación de Víctor Dave se había adherido a fines de la década 1880-90 por un tiempo a la Socialist League fundada por William Morris y otros, pero luego entró en el pequeño círculo del Freedom Gruppe, al que se sintió ligado hasta la muerte de Tom Keell. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «De las clases a las ideas», por Marqués de Cabinza (Periódico El Sembrador)

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Finalizamos nuestras lecturas con este último texto (lo que está errado, pues recién hoy comienza la huelga que desembocó, meses más tarde, en el ejecución de los mártires de Chicago). Hemos recorrido Argentina, Alemania, España y Perú mediante diversos autores y militantes anarquistas que dedicaron su vida tanto a la reflexión en torno al anarquismo como a la lucha por los y las trabajadoras. Hoy citamos un texto escrito en Chile.

El autor de nuestro artículo utiliza un pseudónimo, «Marqués de Cabinza», aludiendo a cierto pez del norte de Chile. Esta figura, en efecto, no nos es extraña, ya que los párrafos que citamos a continuación aparecieron originalmente en el semanario anarquista «El Sembrador», originario de Iquique y que editó sus últimos números en Valparaíso.

Enero, 1926. El Sembrador y Kropotkin.

«El Sembrador» fue, sin duda, una de las publicaciones más memorables del anarquismo chileno. Este texto es de 1924 y la lucidez y actualidad de sus palabras son sencillamente sorprendentes. Insisten (lo hemos repetido acá) en el carácter crítico del anarquismo, su desconfianza en los dogmas y en las verdades absolutas. Un recuerdo, a su vez, del carácter heterogéneo del hombre y, con ello, la relatividad de cualquier concepto que pretenda encasillar los aconteceres de la vida humana. De ahí, justamente, la crítica al escueto análisis de la «lucha de clases» y todo lo que ello implica. Algo presente, lo hemos leído acá, en varios autores anarquistas.

Los invitamos a leer este breve artículo, a discutir en torno a él y, por qué no, a estudiar a estos anónimos autores que llevaban en sí, siendo trabajadores y todo, el germen inquieto del conocimiento y la libertad.

«De las clases a las ideas», por Marqués de Cabinza.

La humanidad se compone de seres humanos heterogéneos entre sí, estando el concepto de la división en clases, sinceramente hablando, fuera de toda realidad. Y lo está, puesto que en lo mismo que llaman clases, existe también la heterogeneidad.

            No hay hombre homogéneo, tanto en lo moral, físico o ideal, a otro hombre; pero sí concuerdan en aspiraciones. Cada hombre es un mundo propio y sería para mi difícil encontrar en todas sus manifestaciones un hombre homogéneo a otro.

            Actualmente se dice que la humanidad está dividida en clases: clase baja, media, alta, etc., etc.; propiciando con más tenacidad la lucha de clases los residuos del régimen capitalista o sea los marxistas calumniadores.

            No hay clases en la vida actual, y no la hay, porque la humanidad está dividida en esta forma; dominados y explotados por la una y, por la otra, dominadores y explotadores. Ahora bien; los capitalistas y dominadores, en tanto que viven de la explotación y dominación de otros hombres, se podría en hipótesis decir que forman una clase. Los dominados y explotados, en tanto que viven de un salario desde el peon hasta el futrecillo que viste traje de smoke, también en hipótesis se podría decir que forman la otra clase. Pero en realidad, ¿forman dos clases distintas y existe la lucha entre ellos? Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «La Fiesta Universal» (y otros escritos), por Manuel Gonzáles Prada

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Seguimos con las lecturas cosmopolitas y libertarias en torno al primero de mayo: proponemos, en esta ocasión, leer algunos artículos de Manuel Gonzáles Prada. A pesar del generalizado olvido de este autor, Gonzáles Prada es uno de los teóricos más interesantes de América Latina y, sin duda, el personaje más influyente del anarquismo peruano hasta nuestros días.

Nacido en la ciudad de Lima, Perú, en1844, se interesó prematuramente por la química y por lecturas de autores positivistas, sobre todo de Augusto Comte. Atento al acontecer peruano, al problema indígena y a las relaciones con Chile, tras la Guerra del Pacífico, Manuel Gonzáles Prada decide viajar a Europa. Allí asiste a clases del reconocido autor Ernesto Renan (quien sentía una gran apreciación por Gonzáles Prada) y se hace amigo de Francisco Pi y Margall, aquel pensador español que leyó y tradujo a P. J. Proudhon.

