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Dossier «Viajes y encuentro de Rudolf Rocker»: «La ejecución de Francisco Ferrer»

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Hace unos días se cumplieron 103 años de los sucesos acontecidos en el castillo de Montjuich que concluyeron con el fusilamiento del pedagogo Francisco Ferrer i Guardia.

Su crimen fue educar sin obedecer las ideas clericales ni los principios de la monarquía española. Siguió, en cambio, una educación racionalista e integral, señalando principalmente que «importa principalmente desarrollar seres enteros y no únicamente fragmentos». Se le acusó injustamente en dos ocasiones, terminando la segunda en una apresurada condena a muerte. A pesar de las protestas que ocurrieron desde Lisboa a Brusales, extendiéndose hasta París y Buenos Aires, y del apoyo de reconocidos autores como Anatole France o Máximo Gorki, Francisco Ferrer fue fusilado. Pese a esto, su proyecto educativo continuó. No sólo en Barcelona se fundaron Escuelas Modernas, sino también en diversas regiones, como Estados Unidos o Brasil (este año serán 100 años de la Escuela Moderna de Sao Paulo).

En este texto, Rudolf Rocker, quien compartió en varias ocasiones con Ferrer, nos narra desde su vida cómo sucedió el proceso que llevó al triste desenlace, adhiriendo a esta interesante narración las instancias en que se encontraron junto a otros anarquistas, como Errico Malatesta, Alexander Schapiro o Lorenzo Portet, quien fue el encargado de continuar la obra de la Escuela Moderna, o las anécdotas de otros personajes olvidados, como el joven judío Morris Shutz o el español Pedro Vallina.

Asimismo, Rudolf Rocker, admitiendo su enorme interés por la historia del anarquismo español, reseña a otras dos personalidades de gran importancia en la región ibérica, dos anarquistas ingenieros que realizaron grandes aportes: Jose Prat y Fernando Tarrida del Mármol. Ambas reseñas son recomendables, sobre todo por Tarrida del Mármol, autor poco recordado en la actualidad, pero que, sin embargo, aun posee ideas muy claras para el desarrollo de la anarquía hoy en día.

En fin. Esta narración, aparecida en el segundo tomo de las memorias de Rudolf Rocker, es una crónica sobre Ferrer i Guardia y, también, una reseña del anarquismo español.

«La ejecución de Francisco Ferrer», por Rudolf Rocker [1]

El 9 de octubre de 1909 un consejo de guerra en Barcelona condenó a muerte a Francisco Ferrer, el fundador de la Escuela moderna, como su­puesto promotor de la rebelión de julio en Cataluña. Aunque los pormenores de ese repugnante crimen judicial sólo eran conocidos parcialmente en el extranjero entonces, todo el que no estaba desesperadamente deslumbrado por las ideas clericales, sintió que la monarquía española había planeado en este caso un asesinato judicial a sangre fría y quiso aprovechar la ocasión favorable para destruir la labor cultural de Ferrer, que era como una espina en los ojos para la iglesia y la reacción social desde hacía tiempo. Si se hu­biese tenido realmente pruebas palpables de la culpabilidad de Ferrer, no se le habría llevado a un consejo de guerra y no se le habría imposibilitado toda defensa efectiva. El hecho de querer ejecutar la sentencia a toda prisa, dos días antes de la apertura de las Cortes, pues se temía con razón grandes demostraciones contra el asesinato proyectado, mostró claramente que el gobierno conservador de Maura tuvo desde el comienzo el firme propósito de poner a la representación popular ante un hecho consumado. Sigue leyendo

Naturismo: «La medicina de laboratorio y la medicina de la naturaleza», por Dr. Carlos Obedman [Periódico Vida Nueva, 1937]

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Con este escrito abrimos una nueva subsección dentro de «Ciencias»: el «Naturismo». Por un lado, esta subsección permite recolectar y presentar varios trabajos y documentos históricos que se han realizado acerca de las prácticas naturistas dentro del anarquismo (que incluye el vegetarianismo, el uso de medicinas naturales, el cuidado de la salud física y mental, el nudismo, entre otros), y, por otro lado, tiene una aplicación práctica en nuestras costumbres diarias, sobre todo respecto a la alimentación o uso de fármacos de laboratorio.

