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Hace unos días se cumplieron 103 años de los sucesos acontecidos en el castillo de Montjuich que concluyeron con el fusilamiento del pedagogo Francisco Ferrer i Guardia.
Su crimen fue educar sin obedecer las ideas clericales ni los principios de la monarquía española. Siguió, en cambio, una educación racionalista e integral, señalando principalmente que «importa principalmente desarrollar seres enteros y no únicamente fragmentos». Se le acusó injustamente en dos ocasiones, terminando la segunda en una apresurada condena a muerte. A pesar de las protestas que ocurrieron desde Lisboa a Brusales, extendiéndose hasta París y Buenos Aires, y del apoyo de reconocidos autores como Anatole France o Máximo Gorki, Francisco Ferrer fue fusilado. Pese a esto, su proyecto educativo continuó. No sólo en Barcelona se fundaron Escuelas Modernas, sino también en diversas regiones, como Estados Unidos o Brasil (este año serán 100 años de la Escuela Moderna de Sao Paulo).
En este texto, Rudolf Rocker, quien compartió en varias ocasiones con Ferrer, nos narra desde su vida cómo sucedió el proceso que llevó al triste desenlace, adhiriendo a esta interesante narración las instancias en que se encontraron junto a otros anarquistas, como Errico Malatesta, Alexander Schapiro o Lorenzo Portet, quien fue el encargado de continuar la obra de la Escuela Moderna, o las anécdotas de otros personajes olvidados, como el joven judío Morris Shutz o el español Pedro Vallina.
Asimismo, Rudolf Rocker, admitiendo su enorme interés por la historia del anarquismo español, reseña a otras dos personalidades de gran importancia en la región ibérica, dos anarquistas ingenieros que realizaron grandes aportes: Jose Prat y Fernando Tarrida del Mármol. Ambas reseñas son recomendables, sobre todo por Tarrida del Mármol, autor poco recordado en la actualidad, pero que, sin embargo, aun posee ideas muy claras para el desarrollo de la anarquía hoy en día.
En fin. Esta narración, aparecida en el segundo tomo de las memorias de Rudolf Rocker, es una crónica sobre Ferrer i Guardia y, también, una reseña del anarquismo español.
«La ejecución de Francisco Ferrer», por Rudolf Rocker [1]
El 9 de octubre de 1909 un consejo de guerra en Barcelona condenó a muerte a Francisco Ferrer, el fundador de la Escuela moderna, como supuesto promotor de la rebelión de julio en Cataluña. Aunque los pormenores de ese repugnante crimen judicial sólo eran conocidos parcialmente en el extranjero entonces, todo el que no estaba desesperadamente deslumbrado por las ideas clericales, sintió que la monarquía española había planeado en este caso un asesinato judicial a sangre fría y quiso aprovechar la ocasión favorable para destruir la labor cultural de Ferrer, que era como una espina en los ojos para la iglesia y la reacción social desde hacía tiempo. Si se hubiese tenido realmente pruebas palpables de la culpabilidad de Ferrer, no se le habría llevado a un consejo de guerra y no se le habría imposibilitado toda defensa efectiva. El hecho de querer ejecutar la sentencia a toda prisa, dos días antes de la apertura de las Cortes, pues se temía con razón grandes demostraciones contra el asesinato proyectado, mostró claramente que el gobierno conservador de Maura tuvo desde el comienzo el firme propósito de poner a la representación popular ante un hecho consumado. Sigue leyendo