Manuel Gonzáles Prada (1844-1918)

Interesando por las ideas anarquistas, a finales del siglo XX y de vuelta en Perú, nuestro autor se convierte en un reconocido expositor y propagandista del pensamiento ácrata. Desde entonces, Gonzales Prada escribió lustrosos libros de poesías, así como ensayos y artículos donde criticaba fuertemente al Estado peruano, así como exponía destacadas reflexiones sobre el anarquismo.

El texto que citamos a continuación, titulado “La Fiesta Universal”, apareció originalmente en el periódico Los Parias, en el cual, según cuenta Luis Alberto Sánchez, publicaba anónimamente. Estos ensayos fueron compilamos tras su muerte en un libro titulado Anarquía, el cual se editó acá, en Chile, por la casa Editorial Ercilla.

Como podrán ver en nuestra sección dedicada al primero de Mayo, hemos agregado varios escritos de Manuel Gonzáles Prada, todos muy breves (una o dos páginas) y redactados para las conmemoración anuales del día del trabajo. Adherimos estos textos no sólo por su brillante pluma, sino también por la sinceridad de sus pensamientos y la lucidez de su crítica: en ellos se trata de desmitificar aquel idealismo en que se ha situado al trabajador (aquello que Malatesta definió como “obrerismo”), para entender la lucha contra el capitalismo y, con ello, comprender que el problema es más amplio aún y que l@s anarquistas luchamos no por una clase, sino por toda la humanidad:

Si consideramos el 1º de mayo como una fiesta mundial, anhelemos que ese día, en vez de sólo pregonar la lucha de clases, se predique la revolución humana o para todos.

Recomendamos leer los demás escritos que colocamos en la sección, sobre todo “Primero de Mayo (1908)”, el cual nos habla de la huelga de Iquique de diciembre de 1907.

«La Fiesta Universal», por Manuel Gonzáles Prada [1]

El 1º de mayo tiende a ser para la Humanidad lo que el 25 de diciembre para el mundo cristiano: una fecha de alegría, de esperanza, de regeneración.

Los cristianos celebran el nacimiento de un hombre que, sin tenerse por Dios, dice lo suficiente para que le juzguen divino: titulándose hijo de un padre que probablemente no existe, viene a redimirnos de una culpa que seguramente no hemos cometido. Según la historia o la leyenda, ese hombre se hace crucificar por nosotros; pero el sacrificio no sirve de mucho, dado que hoy la mayoría de la Humanidad se condena por no conocer el Syllabus [2] ni el catón cristiano. Un redentor que nos hubiera redimido del hambre, dándonos una simple fórmula para transformar los guijarros en pan y el agua en leche, habría hecho más que Jesucristo con todos los sermones y milagrerías del Evangelio. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «La Lucha de Clases», por Ricardo Mella

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Continuamos con nuestras lecturas. Hemos habilitado una sección donde compilaremos los textos que presentamos acá (todos ellos, de carácter crítico) y otras lecturas recomendadas, como libros o artículos.

Presentamos ahora a Ricardo Mella, teórico anarquista de España, pedagogo, topógrafo de profesión (con ello se ganaba la vida) e influyente militante, sobre todo con sus ideas, de los primeros años de la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Según cuenta Jose Prat, amigo personal y compañero de luchas, ya en septiembre del 1900, Mella acudió al Congreso Revolucionario Internacionalista de París, donde presentó su memoria  «La cooperación libre y los sistemas de comunidad», esbozando no sólo una idea del sociedad porvenir, sino también demostrando los enormes aportes que la teoría puede ofrecer a la práctica concreta del ideal anarquista.

Ricardo Mella (1861-1925)

En 1911, Ricardo Mella participa en el Primer Congreso de la CNT, representando a Asturias. De ahí que, reconociendo su enorme aporte al ideario ácrata, hayamos agregado dos textos más a nuestras lecturas por el Primero de Mayo: el primero es su recordado libro «Los Mártires de Chicago», dedicado a estudiar las causas y consecuencias de los acontecimiento de 1886, y, segundo, su artículo «Primero de Mayo», que presenta una lectura muy actual de la forma en que se desenvuelven anualmente los primeros de mayo.