Presos, anarquistas y desnudos (Barcelona)

Es sabido que uno de los más reconocidos expositores del naturismo fue Elíseo Reclus. Sin embargo, para comenzar, hemos optado por trascribir un texto publicado en 1937 en el periódico «Vida Nueva», editado en Osorno por la C.G.T. bajo la dirección de Juan Segundo Montoya, sindicalista, anarquista y naturista chileno, autor de un maravilloso recetario y, además, poeta. Dentro de unos días comentaremos otros detalles de este destacado personaje del anarquismo chileno.

Este escrito es del Doctor Carlos Obedman y se inscribe dentro de una línea de textos muy propios del periódico «Vida Nueva», a saber, el no uso de vacunas ni fármacos de laboratorio, proponiendo, en cambio, el cuidado constante de nuestra salud física y mental a través de prácticas que alimenten nuestra energía corporal. Así, el Dr. Obedman recomienda:

(…) el ejercicio físico  en su defecto, el uso del agua fría o del aire fresco, que sea estimulando vigorosamente la circulación de la sangre por medio del movimiento o de las reacciones de la piel en contacto con el agua o el aire, suministran a la máquina física o al complejo mental un alimento o una fuente ubérrima de energías.

Es cierto que el deterioro generalizado de la salud ha causado más interés por el cuidado de la salud a través de medios naturales. Pero por esta misma razón es interesante volver a insistir en un tópico sobre el cual los anarquistas han insistido hace más de un siglo y que se sustenta en el propio cuidado, constante y preocupado por no dejar que nuestras energías «vegeten en la podredumbre de un pántano», conforme concluye Piotr Kropotkin en «La moral anarquista».

En fin, un texto para cuestionar la vida sedentaria, los trabajos de oficina y nuestros desayunos:

«La medicina de laboratorio y la medicina de la naturaleza», por Dr. Carlos A. Obedman [*]

Los males que padecemos se deben a causas generadas en el diario trajín de la existencia. Desde que despertamos hasta que, vencidos por el cansancio o empujados por las costumbres y la necesidad, nos echamos en techo para reparar las fuerzas perdidas, estamos continuamente expuestos a violar principios fundamentales de la salud física y moral. Despertamos muchas veces después de haber forzado al cuerpo a permanecer más tiempo del necesario o tras de haber obligado a la mente a permanecer adormilada. Otras veces cuando el organismo aún no se ha repuesto de sus pérdidas y cuando el cerebro no ha descansado lo suficiente para recomenzar su teoría de dirigir y conducir las energías fisiológicas y morales del individuo.

Entonces fundadamente, el ritmo se transforma y el equilibrio de las funciones se resiente, originando a través de muchas reincidencias estados patológicos del cuerpo y el espíritu. Sigue leyendo

A 92 años de la muerte de J. D. Gómez Rojas: «Gómez Rojas en la buhardilla», por Julio Molina Núñez (1921)

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«El año 1920 fue un duro año: nevó en Santiago y muchos postes telefónicos, abrumados por el peso de la nieve, cayeron sobre las casas. Sonaron tiros en la Plaza de Armas y un mozo cayó también». Tal era Santiago hace 92 años, o por lo menos así lo describe Manuel Rojas cuando recuerda a su amigo José Domingo Gómez Rojas en la Revista Babel número 28 (julio-agosto de 1945).

Ese mismo año, un 29 de septiembre, cuando la primavera recién comenzaba a asomar para dejar atrás aquel frío invierno, Gómez Rojas fallecía en la Casa de Orates sin tener más de 24 años de edad. Antes de haber sido trasladado a dicho lugar, había sido víctima de torturas y malos tratos en la Penitenciaría de Santiago, en la que permanecía desde que, tras un asalto al local de la Federación de Estudiantes de Chile, fue acusado de anarquista junto a otros compañeros (en el denominado «Proceso de los subversivos» y bajo el mandato del juez Astorquiza). En aquel entonces, Gómez Rojas era secretario de la IWW y tenía una activa participación en la organización estudiantil (estudiaba en el Instituto Pedagógico y en la Escuela de Leyes).

Mucho antes, cuando tenía 16 años, escribió el único libro que publicó en vida: “Rebeldías Líricas”. Con ello, comenzó una fructífera vida y producción literaria, acercándose a diversos grupos bohemios y a variados artistas que deambulaban por el centro de Santiago. Entre ellos, podemos destacar al autor del documento que presentamos a continuación: Julio Molina Núñez, antologador de “Selva Lírica” junto a Juan Agustín Araya.