El texto que acá citamos, «La Lucha de Clases», es una visión crítica a dicha forma de entender las luchas sociales, recalcando el lugar de la óptica libertaria y la dificultad que significa situar al anarquismo dentro del escueto análisis de «clase»: hay algo más allá de todo eso. En efecto, el texto concluye con una claridad tajante:

Por eso nosotros, anarquistas, podemos y debemos decir: «La revolución que nosotros preconizamos va más allá del interés de tal o cual clase; quiere llegar a la liberación completa e integral de la humanidad, de todas las esclavitudes políticas, económicas y morales».

Una refrescante lectura de un clásico del anarquismo. Una insistencia, a su vez, del pensamiento radical anarquista.

«La Lucha de Clases», por Ricardo Mella.

No se puede sostener una razón en nuestros días que la contienda social se encierre en los términos de lucha de clases.

El socialismo contemporáneo arranca, es cierto, de la afirmación rotunda de esa lucha, y en el espíritu exclusivista de clase se amparaba y se ampara. Mas en el correr del tiempo, la evolución de las ideas se ha cumplido y estamos muy lejos de las murallas chinas que partían, por gala, en dos a la sociedad humana.

A la hora presente, hay más socialistas y anarquistas en la clase media modesta que en las filas del proletariado. Los obreros, en general, permanecen inconscientes de sus derechos, dormidos para las aspiraciones emancipadoras, interesados a lo más por pequeñas y discutibles ventajas de momento. Los militantes obreros del socialismo y del anarquismo son, por lo regular, gentes escogidas por su ilustración, por sus gustos, por su peculiar intelectualidad. Pero fuera de esa pequeñísima minoría, el socialismo y el anarquismo tienen el núcleo principal y más numeroso de sus adeptos en el mismo seno de la burguesía. La literatura social, el libro y el folleto de propaganda, están hoy en todas las bibliotecas modestas o suntuosas de la clase media, mientras faltan en la inmensa mayoría de las casas obreras. A cuenta de nuestros tiempos puede abonarse el éxito enorme de la literatura social en estos últimos años, y ha sido precisamente la pequeña burguesía quien ha coronado con el más brillante triunfo los esfuerzos del proselitismo. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «Sociedad y Clase», por Rudolf Rocker

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Continuamos con nuestras lecturas por el día de las y los trabajadores.  En esta ocasión presentamos un escrito de Rudolf Rocker, reconocido teórico del anarquismo (sólo es menester recordar su memorable «Nacionalismo y Cultura») y constante luchador por la causa sindical. Cercano a anarquistas como Gustav Landauer, Agustín Souchy y Max Nettlau, Rudolf Rocker cumplió un papel fundamental en la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en 1922, experiencia de la cual existe un destacable registro filmográfico del Congreso Extraordinario del AIT celebrado en 1931 en Madrid donde aparece nuestro autor interviniendo con sus palabras ante 600.000 obreros de distintas delegaciones:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=uSb1Ghd6_MI]

Admirador de Nestor Makhno y personaje influyente en el movimiento obrero judío de Alemania, Rocker, según cuenta en su autobiografía, conoció en su agitada vida de luchador social a Elíseo Reclus, Piotr Kropotkin y Louise Michel, entre otros.

Johann Rudolf Rocker (1873-1958)

Johann Rudolf Rocker (1873-1958), ante los trabajadores.

La lectura que citamos hoy, que lleva por título «Sociedad y Clase» y que apareció originalmente en el libro «La segunda guerra mundial : Interprestaciones y ensayos de un hombre libre» (Buenos Aires . Editorial Americalee, 1943), nos entrega una visión crítica del concepto de «clase», desprendiendo de esto la permanente sospecha ante los «esencialismos», las «verdades absolutas» y los dogmas muertos. En este sentido, es que Rocker señalará los defectos de los conceptos colectivos y de las generalizaciones, sosteniendo que

(…) el pensamiento y la acción del hombre no son sólo un resultado de su incorporación a una clase. Está sometido a todas las influencias sociales imaginables y, sin duda, también depende, en parte, de ciertas disposiciones innatas que encuentran la expresión más variada bajo la acción del ambiente social circundante.

Una interesante lectura para avivar las miradas críticas del anarquismo y comprender, con ello, la amplitud de su ideario.