Es un documento, más bien un testimonio, bastante llamativo. Fue escrito en 1921 para la revista Idearium (órgano del Centro de Pedagogía), en el primer número de dicha publicación.

“La buhardilla” era el lugar donde se reunían los prosistas, escultores, pintores y poetas en torno a la “Selva Lírica”. Por ahí pasaron destacados escritores como José Santos González Vera y Gabriel Mistral, además de José Domingo Gómez Rojas, cuya presencia tenía un talante distinto: ya no leía sus poemas, sino los de Daniel Vásquez, un joven de 18 años, tuberculoso, pobre, que nadie conocía en persona, con rasgos helénicos y que vivía lejos de la ciudad. Un poeta que, tal como decía Gómez Rojas, “hubieron de llevarlo a las alturas de San José de Maipo” a causa de su enfermedad.

Como muchos sabrán, y tal como podemos leer en la revista que publicaron “Los Diez” o inferir de la novela “La oscura vida radiante” de Manuel Rojas, Daniel Vásquez era el mismo Gómez Rojas.

Una historia de tantas, de la apasionante, y la vez dura, vida de comienzos de siglo XX. Y hoy, a 92 años de la muerte del poeta Cohete (que sobre los postes gritaba contra la autoridad), del Chumingo, de nuestro amigo José Domingo Gómez Rojas, un pequeño homenaje de este Grupo de Estudios que optó por tomar su nombre para recordarlo no sólo a él, sino a todos los paisajes, luchas y compañeros cuyos corazones latían libres y entusiastas.

“Gómez Rojas en la buhardilla” (De Selva Lirica),  Por Julio Molina Nuñez [1]

Corrían los años 1915 y 1916. El poeta Juan Agustín Araya y yo laborábamos, a ratos, los estudios sobre los poetas que figuraban en nuestro libro de selección titulado “Selva Lírica”.

            Al revés de los críticos de gabinete que prefieren no conocer personalmente al escritor y optan por condenarlo o endiosarlo sin haber leído nunca sus obras, los autores de aquel libro quisieron desterrar ese método de mala ley, mejor dicho de mala fé, y formaron un modesto hogar literario, un amplia buhardilla, bohemia abierta a los cuatro vientos del espíritu y a todos los artistas que desearan disfrutar sensaciones nuevas, reconfortantes y enaltecedoras. Sigue leyendo

Entrevista: «El futuro del anarquismo», conversación con Ángel J. Cappelletti

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Ángel José Cappelletti (1925-1995) es conocido, sobre todo, por dos libros: «La ideología anarquista», libro de amplia difusión, y «El anarquismo en América Latina», historia y antología que realizó junto a su amigo Carlos Rama, otro gran intelectual de América Latina.

Ángel J. Cappelletti (1925-1995)

No obstante, la obra de Cappelletti es mucho más amplia: además de innumerables ensayos, este anarquista rosarino publicó más de ochenta obras, entre las cuales no están contadas las diversas traducciones que realizó desde el latín, el griego clásico, el italiano y el francés. Esta amplia producción bibliográfica es, además, admirable, no sólo por sus estudios de autores anarquistas como Rudolf Rocker, Piotr Kropotkin, Mijail Bakunin o Errico Malatesta, sino también por la amplitud de temas. Dentro de sus investigaciones, figuran destacados estudios sobre filosofía griega (que abarcan desde el Gorgias del Platón, pasando por la Poética de Aristóteles y el pensamiento de presocráticos como Demócrito y Anaxágoras, hasta el grandioso trabajo en torno al estoicismo que reúne tanto a Zenón de Citio como a Séneca), filosofía medieval (con espléndidos estudios sobre Meister Eckhart y Santo Tomás, por ejemplo) y filosofía moderna (donde estudió, por nombrar algunos, a Étienne Bonnot de Condillac, David Hume y a Etienne de La Boetié), además de varios estudios sobre filosofía oriental, donde el taoísmo y la figura de Lao-Tsé fueron los tópicos que más desarrolló.

Entre quienes se dedican actualmente a la filosofía, y más aún para quienes recién comienzan, la obra de Ángel Cappelletti es un gran apoyo bibliográfico, sobre todo para los que se esmeran por desarrollar el pensamiento filosófico (desde Grecia hasta la actualidad) desde el anarquismo.

¿Se podrá acusar que todo esto es teoría estéril, mero desarrollo teórico para anarquistas de escritorio? Cappelletti murió hace más de quince años. De un tiempo a esta parte, podemos reconocer con claridad que su obra ha sido un gran aporte para aprender, difundir y clarificar el anarquismo en América Latina y el mundo. Fue un gran intelectual y era de América Latina. No sabemos si hay alguien que lo equipare, más aún porque en el germen de la anarquía el pensamiento y la acción, la teoría y la práctica, se confunden, se hacen idénticos: lecturas que nos llaman a actuar y un actuar que nos llama a instruirnos por nuestra propia cuenta. Sería inútil decir que las hojas escritas por Ángel Cappelletti quedaron acumuladas en un escritorio.

Por eso nos llamó la atención esta entrevista: es de 1992, cuando Cappelletti tenía 67 años. Ha tenido un gran recorrido, ha conocido a diversos personajes, muchos de ellos en el olvido de historiadores e intelectuales. En este conversación, nuestro autor podría explayarse en sus conocimientos de la anarquía, no obstante, prefiere referirse a los diversos equívocos que existen sobre el anarquismo y que siguen presentes hoy en día. Quizás en reconocer dichos equívocos está el futuro del anarquismo, así como en la reflexión sobre los nuevos ritmos que va tomando el ideal, sobre todo cuando «se ha dispersado en una cantidad de movimientos, que en muchos casos ni siquiera tienen conciencia de que son anarquistas», y la primordial ideal de que «no se trata de reformarnos interiormente para cambiar la sociedad todos juntos. Se trata de un proceso de interacción, porque yo no puedo llevar adelante una reforma total de mí mismo, en una sociedad como ésta».

En fin. Recomendamos leer esta breve entrevista y, más aún, recomendamos hacerlo con mucha atención:

“El futuro del anarquismo”: conversación con Ángel J. Cappelletti

Entrevista a cargo de J. Diana, publicada en el periódico «El Nacional», México, D.F. Abril 8 de 1992. Reproducido en «Polémica», Barcelona, Junio de 1992[*].

– Si consideramos el significado etimológico de anarché «ausencia de principio», el concepto de «anarquismo» parecería referir una noción intrínsecamente contradictoria.

– Aquí hay un equívoco que, por cierto, es bastante frecuente. El anarquismo no niega -como mucho suponen- un principio de organización. Más aún: ni siquiera niega el poder. Hay un poder que el anarquismo reconoce como hecho. El poder es inherente a todo individuo y a todo grupo humano. Cada miembro de cualquier sociedad tiene un determinado poder. Si este poder no es interferido artificialmente, se equilibra con los de los demás. Entonces, lo que el anarquismo niega en principio no es el poder, ni siquiera el poder político como tal, sino el Estado, la concentración del poder que implica una división tajante y permanente entre el que decide y el que ejecuta, entre el que manda y el que obedece. Sigue leyendo

Biblioteca: Comic «Internazionale», de Marco Gastoni, Nicola Gobbi y Jacopo Frey

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Hace casi dos meses que aconteció el Encuentro Internacional de Anarquismo en Saint Imier, Suiza, conmemorando los 140 años del Congreso de Saint-Imier que se celebró el 15 y 16 de septiembre de 1872. Durante los cinco días que duró el encuentro, llegaron a este pequeño pueblo del Jura más de 3.000 anarquistas de distintas regiones del mundo, cada uno con su propia visión de los ideales libertarios.

Entre las múltiples actividades que sucedían paralelamente, Marco Gastoni, Nicola Gobbi y Jacopo Frey, compañeros italianos que administran el sitio web L’Anarchico, realizaron una historieta «al instante» titulada «Internazionale», redactada en francés y dividida en tres números.

Este comic es un viaje desde los motivos que llevaron a realizar el Congreso de Saint-Imier en 1872 hasta el espíritu que se vivía durante el encuentro anarquista del mes pasado. En otras palabras: es un interesante material didáctico que explica de un modo muy claro una parte importante de la historia del anarquismo social, donde las polémicas con Marx y sus seguidores tuvieron una gran importancia dentro de la organización de la Asociación Internacional de Trabajadores.