«Sociedad y Clase», por Rudolf Rocker.

El período iniciado después de la pasada guerra mundial, y que hoy ha conducido a una nueva catástrofe de incalculable alcance, no solamente ha echado por la borda una cantidad de instituciones políticas y sociales, sino que ha dado también una nueva dirección al pensamiento y lleva hoy a la conciencia de muchos lo que algunos habían reconocido hace tiempo. No sólo se ha producido una modificación en el pensamiento de las capas burguesas de la sociedad; el mismo cambio se advierte también en el campo del socialismo. La gran mayoría de los socialistas que han creído con Marx en la misión histórica del proletariado y sostuvieron con el marxismo que “de todas las clases que se encuentran hoy frente a la burguesía, sólo el proletariado es una clase realmente revolucionaria”, se encuentran ahora ante fenómenos que no se puede explicar con argumentos puramente económicos. Era muy cómodo ver en el proletariado al heredero de la sociedad burguesa y creer que eso obedecía a férreas leyes históricas, tan inflexibles como las leyes que rigen al universo.

            Este es el defecto inevitable de todos los conceptos colectivos y de las generalizaciones arbitrarias. Pero el pensamiento y la acción del hombre no son sólo un resultado de su incorporación a una clase. Está sometido a todas las influencias sociales imaginables y, sin duda, también depende, en parte, de ciertas disposiciones innatas que encuentran la expresión más variada bajo la acción del ambiente social circundante. Seis hijos engendrados por el mismo padre proletario, dados a luz por la misma madre proletaria y crecidos en el mismo ambiente proletario, siguen, en el desarrollo de su vida ulterior, los caminos más divergentes y son atraídos por toda suerte de aspiraciones sociales, o son reacios a todo sentimiento social. Uno llega al campo hitleriano, el otro se vuelve comunista, socialista, reaccionario, revolucionario, librepensador o sectario religioso. ¿Por qué ocurre eso? No lo sabemos, y tampoco los mejores ensayos de explicación son capaces de descubrirnos absolutamente el desenvolvimiento del individuo. Sigue leyendo

Lecturas por y para el día del trabajador: «La Resistencia al Capitalismo», por Emilio López Arango

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Este Primero de Mayo se conmemora un nuevo aniversario por los Mártires de Chicago. También, nuestro grupo de estudios cumple tres años. Es por esto que desde hoy hasta el primero de mayo estaremos presentando algunos textos relacionados a las y los trabajadores y al anarquismo. Nos enfocaremos en autores que hayan tenido una connotada actividad sindical, para proyectar desde ellos las visiones críticas que surgen desde el pensamiento anarquista hacia conceptos como luchas de clases o clasismo, comprendiendo que detrás de estas críticas hay una visión mucho más amplia acerca de las problemáticas humanas, tanto a nivel de individuo como de sociedad, tanto en lo cotidiano como en el trabajo.

Partiremos con Emilio López Arango  (1894-1929), anarquista español radicado en Argentina, quien realizó un importante papel en el movimiento obrera trasandino, sobre todo en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Cercano a compañeros como Diego Abad de Santillán y Teodoro Antilli, desde 1919 Emilio López Arango trabajó como redactor del periódico ácrata «La Protesta». Falleció, víctima de un confuso atentado, en octubre de 1929.

Emilio López Arango

Emilio López Arango

Escogimos este texto porque ofrece una interesante visión del problema de la lucha de clases dentro del ámbito sindical, deduciendo que, ante todo, es necesario situarse más allá de ésta. Esto no sólo evidencia una crítica al marxismo, sino también nos introduce a una interesante noción de «espíritu», ya presente en autores como Pierre Joseph Proudhon o Gustav Landauer. En efecto, López Arango concluye este escrito de la siguiente forma:

La lucha por el pan no basta. Hay que plasmar en la conciencia del hombre los valores de su perdida individualidad, determinando así una resistencia moral a las monstruosas construcciones del capitalismo y oponiendo a la realidad material una realidad de espíritu.

Se trata de una fructífera visión del anarquismo, dada tanto a la discusión como al florecimiento de ideas, dos nociones importantes a introducir en esta fechas.

«La Resistencia al Capitalismo», por Emilio López Arango*.