Lo bueno es que hace unas semanas atrás, Editores Matreros, proyecto de la Biblioteca Popular «Los Libros de la Buena Memoria» (más conocida como la Biblio Pop) que es cercana a la Federación Libertaria Argentina, realizaron una versión en español, en la cual reúnen las tres partes de este entretenido comic y agregan un útil apéndice donde anexan datos y fragmentos de libros y documentos que permiten hacerse una idea más acabada de la historia y contexto del Congreso de Saint Imier en 1872.

El comic, cuya lectura recomendamos, es de libre distribución. Cada uno podrá imprimirlo y presentárselo a algún conocido. Pueden acceder a él desde la cuenta de ISSUU de la Biblio Pop, o bien entrar a nuestra sección Biblioteca Virtual, donde podrán descargar el PDF [34 MB].

Para leer online, hacer clic en la imagen.

Documento: Figuras del anarquismo chileno «José Domingo Gómez Rojas», por Federico Cortés [Grupo Anarquista Libertad, 1959]

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Entre las numerosas fuentes históricas que nos hablan de las y los anarquistas en Chile, el nombre de José Domingo Gómez Rojas salta una y otra vez a la vista. Y no es extraño: la vida de este joven poeta, asesinado por el Estado una fría mañana del 29 de septiembre de 1920, estuvo marcada por la solidaridad con los desposeídos, trabajadores, pobres.

Su vida, no del todo estudiada y menos aún comprendida, ha sido y es ejemplo para generaciones de anarquistas que levantan propuestas, especialmente desde el ámbito de la cultura, al que el muchacho estuvo ligado por medio de las escuelas nocturnas, la FECh, las sociedades de resistencias y, sobretodo, por medio de sus compañeros literatos de los años ‘20: Antonio Acevedo Hernández, Manuel Rojas, “Pancho” Pessoa Véliz, J. S. González Vera; pero también de camaradas, especialmente obreros y zapateros, como el viejo Silva, que comprendiendo el valor de la educación y la autoformación, participaron de aquellos cuadros dramáticos y de la veladas culturales. Por eso, no es extraño que desde acaecido su asesinato, en cada década jóvenes y no tanto, se agrupen en torno al nombre de Gómez Rojas para continuar un camino propuesto por una generación no del todo recordada, pero jamás olvidada.

El siguiente documento fue publicado en 1959 dentro del folleto «Presencia Anarquista», editado por el Grupo Anarquista «Libertad» en La Calera, comuna de la provincia de Quillota, Región de Valparaíso.

¡A tu Salud Joven Poeta! ¡Que la tierra te sea leve!

«Figuras del anarquismo chileno: José Domingo Gómez Rojas», por Federico Cortés

Fue una revelación anarquista del año ’20. Martirizado atrozmente por los esbirros del Estado y del Capitalismo, en las mazmorras de Santiago, se le arrojaron baldes de agua en la cabeza hasta enloquecerlo.

Gran poeta chileno que puede colocarse al lado de los grandes del mundo, tales como Guerra Junquiero, Homero, Béquer, Tagore, Alberto Chiraldo (sic) García Lorca, Walt Whitman, y tantos otros.

A los 16 años escribió su primer poema de “Rebeldías Líricas”. Escribía en la revista literaria “Letra Lírica” (sic), bajo el seudónimo de Daniel Vásquez. Sigue leyendo

Documento: «La rebeldía no es anarquismo», por Enrique Arenas (Periódico «El Surco», 1919)

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“Los actos violentos de algunos anarquistas, no han sido nunca impulsados por la concepción anarquista”. Así, tal cual, el tipógrafo Enrique Arenas (1894-1928) se refiere a la relación entre el anarquismo y la violencia.

A Enrique Arenas podríamos considerarlo un precursor del anarquismo en Chile. El trabajo que realizó en el semanario El Sembrador y en el periódico El Surco, así como su labor de secretario en el Sindicato de Cargadores de Iquique, son ejemplos de los grandes aportes que hizo al anarquismo chileno de comienzos de siglo XX en el corto período que duró su existencia física.

Opus 217. Paul Signac, pintor anarquista (1863–1935). © 2012 Artists Rights Society (ARS), New York / ADAGP, Paris

El escrito que presentamos a continuación, que en realidad corresponde a la editorial del periódico El Surco del 1 de diciembre de 1919, es una reflexión en torno a la común tautología que se hace entre el anarquismo y la violencia, y, más específicamente, la consideración de que el ideal anárquico está presente en cualquier forma de rebeldía. Ciertamente, este escrito consta de casi 100 años, no obstante, su contenido puede ser perfectamente aplicado a la situación actual, más aún en el último tiempo. Al respecto, nuestro autor es bastante claro al señalar que es imposible decir que la violencia es una consecuencia engendrada por la idea anarquista y que, incluso, señalar lo contrario sólo revelaría un total desconocimiento de las teorías anarquistas.

En fin, es un texto breve, muy recomendable tanto para los pacifistas como para quienes realizan apologías de la violencia, independientemente de su origen:

«La rebeldía no es anarquismo», por Enrique Arenas Robles (*).

Debido a un desconocimiento absoluto de las teorías anarquistas, a menudo se confunde la rebeldía con el anarquismo, y las manifestaciones violentas se toman como actos engendrados por la idea misma, lo que no es exacto si sometemos estas cuestiones a un examen prolijo.

Un individuo atenta contra la vida de un rey, presidente o cualquier hombre de Estado, se le llama anarquista. Otro se rebela contra esta o aquella imposición, y también se dice que es anarquista.

Si admitiéramos esta teoría daría por resultado que la humanidad entera es anarquista, porque la rebeldía es ingénita en el ser humano, y no obstante esto, no todos son anarquistas; lo que evidencia pues, que no todos los actos de rebeldía son manifestaciones del anarquismo, ni puede decirse que la rebeldía lo constituye. Sigue leyendo

Literatura: «Un racimo de uvas», por Gonzalo Drago

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Gonzalo Drago, hacia 1940.

El escritor Gonzalo Drago (1906-1994), esperamos, está siendo conocido y estudiado por muchas y muchos a quienes la literatura social, esa de quien Baldomero Lillo se transformó en una luminosa guía y enseñanza, les motiva. Imperioso es mencionar sus temas y personajes, duros y soberbios, a veces, simples y humanos, señalamos.

Es esta una gran lección para nosotros, lectores y escritores: los grandes temas de la humanidad están aquí, en el cotidiano vivir… y es por esto que entre los personajes que hemos rescatado, está aquél muchachito del cuento “La Huelga”, al lado de su fiel madre; u hombres, viejos campesinos de la zona central de Chile, descrito en otro maravilloso y trágico texto, “Un racimo de uvas”, que a continuación transcribimos.

Un enorme aporte para quienes comienzan sus primeros pasos en la escritura…

«Un racimo de uvas», por Gonzalo Drago

            Chas, chas, chas.

        Va por el camino como una sombra. La noche ya se viene encima como un gigantesco murciélago de alas enlutadas y el hombre continúa marchando, resignado y sumiso, con sus miradas dirigidas a la tierra. Ha caminado dos leguas y aún la carretera es una serpiente ondulante  que se alarga frente a sus pupilas húmedas de ansiedad. Su rancho está lejos, más allá de la última colina que se alza sobre el telón obscuro del horizonte.

            Chas, chas, chas.

            El hombre camina. La noche ya está sobre él y lo envuelve entre sus velos hasta confundirlo con las sombras que llenan la campiña. El silencio es apenas roto por el apagado roce de sus ojotas en el polvo fino de la carretera. Para disipar su pena enciende un cigarrillo. A la luz de la cerilla su rostro se ilumina y sus ojos tristes y mansos adquieren un brillo extraño, casi demoníaco. En el rancho lejano lo aguarda su mujer inválida y no quiere detenerse a descansar, aunque el cansancio le encadene las piernas y le apriete los pulmones. Entre sus manos campesinas, duras y fuertes, encallecidas con la mansera del arado, lleva un pequeño paquete con medicinas. Son para ella, para su mujer, ahora vencida por la desgracia y la miseria. Sigue leyendo

Documento: «El Congreso de Saint Imier (septiembre de 1872)», en Revista Germinal

James Guillaume (1844-1916)

A propósito de los 140 años  del Congreso de Saint Imier, dejamos con ustedes un documento publicado en la Revista Germinal, en Abril del año 2006, el cual contiene las resoluciones que se establecieron durante este evento de gran importancia para la historia del movimiento anarquista.