EL MOVIMIENTO OBRERO está determinado por el conjunto de factores morales y materiales que forman y dan vida y realidad al sistema social y que encadenan, en el proceso de la civilización capitalista, al hombre al imperio de las necesidades. Pero el proletariado, si se ve impulsado a luchar por el pan, no por eso limita sus aspiraciones a la conquista de un mayor salario; aspira también a romper el yugo de la explotación económica y a libertarse del dominio de las castas privilegiadas en la esfera política: en la lucha contra el Estado.

Si para los anarquistas toda solución inmediata es relativa, porque está limitada por la  ley del equilibrio capitalista, no puede en consecuencia ser el sindicalismo una teoría de futuro. No quiere esto decir que el anarquismo oponga su finalidad revolucionaria, como expresión de lo absoluto, a la realidad contingente. Por el contrario, es sobre los hechos y sobre las experiencias que las teorías libertarias deben crear una base de realizaciones, buscando en las masas obreras los elementos necesarios para impulsar el avance de la historia y determinar el progreso social contra las corrientes reaccionarias. Sigue leyendo

Filosofía: «La utopía anarquista», por Christian Ferrer

[Archivado en Filosofía. Leer en PDF]

El pasado viernes 20 de abril, se publicó en la Revista de Cultura Ñ, un artículo del sociólogo Christian Ferrer titulado «La utopía anarquista». El autor de «Cabezas de Tormenta» nos presenta en este breve texto una visión muy amplia del ideario ácrata, de sus principios éticos y de sus proyecciones sociales. Quizás sólo agregar que “La anarquía es la más alta expresión del orden” es una frase Elíseo Reclus, no de Piotr Kropotkin.

 La Utopía Anarquista, por Christian Ferrer

Partidarios del “poliamor”, hace 100 años los anarquistas postulaban un futuro sin jerarquías ni prisiones ni patrones, ni políticos ni maridos ni policías. Un porvenir en las antípodas del presente. 

En los libros de texto de las escuelas anarquistas de principios del siglo XX se les planteaba a los alumnos, típicamente, problemas como el siguiente: “Dado que un obrero confecciona tres sombreros por jornada, siendo remunerado con 1 peseta cada uno, y dado que el patrón de la fábrica los vende a 10 pesetas, ¿cuánto dinero le robó el patrón al obrero?”. Se las llamaba escuelas “racionalistas”, y su creador, el catalán Francesc Ferrer i Guárdia, que fomentaba el librepensamiento, fue puesto frente a un pelotón de fusilamiento en 1909. En sus escuelas no se practicaba la disección en vivo de animales. Se llevaba a los párvulos de excursión para que intimaran, por la calle, en el cielo, bajo una baldosa, con el reino animal. Tampoco se daba mucho calce a las diferencias de rango entre maestros y alumnos. Todos aprendían. Y aprendían que en el mundo del futuro no habría jerarquías, ni prisiones, ni patrones, ni policías, ni políticos, ni dioses, ni ejércitos, ni maridos, ni tan siquiera arreo de ganado hacia las carnicerías. Simple y contundente, aunque inconcebible. En todo caso, su futuro era el revés de nuestra actualidad. Su antípoda.

Christian Ferrer, autor de "Cabezas de Tormentas".

Christian Ferrer, autor de "Cabezas de Tormentas".

Cuesta recuperar hoy el asombro que en su día suscitaron lemas anarquistas como “La propiedad es un robo”, de Pierre-Joseph Proudhon, o “La anarquía es la más alta expresión del orden”, del príncipe Piotr Kropotkin, o “La pasión por la destrucción es también una pasión creadora”, de Mijail Bakunin, o la más anónima y generalizada “Ni Dios ni Amo”. Era gente que no pretendía “mejorar” la sociedad sino trastornarla y recomponerla sobre fundamentos desjerarquizados y amistosos. Nada mal, y sin embargo concitaron el pánico de los burgueses y el desdén de los superados y de los que gustan mandar, porque no apelaban a un mañana mejor, como hacen los políticos de todas las épocas, sino a un porvenir otro. En la iconografía ácrata de antaño se destacan las repetidas figuras de obreros hercúleos a punto de descargar un mazazo sobre fábricas humeantes. No es el capitalista –no únicamente– el objeto de la inminente demolición, sino la sociedad industrial entera. Cuando imaginaban el futuro, no era entre cintas de montaje, sino con sol, en escenarios que aunaban bucolismo y sensualidad, como si en arcadia, o en edén, en una tierra indolora y fructífera. Es la gloria de los castigados de siempre, un lugar donde ya no se sufre, o donde se pueda sufrir en paz. Sigue leyendo

Compañeras y compañeros: Estamos Trabajando

Ciertamente, el ritmo de actualización ha estado más o menos lento. No obstante, esto se debe por una venidera actualización de la página web, pronto a presentarse y con interesantes novedades.