De estos párrafos, destacamos que «La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no está libremente organizado,  se convierte en opresivo e improductivo para el trabajador; por ello la organización del trabajo es la condición indispensable de la verdadera y completa  emancipación del trabajador».

Un documento breve e indispensable para conocer la naturaleza del pensamiento y acción libertarios.

Para leer, hacer click aquí: Saint Imier

Dossier «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker»: «Mi encuentro con Hermann Jung» (a propósito de Saint Imier)

Esta semana, como ya ha sido anunciado ampliamente, se está realizando el “Encuentro Internacional de Anarquismo” en la localidad suiza de Saint-Imier. Este “Mundial del Anarquismo”, como lo han declarado, se organizó con el motivo de conmemorar la Primera Internacional Antiautoritaria que se realizó, por allá, en el lejano 15 y 16 de septiembre de 1872.

Rudolf Rocker, posando para la foto.

Esta primera internacional anarquista se desarrolló en  respuesta a “la Internacional de Marx”, que en el quinto congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores realizado en la localidad holandesa de La Haya entre el 2 y el 7 de septiembre, lograron expulsar a Mijael Bakunin y James Guillaume.

Anarquistas de todo el mundo confluyen en esta pequeña localidad suiza, resaltando el internacionalismo que siempre lo ha caracterizado, y donde un integrante de nuestro grupo dará una conferencia sobre Gustav Landauer, anarquista alemán que acertadamente decía: “Nosotros no esperamos que la revolución comience con el socialismo; sino que comenzamos a hacer el socialismo realidad, para que así venga por ese medio la gran transformación”. Autor de grandes obras como “Incitación al Socialismo” y “La Revolución”, además de ser el fundador de la “Liga Socialista”.

En tal contexto tenemos el agrado de compartir un texto de Rudolf Rocker, donde relata su encuentro con Hermann Jung, quien había sido secretario de la primera internacional, y que vivió personalmente la historia de la Internacional, desde su fundación hasta el Congreso de La Haya. Este texto, además, forma parte del dossier que hemos iniciado hace algunos meses atrás, dedicado a las peripecias de este infatible revolucionario y que hemos titulado «Viajes y encuentros de Rudolf Rocker».

«Mi encuentro con Hermann Jung», por Rudolf Rocker (1)

Un encuentro muy alentador durante el primer tiempo de mi permanencia en Londres fué el que tuve con Hermann Jung, que había sido largos años secretario de la primera Internacional y vivió personalmente la historia de la gran Asociación desde su fundación en Saint-Martin’s Hall hasta el con­greso de La Haya. El motivo directo de ese encuentro fué un trabajo que me había encargado el C.A.B.V. Me había ocupado ya desde hacía algunos años del material francés sobre el antiguo movimiento y había dado una serie de conferencias sobre él en el C.A.B.V. Mis manifestaciones debieron causar en los compañeros alemanes de Londres una impresión tanto más fuerte cuanto que la mayoría de ellos no tenía ninguna idea de las luchas internas en la primera Internacional. Cuando terminé aquellas conferencias, a propuesta de Wilhelm Werner, Hermann Stenzleit y Otto Schreiber, se adoptó la resolución de publicar mis conferencias en forma de libro.

Como yo había oído que Hermann Jung vivía aún, me interesó mucho conocer su opinión personal sobre las luchas internas de aquellos años que él había visto desde cerca. Le escribí por tanto una carta en la que le pedía una entrevista, pues podría darme algún informe quizás que pudiera ser útil para mi trabajo. Me respondió unos días más tarde y me pedía que le hiciese una visita en un día determinado. Así fui un domingo por la mañana en compañía de Otto Schreiber a su domicilio. Jung era relojero de oficio y tenía desde hacía muchos años un pequeño negocio en las proximidades de Greys Inn Road. El hombrecito ágil, cuya cabeza calva estaba encuadrada en una espesa corona de cabello gris, nos saludó amistosamente. Su rostro inte­ligente, con su corta barba gris y los ojos risueños bondadosos, causaba una impresión simpática. Jung era suizo de nacimiento, del Jura bernés, pero habitaba desde hacía muchos años en Inglaterra y dominaba el alemán, el francés y el inglés. Sigue leyendo