Así que sólo nos resta invitarlos a seguir visitando nuestro sitio web: el formato de inscripción es bastante bueno, pues envía correos automáticos cada vez que se actualiza el sitio web. Se pueden suscribir al final de nuestra barra lateral.

Salud y anarquía.

De viajes y encuentros libertarios

A Biblioteca Terra Livre,

¡Salud y Libertad!

            El ser humano, desde tiempos remotos cuya cuna hasta el momento es el continente africano, se lanzó en caminatas por nuevos parajes, buscando asegurar su existencia y la de su familia, tanto por necesidades vitales como también por otras tantas sociales: alimentación, vivienda, vestuario, seguridad, expansión, etc. Sin embargo, hubo también algunos seres que hicieron de estos viajes no sólo necesidades, sino también diéronles sentidos y significados libertarios. Y fue en estos primeros grupos que frente a la guerra y competencia en y entre ellos, que nació la idea y sentimiento de solidaridad, basada en lo que los estudios de Pedro Kropotkin identificaron como “Apoyo Mutuo, un factor de la evolución”. Los animales, particularmente los seres humanos, desarrollaron desde las primeras épocas el apoyo mutuo, transformándolo en un sentimiento complementario y crucial para explicar muchas de las actuaciones y la evolución del ser humano y sus sociedades, hechos y procesos a veces inexplicables desde el punto de vista de la “lucha por la vida” del “darwinismo social”, y aunque agradecemos a Kropotkin por su exposición, tan razonada, didáctica y fundamentada, es fácil sentir en nuestro corazón lo que las ciencias naturales en la actualidad tienden a llamar “sentimiento filantrópico”, aquella solidaridad que se hace carne en el día a día, que cruza las fronteras, anulándolas … borrando por completo su existencia. Por tanto, de las aventuras a las que se lanzaron los primeros seres humanos, de cuyos viajes han quedado algunos vestigios, de sus necesidades vitales y sociales, recuperamos para el hoy del anarquismo en Chile, la manifestación del “Encuentro”, no como intercambio, sino expresión de solidaridad y libertad.

            Estas palabras tienen como motivo una idea y un hecho, al menos: la primera, que para los anarquistas las fronteras, sean políticas, económicas, sociales o culturales, comienzan a borrarse en la medida en que somos capaces de ir aprendiendo y escuchando a compañeras y compañeros de tiempos y lugares diferentes, tanto como aprendemos de nuestras experiencias. En segundo lugar, un hecho: el viaje de un compañero del otro lado del continente, militante de la Biblioteca Terra Livre en Sao Paulo (Brasil), que como Grupo de Estudios nos significó un acercamiento a otras realidades, compartir prácticas, proponer caminos que guíen a aquel comienzo que tanto deseamos, una vida libre. Así tuvimos la oportunidad de recorrer las ciudades de Santiago y Valparaíso, viendo, discutiendo, aunando proyectos, en momentos en que escuchábamos algunas cosas sobre el anarquismo en Brasil: ideas, prácticas, luchas, historia, educación, trabajo, sindicalismo … aprendiendo un poco más sobre nuestras experiencias, a veces tan similares; entendiendo que, tanto aquí como allá, el ser humano sigue siendo esclavo, por tanto es más urgente que nunca la propagación de las ideas y prácticas libertarias en la consecución de la emancipación individual y colectiva. En conclusión, de este “Encuentro Libertario” siempre quedan más intenciones de cooperación y comunión, más impulsos libertarios, más actividades por hacer que las que el tiempo permite, todo aquello contenido en los trabajos en pro de la siempre tan anhelada “Primavera Anarquista”, tan “Rabiosamente Internacionalista” como ya lo dijiera Barret.

            ¡Salud y Libertad!